29 oraciones de ejemplo con titilaban

Las flores de vívidos colores, las frutas exóticas, la vajilla de plata, la cristalería, bajo las poderosas lámparas de gas titilaban como el cielo estrellado, producían un fuerte deslumbramiento.

» Y la pobre mujer conmovíase tanto al soñar despierta, que las lágrimas titilaban en sus ojos, haciendo brillar las pupilas sin vida.

» Poco sabía Lucía de las apariciones de Bernardita la pastora, ni de los prodigios de la sacra montaña; pero con todo eso la imagen la atraía dulcemente con no qué voces misteriosas, que vagaban entre el grato aroma de los tiestos de flores y el titilar de los altos y blancos cirios.

v. [títilet] Titilar.

Y fue que apenas abocado a la puerta del balcón detrás de las mujeres, vi que, surgiendo de las tinieblas, iban apareciendo como fantasmas y coronando la altura del pedregal, dos filas de bultos negros, junto a muchos de los cuales titilaba oscilando una lucecilla triste y acobardada, como si ardiera detrás de los cristalejos de un faroluco roñoso.

Así estuvo mucho tiempo, frente al Océano, que titilaba bajo el resplandor del sol, gozando de la sombra de la cubierta, incorporándose y llevando una mano a su gorra cada vez que aparecía un nuevo paseante.

En la penumbra del salón, donde aguardaba, parecía el hombre una noche de verano: de tal modo relucían y titilaban sobre él verdaderas constelaciones de pedrería, hasta con su caminito de Santiago; que bien podía desempeñar este papel allí la enorme leontina de oro entretejido que trepaba por el hemisferio de su estómago.

De distancia en distancia, en donde los habitantes no dormían, ya un estrecho rayo de luz se filtraba por las cerraduras o salía por las gateras y titilaba como una raya roja a través de la fría blancura de la noche.

Veame dijodicen que aquella estrella es la estrella del amor...agregó señalando a Venus que titilaba como un diamante suspendido en el cielo.

Eran las tres de la mañana, la luna en menguante ya, iluminaba los techos de la ciudad dormida, la calle estaba solitaria, los faroles de gas, con su luz roja, titilaban, formando desde la esquina del club hasta el Retiro una senda que parecía alumbrada por candilejas.

El lago titilaba bajo su blanda caricia, y la figura triste y dolorida del mayordomo aún seguía inmóvil al pie de la orilla con los brazos cruzados y los ojos hundidos en el oscuro seno del agua.

Inflamábase como una guirnalda de fuego el rosario de faroles que orlaba los muelles; titilaban los rojos regueros de luz sobre las mansas aguas del puerto, y las linternas de los buques brillaban en lo alto de los palos como estrellas verdes y encarnadas.

Tenía el rostro apergaminado y surcado por innumerables arrugas que al menor gesto titilaban y se ponían en movimiento semejante al oleaje de un mar alborotado, y sus ojos hundidos y pequeños apenas si marcaban la pupila verde, inmóvil y gatuna tras el empañado cristal de unas enormes gafas con pesado armazón de plata.

Aquella hermosura serena y aliñada que ostentaba en todas partes, había desaparecido; y estaba horrible ahora, con sus ojos centelleantes, sus labios, que titilaban a impulsos de la ira, y su palidez verdosa, que se transparentaba a través del colorete de las mejillas.

Un rayo de sol, filtrándose por un prolongado ventanal con vidrieras de colores, cruzaba la sombría capilla e iba a enredarse en la rubia cabellera de la Virgen, circuyéndola de una aureola en que titilaban todas las brillantes tintas del iris.

Mire, vea: Cástor y Polux; á la izquierda, Alderabán; allá Rigel, en el cinturón de Orion; en la Lira, Vega; y luego, por todo éso, Enif, Antarés, Sirio, que es azul y que titila; Altair..., Sirrach..., las Pléyades... El asombro de esta familiaridad con los astros impídeme continuar mirando el firmamento, para fijarme en Rocío; al advertirlo, se recoge ruborosa, dejando de indicar.

Nunca, sin embargo, su carácter revelóse más expansivo, más fecundo en dicacidades y agudezas; y en sus ojos zarcos, saltones, acuosos, acostumbrados á entornarse voluptuosamente, titilaba una luz optimista.

¡Y entonces que se aterró de veras, y comenzó á oir ruidos de los más extraños; hasta voces que la amenazaban, y como lamentos de agonizantes; y á ver bultos más negros que la obscuridad, que venían de lejos hacia ella! Apretó el paso, que llegó á carrera, y cerró los ojos que para nada necesitaba allí, sino para levantarlos á menudo al cielo, del que los bajaba en seguida, porque hasta el titilar de las estrellas le daba miedo.

La naturaleza parece asociarse á la solemnidad del día: en el firmamento, claro como una bóveda de cristal, brillan los astros de oro y de esmeralda pálida, titilando cual una mirada cariñosa: ni corre un soplo de aire, ni una partícula de humedad condensada en figura de nubecilla empaña la magnificencia de la hora nocturna.

Sombreada por el tejadillo capilar en el cual titila un diamante montado en tembleque, mi cara, más bien descolorida, ni es nimiamente correcta, ni irregular de facciones.

Más que azul, semejaba negra la bóveda; las constelaciones la rasgaban con rúbricas de luz; algunos luceros titilaban vivos y próximos, otros se perdían en la insondable profundidad; la vía láctea derramaba un mar de cristalina leche, y Sirio, el gran brillante solitario, centelleaba más espléndido que nunca.

V El titilar de los párpados se produce cuando algún pariente tiene que morir.

Tras de ese velo transparente, de color naranja, titilaban las estrellas en el cielo sin una nube...

Pero no; que la mas especial, por nunca vista hasta aquí, se me olvidaba: hablo de esse vocal instrumento, y al mismo tiempo ventoso, que tan dulcemente titila nuestros oídos.

Los pesados nubarrones comenzaban á disgregarse, y dejaban al descubierto fajas de transparente azul, sobre el que titilaba la luz de algunas estrellas; aprovechábase la luna de las mismas ventanas para lanzar por ellas tal cual rayo mortecino; y aunque no muy distintos, se dibujaban en el brumoso horizonte los contornos de los montes lejanos.

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