86 colocaciones para clava

Su turbación le llevaba a colgar las miradas aquí y allí, prendiendo el espíritu en cualquier objeto, aunque fueran las cabezas de los clavos que sostenían los retratos.

Las vigas del techo están ennegrecidas por el humo, y sobre al suelo sin alfombras ni tarimas, hay algunos ladrillos rotos en mil pedazos, en cuyos fragmentos se conocen las señales de los clavos que llevaban en los zapatos los campesinos, cuando convirtieron en sala de baile esta habitación.

Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

Pero él les dijo, «A menos que yo vea en sus manos la huella de los clavos, y ponga mi mano en su costado, no creeré.

En la pared, agujeros de clavos, de los cuales colgaron en otros tiempos láminas.

Solamente su mujer le aventajaba, no tanto en cargarla, como en descargarla en su boca, que le salía al encuentro con los labios replegados sobre las mandíbulas angulosas y entreabiertas, y los dientes oblicuos hacia afuera, como puntas de clavos roñosos; luégo...

Contestó la réplica de Alberdi con toda la violencia de su temperamento de demostrado luchador, tirando a fondo sus formidables golpes de clava como para finalizarlo todo.

Cuántas operaciones de este género no se harán diariamente en Bilbao? ¿Cuántos hombres que ni hacen clavos, ni tienen fábricas de clavos, ni se dedican a industrias para las que necesiten clavos, no vivirán de los clavos en esta ciudad?

Guardábase este ejemplar en una caja de tisú de oro sembrada de perlas y rubíes, cubierta con una funda de riquísima seda encarnada, y se ponia en un atril ó facistol de aloe con clavos de oro.

Con sus puertas de clavos y sus azoteas, lleno de moros tunecinos y hebreos de barba negra, bebiendo vino de oro en el café, comprando puñales con letras del Corán en la hoja, está, entre bosques de dátiles, el caserío de Túnez, hecho con piedras viejas y lozas rotas de Cartago.

De pronto se detuvo, se encaró con Leto, y rascándose suavemente la cabeza con dos dedos, le habló así: O yo no soy perro viejo, o me he olido hasta la calidad de ese clavo, cuanto más la hondura de la brecha que ha abierto en usted.

virey portugués Alfonso de Alburquerque, célebre conquistador de Malaca (Aureo Quersoneso), despachó una flota en Diciembre del 1511 á las islas de Las Especias que, á principios del 1512, visitó Amboina y Banda, volviendo á Malaca con un rico cargamento de clavo.

La casa sin un clavo de empeño, y el carro en el portal; que en echándole una trenca y dos armones, cátale nuevo... Se corrió que también eso era ya de los señores, Macabeo.

Eran todas de un mismo tamaño, poco más o menos, de una sola ventana y puerta, ésta de cedro con clavos de cabeza grande, pintadas de color de ladrillo, aquélla o de espejo o volada y de balaustres de madera gruesa.

Dos ideas llevaba clavadas en el cerebro con clavos de fuego: Ubi irritatio ibi fluxus decía una; y la otra: ¡estarán en la casa del leñador!

Ahora es el tiempo heróico de las minas, se han hecho inventos maravillosos, se ve á la ciencia armada con la clava de Hércules, arrancando á la tierra sus tesoros, guardados por la sombra y el abismo.

Uno de estos artificios era una rueda de barquillero, que daba vueltas por un círculo de clavos, entre los cuales había escritos números y pintados colores.

Esta idea, por sencilla que parezca, escapó a la policía por la misma razón que no advirtió la anchura de las persianas; pues que la circunstancia de los clavos obstruyó herméticamente su percepción acerca de la posibilidad de que las ventanas hubieran sido abiertas en cualquier forma.

Millares de voces invocaron la asistencia divina al colocarse los últimos rieles: entónces se dejaron ver tres personajes, cada uno con un clavo en la mano: dos clavos de oro de California y la Arizona, uno de plata de la Nevada.

Aunque simple y pecador, paréceme que esta suerte de propaganda, digna del poeta de las Florecillas ó de los ascetas de la India, que aún se acuestan sobre colchones de clavos y viven de la pública caridad, es la que menos conviene á un pueblo excesivamente galante, sentimental, artista, pero nada sobrado hoy de energías viriles.

¡Los garfios que en las carnes de los condenados clava Satanás!...

La cama, que se veía por entre las cortinas recogidas sobre sendos clavos romanos, algo magullados ya y contrahechos, llenando dos tercios muy cumplidos de la alcoba, no estaba mal de mullida, á juzgar por lo mucho que abultaba lo que cubría una colcha de percal, llena de troncos entretejidos de gallos encarnados y azules, y de otros volátiles pintorescos.

Y ¡qué sería de ella, obligada, por una burla cruel de la desgracia, á ser, en tan bárbaro suplicio, víctima, juez y verdugo á un mismo tiempo! Entre tanto, los vecinos de la corralada de don Sotero andaban asombrados al saber que éste había comprado medio celemín de cal viva en la tejera, y hasta cerca de tres cuarterones de clavos trabaderos en la fragua.

Mucho cuidado con los clavos.

Y acercándose á un herrador: Advertid, le dijo, que vuestro oficio es herrar bestias: dad alguna en el clavo.

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