DON MAURO ¡Para mí, tres! El segundón lanza su grito en medio del campo, como un gigante antiguo, desnudo y vencedor.

Se vió hablando con un oficial que corría á lo largo de la cubierta dando gritos á los marineros para que echasen los botes al agua.

El pueblo todo les siguió, con Chacón á la cabeza; pero aún no había andado éste veinte pasos, cuando fué herido por una bala: dió un grito y cayó bañado en su sangre.

Berta, que ya se había lanzado corriendo a su vez al oir el angustioso llamado del padre, oyó el grito y respondió con otro.

De improviso, ambas exhalaron un grito; no cabía duda; sonaba el chillido agrio y agudo de la rata.

¿Se dirá que nos ensangrentamos, que somos parciales, si ponemos al lado del elogio el grito de nuestra conciencia literaria?

Al verlos inmóviles, desafiándose en silencio con la mirada, y decididos ambos á no abandonar el guante que acababan de levantar del suelo, la dama dejó escapar un grito leve é involuntario, que ahogó el murmullo de los asombrados espectadores, los cuales presentían una escena borrascosa, que en el alcázar y en presencia del rey podría calificarse de un horrible desacato.

Ha creído oír un grito, uno de esos gritos de la noche, inarticulados y por demás medrosos.

Otras pataleaban caídas en el suelo, pidiendo á gritos que las librasen de esta inundación aglutinante que las había clavado sobre el pavimento.

Las sienes le latieron con una violencia espantosa; una nube de sangre obscureció sus pupilas, arrojó un segundo grito, un grito desgarrador y sobrehumano, y cayó desvanecido sobre el ara.

El joven ni oyó siquiera las palabras de sus amigos, y tambaleando y como pudo llegó á la tumba y aproximose á la estatua; pero al tenderle los brazos resonó un grito de horror en el templo.

En medio de la calle, unas comadres hablaban á gritos contra Manos Duras y sus camaradas.

¡Ah! condenado engendro de Satanás, dijo éste con voz espantosa, recogiendo la ballesta con una rapidez indecible: pronto has cantado la victoria, pronto te has creído fuera de mi alcance; y esto diciendo, dejó volar la saeta, que partió silbando y fue á perderse en la obscuridad del soto, en el fondo del cual sonó al mismo tiempo un grito, al que siguieron después unos gemidos sofocados.

Se contaba que en un arrebato había herido al duque con unas tijeras, que los criados escuchaban frecuentemente gritos descompasados de la bella injuriando al viejo, llenándole de denuestos.

Pasa sin verlas y solamente se detiene cuando le llaman con plañideros gritos.

Pero en lo que más se lucía, arrancando gritos de entusiasmo, era cuando ofrecía á Isaac al Todopoderoso antes de sacrificarle.

Las señoras ahogaron un grito y quedaron mudas y pálidas.

De haberlo descubierto una hora antes, estaba seguro de que la lente se habría caído de su rostro empujada por la sorpresa, siéndole imposible al mismo tiempo contener un grito de asombro.

De pronto, entre el restallar de las picas sobre los cráneos y el cóncavo tundir de los puños contra los pechos, se levanta, como el claro canto de un gallo el grito de Don Manro.

Estaba este monte coronado de enemigos con banderas, cajas y clarines, cuyo rumor acompañaban de repetidas y desentonadas voces, que formaban un conjunto ruidoso tan grande, que parecia estaba ocupado por 100,000 hombres; repitiendo incesantemente los gritos,

Estaba muy retepeinada y garifa, en previsión de que la hubieran llamado para aceptar benignamente los homenajes del médico, pero había oído los gritos de su mamá, y acudía ceñuda y grave al lugar de la catástrofe.

Oyó los gritos De agonizantes víctimas, en tanto Que el sacerdote, sin piedad ni espanto, 5 Les arrancaba el corazón sangriento; Miró el vapor espeso de la sangre Subir caliente al ofendido cielo Y tender en el sol fúnebre velo, Y escuchó los horrendos alaridos 10 Con que los sacerdotes sofocaban El grito del dolor.

Marchaban á combatir á los hombres porque estaban en la capital; de haberse encontrado en Balmuff, hubiesen ido á combatir á las mujeres, profiriendo gritos radicalmente contrarios con el mismo entusiasmo y la misma voluntad de ser héroes.

No pudo reprimir un grito de espanto.

«Entre con algazara 20 La pueril tropa, al daño prevenida, Y lazada oprimida Te echen al cuello con fiereza rara; Y al oirte chillar alcen el grito Y te llamen maldito; 25 Y creyéndote al fin del diablo imagen, Te abominen, te escupan y te ultrajen.