78 oraciones de ejemplo con adornarse

Los Yuracarees estiman en mucho las plumas de este pájaro; ya para empenar sus flechas, ya para adornarse en los dias de gala; así es que sin perder tiempo se habian apoderado de ellas, dejando burladas mis esperanzas.

¿Para qué adornarse tanto, si ningún otro ser humano, aparte de su marido, podía verla?... Sin embargo, estaba convencida de que era la admiración de todo cuanto le rodeaba.

Pero hay que confesar que sabe adornarse con gusto.

Peinaba graciosamente sus cabellos, y solía adornarse con alguna flor; de ordinario con entreabierto capullo de rosa, purpúreo o blanco, que hacía parecer más intensa la negrura de aquel pelo sedoso, negro como las alas del cuervo.

Las mujeres de todas las clases sociales habían sacado sus trapitos de cristianar para adornarse aquel día.

Según el rito, la novia debía acabar de adornarse en el pandal, en presencia de todos, y las cuatro matronas casadas procedieron a hacerlo.

Iba cargada de joyas, con la suntuosidad de una aristocracia recién creada que se consume en medio de su lujo, falta de fiestas para lucirlo y siente el ansia de adornarse para pregonar su riqueza y herir la envidia ajena.

Así es que permaneció levantada la mayor parte de la velada entretenida en adornarse y en peinar su sedoso cabello, tan bien como lo permitía su triste estado, para recibir dignamente a la suspirada visita.

por esta observación, que consideraba inoportuna, la joven replicó con viveza: ¡Qué singular es usted! ¿cree que no hay más ocupación que la de pensar en vestirse y adornarse?

Pone a un lado las flores, y las va cogiendo para adornarse con ellas, clavándoselas en el pelo.

Esta copa funeraria le inspiró una idea felicísima; la de cubrir la cabeza del capellán con su boina y adornarse él con el canalón de éste, que descansaba sobre una silla.

¿Para qué adornarse?

Lo que a me molesta es lo otro: que digan que el libro no es mío; que supongan a un hombre de mi altura capaz de adornarse con plumas ajenas.

Arrojado al mar un objeto cualquiera, se le ve como despedir brillantes chispas, y si un buque navega por esas aguas, a proa, a popa, a babor y a estribor se le ve relampaguear y como adornarse de espléndidas orlas de lucecillas azules, rojas y verdes, lanzando por la popa como un penacho de fuego que prolonga sus encendidas plumas hasta larga distancia.

¿Adornarse quizá la cabellera? No, señor Cornelio.

Tenía especial empeño en vestir de un modo ridículo y le gustaba adornarse la gorra con vistosas plumas de gallo, andar con botas de montar y hacer otra porción de extravagancias.

Puede adornarse la fuente con huevos duros.

La veía vestirse, peinarse, adornarse; aquilataba los detalles más pequeños de la indumentaria y del tocado.

Nos contaba cómo solía ir Bessieres lleno de bordados, cómo solía adornarse con la primera banda de color que encontraba o que robaba en cualquier parte, muchas veces en las iglesias, y que luego decía que era una distinción que le había otorgado el rey tal o la princesa cuál.

Aquí encaja entonces el que la buena señora empiece á rabiar, á lamentarse de que ha perdido las ilusiones, y á decir que la sociedad es un lupanar inmundo, donde sólo las malas mujeres consiguen ir en landó y vestir sedas y encajes, y adornarse con diamantes y perlas.

Como al fin tenía pocos años y á veces la sangre hervía en sus venas con ímpetu juvenil, cuando veía á otras casadas adornarse, cubrirse de joyas, ir á bailes y fiestas y sonreir al espejo, y ella se quedaba recluída y en bata casera, decía para : «Bueno; pero esas no se escaparon con su marido antes de la boda.

Con esto, las intermitencias de la cesantía, los frecuentes gastos y las prodigalidades de su corazón generoso y de sus aficiones de propietario urbano, llegó Moratín en ocasiones á adornarse con la sentimental aureola de la pobreza, corona con que hasta hace poco ha sido costumbre presentar en los altares del arte á los grandes ingenios.

Teniendo el lujo por cebo y el arte de agradar por oficio, fácilmente se colige que las tales señoras habían puesto a contribución para adornarse todo el ingenio de la industria sedera de Lyon, agotado los maravillosos recursos que posee la fabricación de encajes en Cluny y Valenciennes y engarzado en el oro de California los diamantes del Brasil, las esmeraldas de Colombia y las perlas del golfo de Bengala.

Ni la pirámide de la plaza de la Victoria, cuando se viste de gala, gastando más en traje de lienzo y cartón que en un forro de mármol eterno, emplea tanto tiempo en adornarse, como todo un cacique de las tribus ranquelinas.

El esposo debe ser su único cielo... Y como si reglamentase las ceremonias de un culto, añade que la esposa debe vestirse con humildad, adornarse únicamente para inspirar deseos á su marido, levantarse la primera y acostarse la última, y mientras el esposo duerme la siesta ella debe trabajar.

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