133 Adjetivos para describir marqués

Y, desta manera, fue prosiguiendo el romance hasta aquellos versos que dicen: -¡Oh noble marqués de Mantua, mi tío y señor carnal!

Les faltaba el título para la decoración de la familia, y habían hablado con el viejo marqués de Vernay, y en principio la boda estaba concertada.

Nuestras fortunas irán juntas al pequeño marqués.

, Con el marqués famoso Del mejor apellido, Como su padre, por la mar dichoso, No siempre has de atender á Marte airado Desde tu tierna edad ejercitado.

En el otro entreacto se presentó en el palco el marqués académico, seguido de un joven alto, enjuto de carnes, con una fisonomía a primera vista agradable, y que llevaba con una soltura sobradamente graciosa para no ser estudiada, su frac cortado tan mezquinamente como aconsejaba el último figurín.

Eulalia Moreno, hija también del D. Pascual y hermana del actual marqués, se unió a D. Cayetano Villuendas, rico propietario de casas, progresista rancio.

La interrumpió Robledo, diciendo lentamente: Usted se llama Elena, y si la apodan «la Marquesa», es porque alguien la conoció cuando estaba casada con un marqués italiano.

En aquellos momentos llegó un adalid de los que el marqués habia enviado á la montaña, con la noticia de que los monfíes, en número de seis mil hombres se acercaban á Dilar, y que detrás de ellos y por los atajos, sin ser sentida, venia la compañia de arcabuceros del capitan Sedeño, bajo las órdenes del alférez Villasante.

El citado marqués del Lago podía dar testimonio de ello si fuese interrogado.

Poco después el marqués de Mortara, nombrado Capitán general de la caballería del ejército, pasó el Cinca, que venía muy crecido, con sus tenientes D. Fernando de Tejada y D. Alvaro de Quiñones, y dando en un cuartel de infantería que los enemigos tenían establecido al amparo de los muros de Lérida, derrotó de cinco á seis mil hombres que allí había, matando mil quinientos y trayéndose hasta mil prisioneros con botín considerable.

Por tierra no había otro ejército que oponerles sino el del marqués de la Hinojosa, encerrado de nuevo en Tarragona y su campo; y aunque no dejaba su General de molestar á los enemigos con frecuentes algaradas y escaramuzas, todavía eran éstas insuficientes para traer alguna ventaja importante.

Acertó entonces a llegar a Milán, fugitivo de Constantinopla, el marqués de Sabadell, perdido y arruinado, y presentóse en aquella logia, donde años antes le había iniciado Garibaldi.

Fue el marqués avisado, que andaba visitando algunos lugares de la tierra como seguro de tal novedad; y visto que el fuego se comenzaba por parte peligrosa de lugares importantes guardados á la costa con poca gente, recelando que saltase á la sierra de Bentomiz ó á la hoya y jarquia de Málaga, deliberó partir con cuasi dos mil infantes y doscientos caballos, avisando al conde que de Granada le reforzase con mas gente de pie y de caballo.

En estos momentos por una de las calles desembocó en la plaza una soberbia cabalgata, á la cabeza de la cual iba el poderoso marqués del Valle, descendiente por línea recta del conquistador de México Don Hernando de Cortés.

Este viendo que la grandeza del hecho traía miedo, dilacion, diversidad de casos; mudanzas de pareceres, los juntó en casa de Zinzan en el Albaicin, y les habló: El tercer marqués de Mondejar es el que de aquí adelante siempre se nombra: llamóse don Iñigo y fue virey de Valencia y Nápoles, y sobrino del autor.

¿no me has visto acompañada por el marqués, apoyada en su brazo, sonriéndole enamorada?

El duque habia matado al marqués, sin duda justamente: el hijo del marqués habia herido de una manera infame el corazon del duque.

Debe haber pillado algún marqués español.

La madre del marqués, vestida como una campesina, y sin otro acompañamiento que el de una muchacha del país, pasaba su existencia en estos salones y jardines, recordando al hijo ausente y discurriendo nuevos medios de proporcionarle dinero.

Y en aquellos mismos momentos, en el edificio del palacio, en uno de los más oscuros y tristes calabozos de la cárcel de corte, un humilde sacerdote, acompañado nada más de algunos devotos, administraba el sacramento de la Extrema Unción al misterioso marqués de San Vicente, al visitador D. Antonio de Benavides.

Dejamos mandando por muerte del de Buttera las tropas de Tarragona al marqués de la Hinojosa, más conocido por este título, que tenía de su esposa, que por el conde de Aguilar y Sr. de Cameros, que era el propio, capitán no vulgar, aunque un tanto corrompido por la vanidad y la envidia, pasiones viles de la época.

El marqués del Valle, lleno de enojo quiso contestar al inícuo Ceynos, pero el noble Don Gastón le contuvo, y dijo con una dignidad y una admirable firmeza:«Príncipes, galeras, fortalezas y oficios se entregan á caballeros con pleito-homenaje.

Si bien lo hacía en la administración de los mermados bienes del marqués soltero, mejor lo hizo con ellos y los puntales del marqués recién casado, y muchísimo mejor con el diluvio de caudales que inundó la casa a la muerte del ex contratista de carreteras y suministros.

Parecióles al principio que los criados disputaban, pero á los diez segundos de atender se convencieron de que no eran sino voces de júbilo, tan desentonadas y delirantes, que el marqués, amostazado y teniendo por comprometida su dignidad, despachó al capellán para informarse de lo que ocurría é imponer silencio.

En el piso principal de la casa, cuyo portal ocupaba el pobre zapatero, vivía un marqués muy rico, bueno y caritativo.

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