48 colocaciones para teja

Era un edificio chato y sencillo, con techo de tejas.

Ya estamos frente á la casa del mayor cofrade; es de buen aspecto, su construcción llega hasta el despilfarro de ser la cubierta de tejas y estar rodeada de una espaciosa cerca de cañas, á cuya sombra, y atados á un arigue, gruñen uno ó dos babuis, huéspedes indispensables en toda casa india.

Fermo, ¿te fue bien toda la vida dejándote guiar por tu madre, en estas cosas miserables de tejas abajo?

Varias disposiciones de este mismo año de 1523 se refieren á distintas regiones del Nuevo Mundo, debiendo citar entre ellas la de 4 de Julio, en que se dictó Real cédula, mandando á las Audiencias de Indias que no obliguen á que se pague el diezmo de la teja y ladrillo que se hiciese en aquellos países para edificar las iglesias.

Más allá veíanse los campos, que azuleaban con la llegada del crepúsculo, y a lo lejos, sobre la ancha y polvorienta faja del camino, marcábanse como un rosario de hormigas las mujeres que, con los fardos en la cabeza, marchaban hacia el inmediato pueblo, cuya torre asomaba tras una loma su montera de tejas barnizadas, brillantes con el último reflejo de sol.

El caserío de Naya se les presentaba á sus pies como esparcida bandada de palomas; más lejos las Poldras y el río espejeaban al sol; eran un hilo verdoso, roto á trechos por blancos espumarajos; y allá remoto, remoto, se hundía el valle de los Pazos, donde la casa solariega era un punto rojo, el color de sus tejas.

La antigua muestra había desaparecido también y en cambio leíase en la fachada en hermosas letras mayúsculas: HOTEL DEL SOL DE ORO Más lejos, hacia la esquina de la calle, se veían las paredes de piedra de talla y la techumbre de tejas de la nueva destilería que había construido Princetot...

Se quemaron en la ciudad doce pares de casas; ha buscado y encontrado tierra para tejas de que puedan hacerse, y no de paja como son.

Otras veces era una iglesia la que aparecía igualmente blanca, de una alba intensidad, sólo comparable a la de la espuma, con caperuza de tejas verdes y azules, y en torno de ella gráciles palmeras y rosales gigantescos.

Esta vida, decía, no la quiero: Del peso de las tejas oprimido, Bien azotado, pero mal comido.

Las techumbres, con grandes aleros de tejas rojizas y sueltas, estaban mantenidas contra los embates del viento por una orla de pedruscos.

las iglesias de Nápoles asomaban sus cúpulas y torres con tejas barnizadas, verdes y amarillas.

La catedral, la casa vieja de tejas arábigas en donde despertó mi razón y aprendí a leer; la tía abuela casi centenaria que aun vive; los amigos de la niñez que ha respetado la muerte, y tal cual linda y delicada novia, hoy frondosa y prolífica mamá por la obra fecundante del tiempo.

Manuel, viendo que sus ensayos de horticultura fracasaban, se dedicó con rabia al exterminio de las avispas, que en grandes panales de celdas simétricas, ocultos en los intersticios de las tejas, se guarecían.

Algo darían mis pobres ovejas por el amparo de unas tejas.

En el buen tiempo, su patio encuadrado por la galería de tejas, sombreado por hermosos naranjos, que le daban más carácter nacional que los malos cromos de la batalla de Caseros, con que su dueño había adornado las paredes, congregaba a los enemigos del gobierno, que buscaban en aquellas tertulias una ocasión de hablar mal contra los hombres del Cabildo.

Desde los gatos que discurrían por los tejados hasta los conejos que tenían sus madrigueras bajo los cimientos de la casa; desde las mismas tejas y chimeneas del edificio y de los demás de la manzana hasta el agua misteriosa de los profundos pozos, todo sufría el incesante azote de aquellos diez guerreros, cuya edad se escalonaba entre dos y quince años, y cuyo único descanso era el pelear.

en este particular (hablo de tejas abaxo) puede todo quanto quiere.

Las pinas de los botareles parecían avergonzadas asomando sobre la cubierta vulgar; los arbotantes se hundían y desaparecían entre las áridas construcciones de las dependencias adosadas a la catedral; las torrecillas de las escaleras se ocultaban tras aquel lomo de tejas groseras.

Todo lo que alcanzaba la vista estaba bajo techo, sin otra concesión á las expansiones del suelo que los aislados mechones verdes de los jardines irguiéndose entra masas de tejas rojas.

El techo se componía de un millón de tejas, sujeta cada una con un gran clavo de hierro, para evitar que las arrancasen los huracanes en aquel sitio elevado y próximo al mar.

Una de ellas, creyendo el asiento más alto, se sentó de golpe sobre un montón de tejas.

Multitud de golondrinas habían formado sus nidos entre las tejas salientes y el muro de la casería.

Antojábasele aquel mísero conjunto de huesos y pellejo y de importunas turgencias, edificio ruinoso que el dueño defiende contra la piqueta municipal a fuerza de revoques de cal y manos de pintura y recomposición de tejas.

El piso segundo, bajo de techo y a manera de ático, tenía ventanas pequeñas, y sobre el entablamento descollaban las buhardillas altas, aisladas, recubiertas de tejas, guarnecidas de verdosas vidrieras, ante las cuales se veían desde lejos las ropas recién lavadas y tendidas que goteaban sobre estrechos cajoncitos, plantados de yerba luisa, albahaca, yerba de gato y claveles.

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