45 Adjetivos para describir forasteros

Un joven forastero.

Un asador que en su cocina había Luego desbasta, afila y acicala, Y por espada de Tomás de Ayala 30 Al pobre forastero, que no entiende De semejantes compras, se le vende; Siendo tan picarón el espadero Como fué mentecato el posadero.

Con gran sobresalto por parte nuestra, cuando Bill quitó la mano de encima del venerable forastero, éste fue encogiéndose hasta quedar reducido a la mitad de su tamaño y convertirse en un lío informe de trapos viejos.

Illustration]¡Ahooora se verá ... al general Prim ... en su caballo blancoooo...!dice el viejo forastero con fastidio, y toca el tambor.

La isla, que le había aceptado cortésmente, parecía alzarse ahora contra el forastero venido de lejos para trastornar su patriarcal quietismo, su existencia concentrada, su orgullo de pueblo aparte, con la misma fiereza que se había alzado en otros siglos contra el normando, el árabe o el berberisco desembarcados en sus costas.

El amo de la posada de un pueblo considera mucho más al compadre suyo que al forastero rico.

En este comedor de la Veleta de Ustariz se servía únicamente a los forasteros distinguidos por un módico sobreprecio.

Cuando algún forastero, curioso, inquería el origen de aquella obra de arte, don Valentín Olmedilla, como hombre que tiene clasificada la gloria entre las mayores pequeñeces humanas, modestamente bajaba los ojos.

Compréndese demasiado cómo, después de algunas semanas, el debilitado forastero ha de buscar, sin encontrarla, su pasada energía: ha descendido á la miseria fisiológica del indígena, sin adquirir la relativa inmunidad de aquél contra las endemias mortales.

Damián de Goes, haciéndose seguir de Miguel de Zuheros, de Tiburcio y de los dos forasteros desconocidos, llegó donde estaba el Rey y le refirió todo el suceso.

Antigua órden de Druidas, para socorro de forasteros desvalidos.

Por eso, desde el amanecer, estábamos todos sentados en corro para desayunarnos, y no aguardábamos mas que al amo de la casa, cuando le vimos entrar acompañado de un joven forastero, hermoso, bien formado, gentil y vestido á la moda de Bagdad.

No cabian dentro de París los innumerables forasteros griegos, latinos ó bárbaros, pobres, ricos y de toda condicion que acudieron atraidos por la fama de aquellas fiestas.

Las mujeres y los muchachos estaban más socorridos de asuntos para saciar el humano afán de novedades: la llegada de un forastero guapo y elegante (gran sensación entre las niñas casaderas), que Fulanito acompañó a Margarita en el paseo por primera vez (¿por lo visto es cosa hecha ya?), que Severino el de la tienda de quincalla deslomó a su mujer de una paliza (¡bien empleado la está por haberse casado con ese burro!...).

Y este discurso doblado Para otro tiempo, señora, ¿Cómo no habemos agora En el forastero hablado, A quien tu honor encargaste, Y tu galan hoy le hiciste?

Por eso, desde el amanecer, estábamos todos sentados en corro para desayunarnos, y no aguardábamos mas que al amo de la casa, cuando le vimos entrar acompañado de un joven forastero, hermoso, bien formado, gentil y vestido á la moda de Bagdad.

Procuramos todos, en fin, hacer grata á los forasteros ilustres la estancia entre nosotros.

Cuando un incauto forastero se atrevía a probar fortuna, se le llamaba «el príncipe ruso» por ironía hasta que salía con las manos en la cabeza.

retrocedió no poco, dejando despejado un largo trecho en torno de los forasteros inermes, delante de los cuales se pusieron prontos a defenderlos los otros dos forasteros a caballo.

Hundiéndose de pronto el forastero en tan inesperado paraíso,

No cabian dentro de París los innumerables forasteros griegos, latinos ó bárbaros, pobres, ricos y de toda condicion que acudieron atraidos por la fama de aquellas fiestas.

No cabian dentro de París los innumerables forasteros griegos, latinos ó bárbaros, pobres, ricos y de toda condicion que acudieron atraidos por la fama de aquellas fiestas.

Como yo soy viejo, y he servido al Rey, y me asusto de pocas cosas, me plantifiqué en seguida en la Torre del Moro acompañado de Francisco, que iba temblando, y encontramos al forastero liado en su manta y durmiendo en un cuartucho[101-8] del piso bajo, que tiene todavía su bóveda de hormigón.

¿Cómo un forastero recién llegado ha de adivinar la familia de quien sólo sabe que se llama Clori en poesía y Clara en prosa?

, cortando lentamente raciones de la hogaza morena, rezongó aburrida: ¡Cuántos parajismos! Ni en la calle silenciosa, caldeada por el flamear del sol, ni en la plaza desierta, vieron los averiguadores rastro alguno del misterioso forastero.

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