99 oraciones de ejemplo con hortensia

Yo estuve hablando con doña Hortensia, que se mostró muy amable conmigo.

Bebimos los dos, y, de pronto, me dijo don Ciriaco: Mira, pilotín; te he presentado a Hortensia y a don Matías, porque te pueden servir.

Aquí tienes que quedarte durante un año; no conoces a nadie y es conveniente que, en caso de necesidad, puedas dirigirte a alguien; pero te voy a contar la historia de Hortensia para que sepas a qué atenerte.

Hortensia es vizcaína, de un pueblo próximo a Bilbao.

La bella Hortensia tenía pretensiones, era muy hermosa y no quería casarse con un cualquiera.

En esto, un amigo mío, Fermín Menchaca, capitán de barco metido a comerciante en Cádiz, fué al pueblo, donde acababa de morir su padre, que era patrón de una lancha; vio a Hortensia y se enamoró de ella.

Menchaca no estaba dispuesto a casarse, ni tampoco a dejar a Hortensia.

Menchaca prometió hacerla su mujer y Hortensia cedió.

En el momento del matrimonio, Menchaca, que era voluble, se escapó del pueblo, dejando a Hortensia embarazada.

Menchaca estaba en Filipinas; Hortensia fué a Filipinas, encontró a Menchaca y le obligó a casarse con ella.

Como iba diciendo, a pesar de que Menchaca tenía medios de comprobar que Hortensia era un carácter, no quiso verlo ni reconocerlo.

Entonces fué cuando se comenzó a hablar de que Hortensia se entendía con el socio de su marido, con Cepeda.

Y alguien encontró que la sirena del mascarón de proa tenía las facciones de la hermosa Hortensia.

Al año Hortensia celebró su matrimonio con don Matías Cepeda; compraron la casa de la calle de la Aduana y la arreglaron.

Te he contado la historia de Hortensia para que sepas qué clase de mujer es, y para que no digas sin querer delante de ella alguna inconveniencia.

El domingo siguiente, por la mañana, marchaba yo a casa de doña Hortensia, por las calles de Cádiz.

Muchos domingos, al llegar a casa de doña Hortensia me encontraba con que no había nadie, y solía entrar en el almacén.

Don Paco me explicó que don Matías y doña Hortensia buscaban para la niña un novio de la aristocracia.

Doña Hortensia me recibió como si fuera su hijo.

Doña Hortensia estaba espléndida.

Yo tenía un poco más de mundo que cuando estudiante, y pude comprender que la bella Hortensia se desentendía de toda preocupación moral y que no buscaba más que prosperar y gozar.

Mi capitán y yo fuimos a ver varias veces a Hortensia para que convenciese a su marido.

Estoy seguro de que Hortensia le encontraría el defecto de que no estaba muy enterado de marinería.

Los consejos de don Ciriaco hicieron que no acudiese con frecuencia a casa de Hortensia.

Una tarde, al anochecer, al ir a entrar a la fonda, pasó por delante de la criada vieja de casa de doña Hortensia, la señora Presentación, y me dió una carta.

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