26 Adjetivos para describir centenar

En aquel momento, amortiguados y como si provinieran de larga distancia, llegaron hasta la alcoba centenares de voces que con bastante discordancia cantaban el himno de Riego y daban vivas a la Constitución.

, ocupados en la carga y descarga de centenares de vapores y buques de vela atracados á los muelles, y en las diversas operaciones propias del comercio y la navegacion.

Algunos, enterrados en el fango, ascendían centenares de metros, atraídos por el olor de los peces que nadan en la superficie.

Varios centenares de árboles grandes, atravesados en un camino con sus ramas y hojas, valen como murallas.

Tenía centenares de súbditos, capaces de morir por él y una flota invisible que navegaba de noche, sin miedo a los temporales, abordando a costas casi inaccesibles.

Pero los centenares de ojos clavados en el horizonte con ansiedad, no vieron señal ninguna de barco.

Un Argos no bastara para ver y notar tanto en tan breve tiempo; y ademas, ¿cómo habrá sabido lo que pasaba allí donde no ha estado, es decir, á centenares de leguas á derecha é izquierda de la carretera, canal ó rio por donde viajaba?

La ciudad de Buenos Aires situada en el estremo sur de la parte poblada del Continente español de la América, distante centenares de leguas del Cuzco y de Quito, emporios de la civilizacion de los Incas, ha dado carta de ciudadanía á muchas palabras de la lengua quichua, sin el ausilio de las cuales, á veces se hallarian muy embarazados sus habitantes para espresar ciertas ideas.

Los magistrados y jueces y promotores fiscales del género Pez se contaban por centenares, distribuidos en toda la España.

Allí estaban unos cuantos centenares de españoles encerrados en su prisión, y los cuatro canales, que eran las únicas vías para llegar a ella (porque la ciudad de Méjico era entonces una Venecia americana), estaban atestados de muchos millares de enemigos.

¡Se encuentra a centenares indias encorvadas bajo el peso y el volumen de las ollas, cántaros, hornallas, etc., de barro cocido, que llevan a la espalda; vienen solas, de más lejos aún que los porqueros, y después de dos o tres meses de marcha, vuelven a su pueblo con un beneficio de un par de pesos fuertes!

El insigne poeta ecijano, hoy más famoso por su novela intitulada El Diablo Cojuelo, aún muy leída, que por sus obras teatrales, desterradas, como todas las antiguas, de la escena actual, principalmente por falta de buenos cómicos y consiguiente carencia de buenas compañías, escribió más de cuatrocientas comedias, de las cuales ha llegado hasta nosotros un centenar escaso.

Y ese dios tiene sus apóstoles: el centenar de grandes millonarios y capitanes de industria esparcidos por el mundo, ministros de un poder misterioso, que permanecen en la sombra, como si la grandeza de su misión les impusiese el incógnito; hombres cuyos apellidos conoce la tierra entera, igual que los de los reyes, pero a los cuales muy pocos han visto en persona, pues rehuyen la publicidad.

Las grandes corridas de caballos de la ciudad de Londres habían sido muy funestas para Ordóñez, pues perdió todas las apuestas que hizo, y éstas eran tan considerables, que no sólo se quedó sin dinero, sino que tuvo que recurrir a pedir prestados algunos centenares de libras esterlinas a los amigos que tenía en la alta sociedad londinense.

pasando entre las dos masas varoniles, alta la cabeza, pisando fuerte, con su arrogante andar de diosa cazadora, deteniendo á veces la mirada en algunos de los centenares de ojos fijos en ella.

¡Se encuentra a centenares indias encorvadas bajo el peso y el volumen de las ollas, cántaros, hornallas, etc., de barro cocido, que llevan a la espalda; vienen solas, de más lejos aún que los porqueros, y después de dos o tres meses de marcha, vuelven a su pueblo con un beneficio de un par de pesos fuertes!

He tratado de destacar los grandes lineamientos de la novela, porque es raro que alguien se tome la molestia de hacerlo; pero ¡qué decir del extraordinario vigor de vida de estos centenares de héroes, todos individuales y pintados de inolvidable manera, soldados, campesinos, grandes señores, rusos, austriacos y franceses! Nada descubre la improvisación.

Los mejicanos tambien luchan: tambien en las fronteras del desierto, los españoles caen á centenares inmolados á los manes de nuestros padres degollados, de nuestras esposas deshonradas, de nuestras doncellas cautivas.

La conspiración quedaba sofocada: teníamos quince ó veinte opositores de significación detenidos, y habíamos secuestrado un centenar de fusiles viejos, casi inservibles, y otras tantas lanzas hechas con cañas tacuaras y tijeras de esquilar.

Desde el borde de la barranca, dominado por la Torre-maldita, hasta el fondo del valle, desciende una cuesta ó callejuela sumamente empinada y compuesta de varios centenares de escalones al aire libre, paralelos á un pasadizo análogo de madera.

Castillejo y otros compañeros de generalato, que habían fusilado centenares de hombres, quemado estaciones y pueblos, y vivían en plena paz con la misma violencia que cuando hacían la guerra, pronunciaban discursos sobre discursos, cantando las excelencias de ser gobernados por un «civil» y la necesidad de terminar con el militarismo.

Las luces, el humo del tabaco, el aliento de los centenares de personas allí reunidas, formaban una atmósfera espesa donde sólo respiraban bien los seres adaptados a ella desde largo tiempo.

Olvidaba que había más de un centenar de criadores no menos «seguros» que yo...

Dos mil personas elegidas entre los cuatro millones de habitantes de Londres, un centenar de extranjeros distinguidos, venidos de todos los puntos de la tierra: he ahí la concurrencia.

Con pausa solemne venían en dos hileras, como dos centenares de venerables viejos, vestidos de largas, flotantes y cándidas vestiduras.

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