43 Adjetivos para describir ratón

Subió la enana a su celda, y la algazara de las recogidas le anunciaba por el camino las diabluras de Mauricia, que tenía el ratón vivo en la mano y asustaba con él a sus compañeras.

" Así lamentaba yo, en tanto que mi solícito carpintero con muchos clavos y tablillas dio fin a sus obras diciendo: "Agora, donos traidores ratones, conviéneos mudar propósito, que en esta casa mala medra tenéis.

" Pusímonos a comer, y quiso Dios que aun en esto me fué bien, que me cupo más pan que la laceria que me solía dar; porque rayó con un cuchillo toda lo que pensó ser ratonado, diciendo: "Cómete eso, que el ratón cosa limpia es.

«Me gustaría por los gustares bajar ahí», pensaba el joven ratón, sin atreverse á decirlo en voz alta, de puro miedo á su madre.

Un pequeño ratón parecía moverse en el corredor.

¡Ay! ¡Nuestra muerte es cierta! el cortesano al ratón aldeano triste exclama.

que hace tres siglos nada más era admitido en Europa que un ratón asado puesto sobre las heridas de arcabuz y de cañón las curaba inmediatamente, y cierta piedra extraída de la cabeza de las grandes serpientes, llamada «piedra bezoar», tenía un poder tan milagroso contra toda clase de enfermedades y venenos, que el emperador Carlos V se hizo traer una de América.

El que les hizo grande novedad fué uno, llamado el desván viejo, lleno de ratones ancianos, muy autorizados de canas y de calvas.

Salió un ratón barbicano, Colilargo, hociquirromo, Y encrespando el grueso lomo, Dijo al senado romano, Después de hablar culto un rato: ¿Quién de todos ha de ser El que se atreva á poner Ese cascabel al gato? (LOPE DE VEGA

Tenian ratones chiquitos, y muy chiquitos, que tambien comian, grandes como los de Castilla no los habia hasta que nosotros vinimos, ó que salieron de los navíos en las cosas que trajimos de allá ó se criaron del orin del hierro ó de la corrupcion de nuestras cosas de Castilla, de los cuales hobo despues y hay hoy harta abundancia.

Si ese Juara no me engañase... si ese Juara me sirviese... y estoy más indefenso que un ratón cogido en trampa.

EL RATÓN DEL CAMPO Y EL CORTESANO[10] A un ratón cortesano otro salvaje dió rústico hospedaje.

Algunos en cazar de los ratones Tan diestros y tan hábiles estaban, Que en trueco de una, ó dos, ó mas raciones, Un número tasado concertaban: Tambien habia una especie de lirones, Que al modo de conejos se guisaban, Y aunque faltaba aceite y vino añejo, La gran hambre prestaba salmorejo.

Quedóse el ratón fascinado, absorto.

Soy un ratón muy fino y los huelo de lejos.

[imagen] Caminaba delante un grueso pelotón de fornidos ratones, gente toda de guerra, cuyas aceradas bayonetas de finas agujas relumbraban á veces en la obscuridad.

Sus pasos retumbaban huecos y profundos en el vetusto caserón; mas los ratones, habituados desde muy antiguo[95.1] a escucharlos, no mostraban temor alguno y persistían tranquilamente en su obra devastadora, rompiendo el silencio de la noche con un leve y continuado crugido; los murciélagos, con menos temor aún, volaban en danza fantástica sobre la cabeza del anciano con sordo y medroso zumbido.

¡Buenos Aires! ¡Qué magia poderosa la de este nombre, que hacía correr a los miserables, como ratones hambrientos, para ocultarse en las entrañas de los buques!...

Sin ayuda de gato, los dioses se desembarazaban perfectamente del ratón humano.

¡Muchísimo más gorda!continuó el ratón imperturbable, y toda rollada, rollada, rollada, que cabía allí debajo..., ¡y durmiendo como una santa de Dios! ¿Pero roncar, no roncaba?

Por eso su madre hizo mal en llorar amargamente al incauto ratón.

Volvía á levantar el dedo, y salían los leones, los cocodrilos, las culebras enroscadas y el ligero ratón...

Mas Ratón Pérez saltó de repente sobre su hombro, y le metió por la nariz la punta del rabo: estornudó estrepitosamente el Reyecito, y por un prodigio maravilloso, que nadie hasta el día de hoy ha podido explicarse, quedó convertido, por el mismo esfuerzo del estornudo, en el ratón más lindo y primoroso que imaginaciones de hadas pudieran soñar.

¡Ya! Usted es un ratón madrileño, más tuno que los ratones de la aldea, ¿verdad? Y al decir esto, sin cesar de reír con malicia burda, entró en el molino, dejó en el suelo un gran cesto que traía sobre los hombros, y se puso a trastear por la estancia.

Sin embargo, no era todavía bastante filósofo para dejarse estrangular como un mísero ratón sin tratar de romper la malla.

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