319 oraciones de ejemplo con sabed

[El Conde escucha a Anarda] Y si os pretendéis vengar, con eso, de mi desden, sabed que el no querer bien no ofende, ni obliga a amar; que inclinar o no inclinar sólo lo puede el amor.

Sabed que está Mauricio, el Conde, herido, y dice que, si bien la mano ignora, sabe que yo la causa dello he sido, y puesto que me iguala y que me adora, me resuelva a admitille por marido, o que contra mi sangre verá España salir todos sus deudos a campaña.

Pues sabed, hermana mía, que caballero aventurero es una cosa que en dos palabras se ve apaleado y emperador.

Si os las puedo pagar en haceros vengado de algún soberbio que os haya fecho algún agravio, sabed que mi oficio no es otro sino valer a los que poco pueden, y vengar a los que reciben tuertos, y castigar alevosías.

Sabed, señor, que él me ha pedido por esposa

»Sabed, amigo Lotario, que tengo una pena en el corazón que me le aprieta de suerte que parece que quiere reventar en el pecho, y ha de ser maravilla si no lo hace, pues ha llegado la desvergüenza de Leonela a tanto, que cada noche encierra a un galán suyo en esta casa y se está con él hasta el día, tan a costa de mi crédito cuanto le quedará campo abierto de juzgarlo al que le viere salir a horas tan inusitadas de mi casa.

Sabed que hay Ordenanzas[46.3] muy severas que así lo disponen.

Sabed que hoy llegó a esta ciudad un gran señor, y es él quien os ofrece la fiesta esta noche.

Sabed que desde hoy soy Justicia de Aragón, y si mi poder alcanza a los traidores, os juro por mi honor, como el sol puro, que han de sentir mi venganza.

Sabed que á sus ojos no sois sino despreciables reos de sedicion, y que no hay en vuestro martirio lances estraordinarios que merezcan interrumpir las ocupaciones ni los ocios favoritos de los magnates.

No busqueis la muerte, no corrais con ciego afan al suicidio, pues no sereis mártires, sino malhechores y temerarios, si en ello os obstinais: sabed que presentándoos á los jueces sin ser violentados, estais excomulgados, y que como infames sereis quemados despues de muertos, dejando á vuestros hermanos y descendientes el baldon del castigo, y no la aureola de la glorificacion.

» Lo hicieron así, sacándoselos de los dedos, y ella entonces les dijo: «Sabed que este efrit me robó la noche de mi boda; me encerró en esa caja, metió la caja en el arca, le echó siete candados y la arrastró al fondo del mar, allí donde se combaten las olas.

» Entonces el portaalfanje cogió la cuerda que había pasado por el cuello del cristiano y rodeó con ella el cuello del proveedor, lo llevó junto al patíbulo, y lo iba á levantar en el aire, cuando de pronto el médico judío atravesó la muchedumbre, y dijo á voces al portaalfanje: «¡Aguarda! ¡El único culpable soy yo!» Y después contó así la cosa: «Sabed todos que este hombre me vino á buscar para consultarme, á fin de que lo curara.

» Pero él dijo: «¡Sabed todos que ese individuo es un ladrón!» En aquel momento volví en del desmayo en que me encontraba, y que la gente decía: «¡No puede ser! Este joven tiene sobrada distinción para dedicarse al robo.

Si sois partidarios de Ibsen, sabed que el autor de «Hedda Gabler» está declarado imbécil.

Mi señora, sabed que no es lo que pensais, que ya está muy mejorado.

Sabed, mi buen señor, que la señora por quien mi vida muriendo vive es ella, y gocéme porque siendo hermana vuestra, y vos tanto mi señor, en yugo matrimonial no me será negada.

Sabed, mi buen señor, que no sólo vuestras razones me han vuelto la vida, mas mi espíritu de muy grande y rabiosa pena han librado.

Huelgo que por vuestra boca la nombreis pasion, mas sabed que para todo hay su contrario, y ansí le habrá en vuestro mal.

Dueña honrada, mucho quisiera cumpliros vuestro deseo, mas sabed que al presente será escusado, porque está en su aposento, con mi señor Polibio, durmiendo la siesta; aunque si es cosa que en alguna limosna ó obra pia toque, mi señora Isabela la remediará.

Sabed, pues, que soy inglés de limpia sangre y buena familia, que viajo por estos países para diversión y provecho propios, y también para los de otras personas.

La Reyna=Gonzalo de Guzman, nuestro lugartenyente de gobernador de la ysla Fernandina; sabed que yo he mandado una mi cédula fecha en esta guysa.

¡Ay de ! que aunque os encubro, Tio, mi pena y dolor, Fiada en sangre y amor, Hoy hasta el alma os descubro; Sabed que en conversacion, Ese mozo se ha alabado De que á Leonarda ha gozado, Y que por esta razon Nadie será mi marido Si no es que él mismo lo es.

Sabed que servia Una cierta Dorotea, Que es naturaleza fea Con ella, en la opinion mia, Discreta, pícara, grave, Decidora, limpia, vana, Cuanto en una cortesana De Plauto ó Terencio cabe: Por Dios, que la habeis de ver, Que está rica de este loco, Y esto de indiano es un coco Que espanta á cualquiera mujer.

Venid, ¡oh, el más sabio de los hombres! a levantar esta ciudad abatida; venid y sabed que esta comarca os nombra hoy su salvador, por reconocer vuestra antigua prudencia: aparte de que con razón podríamos ya olvidar vuestros primeros beneficios si, tras de habernos sacado del abismo, nos dejarais caer de nuevo en él.

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