23 colocaciones para ahuecar

En sermones de empeño, en días de gran función, el padre Jacinto era otro hombre: echaba muchos latines, ahuecaba la voz y esmaltaba su discurso de un jardín de flores, de un verdadero matorral de adornos exuberantes, que también gustaban á los discretos y finos de aquellos lugares.

Cuando la herramienta de piedra ahuecaba los troncos de los árboles y los brazos humanos se atrevían á tender el primer cuero ante las fuerzas atmosféricas, se poblaban rápidamente las costas.

La guerra no había alterado esta costumbre: El día que yo pasé en él, al borde del agua, estaban atestados de gente los merenderos, gruesas señoras sentadas en corro ahuecaban sus faldas sobre las praderas.

D. Juan, apartando el jicarón, ahuecó la palma de la mano y la puso en el oído al modo de trompeta.

El movimiento de la mano para ahuecar los dos mechones y modelarlos en su sitio, era uno de esos resabios fisiológicos, de segunda naturaleza, que llegan a ser parte integrante de la primera.

Se da un hervor á las alcachofas y cuando están tiernas, se sacan del agua y ahuecando las hojas con el cabo de dos cucharas se rellenan todo lo que se pueda con el pan rallado y el jamón.

Viven allí, divididos en diez naciones diferentes y que hablan distintas lenguas, unos pueblos, todos ellos dedicados á la navegacion, y que conocen perfectamente las mas pequeñas vueltas y revueltas de esos canales naturales, diariamente cruzados por ellos en canoas hechas de un solo tronco de árbol, el cual es ahuecado á fuerza de hierro y de fuego.

Recuerda también á ciertas montañas que horadaron y ahuecaron los trogloditas en los siglos más obscuros de la Historia, convirtiéndolas en templos subterráneos ó en ciudades-cuevas.

La pluma, en el colmo de su regocijo, no halló medio mejor de expresarlo que dando vueltas sobre su eje, para que se orearan bien sus miembros húmedos y ateridos: se bañó en el sol y se esponjó, ahuecando con cierta vanidad los flecos diminutos de que se componía su cuerpo.

Los esposos que así trataban al triste padre tenían 10 un hijo de cuatro años, y un día le vieron muy afanado tratando de ahuecar un trozo de madera, al que había redondeado ya por el exterior dándole toscamente la forma de una escudilla.

Cuando una masa insular ó continental, cuya altura llega á centenares ó millares de metros, recibe lluvias abundantes, van quedando sus vertientes gradualmente esculpidas en barrancos, cañadas y valles; la uniforme superficie de la meseta se recosta en cimas, aristas y pirámides; se ahueca en círculos, hoyas y precipicios; aparecen poco á poco sistemas de montañas donde existe el terreno liso en extensión enorme.

Arreglaba el embozo del lecho, desordenado por los movimientos del herido, daba a beber a éste y levantaba con manos maternales su cabeza, para ahuecar la almohada.

Construian ademas, ahuecando los árboles, esas canoas con que recorrian el rio Blanco para ir á la caza y á la pesca, sus ocupaciones favoritas despues de la cosecha del maiz.

El viejo le echó una mirada al soslayo, sonriéndose; i haciendo una castañeta con ambas manos, ahuecó su boca dándole el sonido burlesco de un calabozo, i se lanzó a la Cueva como un águila sobre su presa... XXII.

Acaba de ocurrir un desprendimiento en el Paso de Culebra, y un buque del calado del Franconia no puede seguir adelante sin que el dragado ahueque el fondo del estrecho.

La pareja se dirigió como una saeta al diván; y las señoras, con admirable prontitud, se ensancharon, ahuecaron los trajes, y fingiéndose distraídas y abanicándose precipitadamente, imposibilitaron la colocación de la intrusa.

Mi resignación le conmovió tanto que concluyó por decirme, ahuecando con ambas manos su cabellera: Tendría un gran disgusto si al cabo no consigo darte ninguna participación en este negocio, que será el mayor que se haya hecho en España hasta ahora.

En el otro, la mayoría ambulantes, pasaban en la casa a lo más un par de semanas, y luego, como se decía allí, ahuecaban el ala.

Lo que más impreso me quedó de él en aquella primera conversación fué cierto modo de ahuecar su cabellera ondeada metiendo los dedos por detrás a modo de peine y tosiendo levemente cuando iba a expresar alguna idea que juzgaba importante.

Una mujer con el cuerpo doblado sobre una cama extendía sus dos brazos para ahuecar el colchón con fuertes palmadas.

Itch dankerespondió la señora sentándose y ahuecando con un ligero roce sus faldas impregnadas de perfume.

Aquel bendito Agustín había sido, generosamente y sin pensarlo, el corruptor de su prima; había sido la serpiente de buena fe que le metió en la cabeza las más peligrosas vanidades que pueden ahuecar el cerebro de una mujer.

Tal vez la presión fue ligeramente correspondida, pues el galante coronel se alejó ahuecando su pecho y con paso triunfante, tan vigoroso como lo permitían la estrechez y altos tacones de sus botas.

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