136 colocaciones para retratar

Hizo, a instancia mía, un retrato de D. Luis de Góngora, que fue muy celebrado en Madrid, y por entonces no hubo lugar de retratar a los Reyes, aunque se procuró».

Allí ingenioso el dios labra un dechado De gracia encantadora, Donde con fiel esmero ha retratado Á Clori bella, á la gentil pastora.

Ellos me la retratan bella y pura como la flor al despuntar la aurora... ¡Sarcasmo horrendo! ¡Bárbara impostura! ¿Dónde estará la pobre pecadora? . .

Y ahora realiza mi deseo de que publicara un libro en prosa, evocando la vida de aquella Salta, colonial y apacible, que tal vez pronto desaparecerá completamente; recordando leyendas y tradiciones; retratando los tipos característicos de la ciudad y de los campos y haciéndonos ver, con su talento descriptivo, escenas pintorescas del arrabal, de la montaña y de la selva.

Después retrató al Papa, haciendo de él primero una cabeza pintada en pocas sesiones que hoy se guarda en el Museo de San Petersburgo, y luego el retrato grande de la Galería Doria, considerado desde entonces en su género como obra, cuyo mérito nadie ha logrado igualar y mucho menos exceder.

Mi historia será tal, que después de haberla oído cualquiera podrá retratar a mi tío con la espada en una mano y la palma en la otra.

, y todas sus producciones, por la manera especial de hacer y la rudeza de los rasgos, parece que retratan su carácter.

Retratar con este pincel, es retratar al natural, y por eso he dado este título á mis pobres apuntes.

Lo han retratado desnudo, y como tiene aquello descubierto, la hermana María de la Saleta no quería enseñarlo a las niñas.

Al tercer día entre Bernardo y Manuel retrataron a dos criadas que aparecieron por la fotografía.

Es presentado al príncipe Ursino, que le da la comisión de retratar una beldad, que ha conocido en una quinta, situada en una arboleda inmediata.

Isidora rompió a reír, y después, haciendo gala de uno de sus talentos más brillantes, el de retratar en cuatro rasgos a una persona, se explicó así: «¿No le conoces?

El Rey, que alardeaba de literato, no le mandó retratar a los poetas que dieron gloria a su reinado, ni a Montalbán, ni a Salas Barbadillo, ni a Vélez de Guevara, ni a Rojas, ni a Moreto, ni a Tirso, ni a Calderón, ni a Lope, sino a sus bufones: y no hace falta fantasear para creer que los pintó con cierta dulce simpatía: eran sus compañeros, juntos figuraban en las nóminas de Palacio.

Pues se le ocurrió nada menos que dejar á un lado los palotes, como se arroja fatigosa carga, y ponerse con toda su alma á retratar el mapa, imitando los contornos y perfiles que allí parecían el propio rostro de las naciones.

Estuvieron primero en la Glorieta del Parque bebiendo cerveza á la puerta del parador del Sol, y retrataron á unos trajinantes gitanos que estaban allí con sus caballerías.

Las estatuas aplastadas sobre los muros se multiplican, aparecen en filas, en series, en ciclos sin fin, y son todas rígidas, tiesas retratando en sus semblantes el fastidio del Limbo ó la placidez del Paraíso.

Cuidó asimismo la Duquesa de la esmerada educación de sus dos hijas, Isabel y Beatriz, y también de la de Lucrecia, la hija natural de Hércules, a la que conocía por retrato antes de la boda, pues Hércules se hizo retratar con ella por Cosme Tura y se lo envió a la novia de regalo.

También la visitaronrepuso el boticario; y retrataron á todo el personal.

Pues vemos que los pinceles sólo retratan el exterior; pero las plumas el interior.

Su ambición era llegar á poseer todas las condecoraciones de Europa, y apenas le agraciaban con alguna, se hacía retratar cubierto de bandas y cruces, vistiendo el uniforme de una de las tradicionales Órdenes militares.

Nada más distinto de como solemos representarnos a un agitador y a un radical que aquel viejo apacible, semejante a las figuritas de cerámica que retratan la ancianidad en el arte de los pueblos de Oriente.

En el mismo refectorio en donde pintó la Cena Leonardo, retrató del tamaño natural al Duque Ludovico, y á la Duquesa Beatriz su esposa de rodillas, y delante de ellos sus hijos, y á la otra parte un Crucifixo.

El acto segundo nos ofrece á Don Juan, en su residencia de Barcelona, ocupado en retratar á su esposa, por ser aficionado entusiasta á la pintura.

Y el involuntario epigrama, retratando una época, sonríe aún en el libro de entradas y salidas de la comisaría de Pago Chico.

Respecto de los retratos ya hemos indicado que al ejecutar algunos de empeño solía antes adiestrarse en una cabeza; las de la Infanta doña María y el Duque de Módena, parecen resultado de esta preparación, y con el mismo propósito pintó la de Juan de Pareja antes de retratar a Inocencio X. Los dibujos originales de Velázquez son rarísimos.

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