286 colocaciones para doncella

La vieja ridícula, presuntuosa, devota, expresión humana de la mayor necedad que pueda unirse al mayor orgullo, puso su mano en el rostro de la doncella abandonada y débil, que ofendía sin duda, con su juventud y su sencillez el amor propio de aquellos demonios de impertinencia.

Merjelina tiene todas las trazas de ser nombre propio de alguna doncella cantada en los romances populares: como quien dice en Babia como bobo, en las musarañas.

Se dice que antes de poner sus ojos sobre esta dama, había pedido en matrimonio á la hija de un opulento señor; mas el padre de la doncella, de quien se murmura que es un poco avaro ... pero, ¡calle! en hablando del ruín de Roma, cátale aquí que asoma.

Salíamos: tía Pepa nos dejaba atrás, yo daba el brazo a la doncella, y desde la casa hasta la iglesia charlábamos que era una gloria.

Esto es una especie de tributo de las cien doncellas.

Yo me complacía en mirar los ojos de la doncella, aquellos ojos soberbios, negros, rasgados, sombreados por la rizada pestaña y la negra y arqueada ceja.

¡Bah! Entonces no me has entendido; porque ése es precisamente el amor tonto que yo exceptué; y el amor de que yo trato, es amor de más substancia, de más... en fin, que no es amor para doncellas.

El golpe que te ha arrancado de la silla, le dijo la vieja, ha sido dirigido por la mano de una doncella, cuyo valor la hace digna de usar el escudo y la lanza, armas propias de los caballeros.

¡El puñetazo que se llevaría la tal, de no existir la verja entre las dos!... Empezaba á dirigir terribles alusiones al pecho plano de la doncella, á sus angulosidades de muchacho, subiendo rápidamente el diapasón de sus ofensas, cuando sintió que la cogían de los hombros.

Todo esto era muy bonito para dicho en la tertulia de una tienda; pero sonaba a cencerrada en el corazón de una doncella, que no estando enamorada, tenía ganas de estarlo.

¡Aguarda un poco, que yo te daré motivo para llorar! Y levantándose de la silla, la aplicó un par de soberbias bofetadas, que enrojecieron las mejillas de la cándida doncella.

La suposición de que la muchacha, siguiendo en la taberna, pudiese echarse a perder, influyó en la señora de Ohando para llevarla a su casa de doncella.

Es incalculable el número de bellos romanceros, sonetos y madrigales compuestos en honor de esta gentil doncella por todos los poetas españoles.

Pues ¿qué piensas hacer con el imposible que se te ofrece en la conquista desta Porcia, desta Minerva y desta nueva Penélope, que en figura de doncella, y de fregona, te enamora, te acobarda y te desvanece?

Gallarda y esbelta, tenía toda la amplitud, robustez y majestad, que son compatibles con la elegancia de formas de una doncella llena de distinción aristocrática.

¿Qué diablos de doncella es ésta y qué baile y qué Tontonelo? CAPACHO.¿Luego no vee la doncella herodiana el señor furrier? FURRIER.¿Qué diablos de doncella tengo de ver? CAPACHO.Basta: de ex illis es.

La acción de la comedia se enlaza con la suerte de una doncella de la banda de los gitanos, que viene con ellos, y que, como la Gitanilla, aparece ser después hija de padres distinguidos.

Y el Señor Polonio, enternecido, comenzó un largo relato de las virtudes que adornaban el alma de aquella doncella hija de príncipes, y era el relato del viejo mayordomo ingenuo y sencillo, como los que pueblan la Leyenda Dorada.

Entonces recordé estas palabras de la doncella, palabras que resonaron detrás de como si ella me hablase al oído.

Pues Diocles, fijo de Pisistrato, habiendo contaminado una vírgen que mucho queria, fué muerto del hermano de la doncella.

Señora condesadijovenimos a casa de usted en busca de una doncella puesta a mi cuidado, la cual ha sido robada esta noche de mi casa por un hombre que se supone sea lord Gray.

A este diálogo sigue un coro de doncellas de Coimbra, que celebra el poder del amor.

Tan castísimos eran los oídos de la doncella de los Oscos, que los de una miss inglesa parecerían los de un sargento a su lado.

Feliciana, presa de la desesperación, quiere también perder la vida, y sólo desiste de su propósito cediendo á las súplicas de sus doncellas.

¡Y el rey Ismail se habia atrevido á la honra de esa doncella!...

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