39 colocaciones para brasas

En aquel momento solicitaba su mano un conde del país, de una palidez aceitunada y ojos de brasa, el cual permanecía días enteros en el salón de espera del hotel, lo mismo que un empleado de agencia de viajes, para acompañarla en todas sus salidas.

Pero todavía, como gato por brasas, iré tocando las soluciones, que á vos bastará media palabra, que al hombre sabio basta apuntalle la cosa para que de media vez entienda.

Corrían en torno del gran montón de brasas, saltaban por todos los lados, y en el furor del movimiento que les dominaba, ninguno de los dos se acordaba del otro.

Se puso una cafetera grande en las brasas y se trajo una botella de licor.

Y se le ve en lo alto de los muebles, limpio y sedoso, adornado el cuello con una cinta roja; o junto al fogón mugriento, al calor de las brasas familiares.

21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda.

Los transeuntes que rebosan de alegría, se acercan á estos hornillos para comprar lo que allí se confecciona, y la bibingkera para atender á tantos consumidores aventa con su paypay (abanico) de bambú que recuerda la forma de un guión de Iglesia y á cada momento levanta la tapadera con su carga de brasas, para ver si ya está sazonada la bibingka, y si que falta calor debajo, mete más leña por allí.

A veces oíase un silbo peculiar y luego una chirriante crepitación, cual si una pella de sebo cayera sobre las brasas, y Ramiro escuchaba encima de su cabeza soeces exclamaciones y carcajadas espantosas que desconcertaban su entendimiento.

Era un mozo de veintiocho á treinta años, moreno, con cejas fuertes y pupilas brillantes y sangrientas como brasas; la cabeza cuadrada y terca, los hombros anchos, las manos cortas y gruesas de matador que no tiembla al herir...

] »Tomóla en la falda é levóla á su casa, »Púsola cab' el fuego, çerca de buena brasa; »Rrebevió la culuebra: ante que la él asa, »Entró en un forado de la cosina rrasa.

Pusose Lucía color de brasa, y bajándose, cogió un puñado de hojas secas, maniobra que le sirvió para disimular su confusión.

Se coge media libra de harina floreada y se desata con agua fria y un poco de sal; se calienta un poco de manteca en una sarten como para hacer una tortilla de huevos, y cuando esté caliente se echa el batido dentro de la sarten, meneándolo con un cucharon sobre unas brasas; vendrá á resultar una masa encerrada que se debe cocer muy bien, meneándola siempre para que no se pegue á la sarten ni haga corteza.

De la alforja de la izquierda, las cabezas asustadas de los volatiles, salieron abriendo el pico, tendiendo la lengua puntiaguda, muertos de sed, pues hacía un calor espantable, un pleno sol que devoraba el piadoso grupo con sus dientes de brasa.

Aquello era agradable de ver; pero lo que constituía el mayor consuelo para los hombres que formaban la partida era contemplar los magníficos cuartos de tocino, con sus dos caras, una blanca y otra rojiza, espetados en varetas de madera verde, que destilaban la grasa gota a gota sobre las brasas, e ir a llenar las jarras a un barrilillo de aguardiente, colocado en el carro de Catalina Lefèvre.

28 ¿Andará el hombre sobre las brasas, [sin] que sus pies se quem

Un relámpago de chispas agudas, un torrente de carmín, difluyendo y empapando el cándido ropaje de la filósofa... Del gentío se destacó un hombrecillo negruzco, desharrapado, con dos brasas por pupilas.

Entonces se retiraba, conservando en su pupila la imagen de las brasas deslumbradoras.

12 Después tomará el incensario lleno de brasas de fuego, del altar de delante del SEÑOR, y sus puños llenos del incienso aromático molido, y lo meterá del velo adentro.

El primer cantor cristiano fué San Ambrosio de Milán, cuyo corazón era como un grano de incienso entre brasas.

Encaminóse, pues, á Sevilla; pero el mundo le parecía tan sombrío y siniestro como estaba su alma, figurándosele la bella y populosa ciudad un infierno en brasas.

Porque en la especulación es como en el juego de la brasa: el que se queda con ella, al último, es el que se quema, como el último mono es el que se ahoga.

La luna rompía en ese momento un negro celaje, y eclipsando la luz de las últimas brasas del fogón, iluminaba con sus tímidos fulgores aquella escena silenciosa, en que la civilización y la barbarie se confundían, durmiendo en paz al lado del hediondo y desmantelado toldo del cacique Baigorrita, todos los que me acompañaban, oficiales, frailes y soldados.

Cuando su madre le llamó a comer, don Fermín se presentó con los ojos relucientes y las mejillas como brasas.

El segundo comía toda carne salpresa, Estava enturbiada con la niebla su mesa, Faze nuevo azeyte, con la brasa no l' pesa, Con el frío á las veses en las sus manos besa.

Casi todos los años se presentaba con aire de misterio alguna mujer que venía de muy lejos, china sucia y mal encarada, de relieves colgantes, llevando de la mano á un mesticillo de ojos de brasa.

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