Yo vi entonces el fresco y tierno capullo; ahora veo la rosa, que ha desplegado todo el lujo exuberante de su aromática corola.

Pero el tazón de mármol, presidido por alado Cúpido, estaba vacío ahora; las aguas del estanque hallábanse cubiertas de nenúfares, y sólo algunos tardíos capullos blancos florecían en un rosal.

Cuando hubo saciado la sed, tronchó con los dientes unos cuantos de los dulces capullos del trébol, y los saboreó delicadamente, pero sin comer cantidad de ellos, porque las hierbas nacidas entre las nubes, sobre las altas laderas del Monte Helicón, convenían a su paladar mejor que aquel pasto ordinario.

Peinaba graciosamente sus cabellos, y solía adornarse con alguna flor; de ordinario con entreabierto capullo de rosa, purpúreo o blanco, que hacía parecer más intensa la negrura de aquel pelo sedoso, negro como las alas del cuervo.

Entonces Angelina hacía otro ramillete, un ramilletín muy cuco, para que alegrara mi recámara, puesto en una copa de cristal en que nunca faltaban, diamelas, capullos carminados o heliotropos fragantes.

Y los colores agrupados, estaban como pétalos de capullos distintos confundidos en una bandeja, o como la endiablada mezcla de tintas que llena la paleta de un pintor

Ningún miedo acerca del porvenir, ningún terror futuro se transparenta en la límpida mirada de estas hermosas bestiezuelas, delgados capullos que esperan para esparcirse la tibia y cerrada atmósfera del harem.

Probablemente la niña oyó la voz de estos hombres, porque alzando con inteligente y maliciosa sonrisa los ojos hacia la ventana, arrojó uno de los capullos espinosos al Reverendo Sr. Dimmesdale, quien con nerviosa mano y cierto temor trató de esquivar el proyectil.

Era casi una niña; la pubertad apenas había hinchado la tapa de su pecho con los capullos femeniles; sus ropas huecas, sonando con escandaloso fru-fru, denunciaban una delgadez de escuerzo femenino.

Cuando llega la edad en que invenciblemente desea agradar la mujer, rompe su feo capullo, arroja la librea de la miseria y del trabajo, y se adorna y aliña por instinto.

También Alcázar las mira, conmovido, y le parecen dos capullos flotantes de simbólico azahar, mientras que a César le parecían dos lágrimas, puras, de mujer.

Un terceto de inválidos respirando un capullo de rosadijo galantemente el anciano Héctor.

Y entre sus lindas hermanas, la exótica viridiflora ocultaba sus capullos glaucos, como avergonzándose del extraño color alagartado de sus flores de su fealdad de planta rara, interesante tan sólo para el botánico.

Y ante el pensamiento de aquel hijo muerto antes de impreso, capullos helados, y sintiendo que sus ojos se humedecían, se vistió para ver al director.

¡Qué lástima dijo Nedda que no los haya abiertos! y cortando el capullo más hermoso, se lo dió.

Los edificios eran muy escasos, y más aún hacia el norte del camino de Oxford, en cuyos dilatados campos, hoy desaparecidos, se alzaban deliciosos bosquecillos, crecían espontáneamente flores de vistosos colores que saturaban el ambiente de fragantes emanaciones y brotaban lindos capullos de los espinos blancos y de los oxiacantos.

la idea que se le ocurrió al demonio, que por entonces comenzaba la tierra madre á hincharse con la comenzón de dar frutos, yéndosele los antojos en flores, que lo llenaban todo de aromas y de alegres pinturas, ora echadas al aire, y eran las alas de las mariposas, ora sujetas al misterioso capullo, y eran los pétalos.

En la primera galería, una mujer entrada en años iba formando madejas con sus hilos en unas devanaderas, cual se ve á las aldeanas en el Estío devanar la seda de los capullos mojados, durante la época de la recoleccion.

Aprovechó el maestro aquella oportunidad para explicarle las propiedades nocivas del acónito, cuyos oscuros capullos veía en su falda, y arrancó de ella la promesa de no tocar flores de aquella planta, en tanto que fuese alumna suya.

Preciosas abren las flores su capullo peregrino á recibir el divino rocío y ricos olores.

Flores tejidas en noche oscura, que jamás arraigan dentro del corazón, aunque exhalen bellísimo perfumeTiernos capullos cuyas corolas se rompen entre los dedos emponzoñados de la envidia.

La intuición artística de los mineros acabó por decorar esta cuna con flores y arbustos olorosos, llevándole cada cual, de tiempo en tiempo, matas de silvestre madreselva, azalea, o bien los capullos pintados de las mariposas.

Caía sobre mí una lluvia de rosas; tomé un precioso capullo que se había enredado en las crines de mi caballo y lo coloqué en el ojal de mi levita de uniforme.

Los corazones jóvenes, que se abren como capullos primaverales al sol del cariño, guardan siempre cierta inmensa admiración para los que sufren por haber amado mucho.

Desde el día siguiente, Roseta formaría parte del rosario de muchachas que, despertando con la aurora, iban por todas las sendas con la falda ondeante y la cestita al brazo camino de la ciudad, para hilar el sedoso capullo entre sus gruesos dedos de hijas de la huerta.