53 oraciones de ejemplo con verbena

De las segundas son el jusquiamo, la verbena y la virga pastoris, que, mezclada con el jugo de la mandrágora, dicen que atiza la discordia entre los amantes que la beben.

El de san Juan, alegre y risueño como una verbena, con corderos de oro y prietos racimos que acariciaban con sus manos mantecosas los angelitos gordinflones.

Mujeres y chiquillos, por acá y por allá, volvían de coger verbena, ramos de romero u otras plantas, para hacer sahumerios mágicos.

Celebraban los mareantes una fiesta en honor de San Telmo: don Rosendo escribía inmediatamente su carta al Progreso de Lancia o a La Abeja, describiendo la verbena, los fuegos artificiales, la misa, la procesión, etc.

Las ropas interiores son finísimas; están adornadas de estrechas cintas de tonos pálidos, y trascienden suavemente a verbena.

Yo he viajado por varios países de Europa sin oir en ninguna parte fragmentos de sus óperas, que pudiéramos llamar solemnes ó grandes, y en cambio, he escuchado y he visto aplaudir en Francia y en Italia La verbena de la Paloma, y la he oído canturrear á gentes de los Estados Unidos.

Celebrábase en el lugar de D. Luis la verbena de San Juan.

Otros años había acompañado a la Milagros a la verbena de San Antonio y a las del Prado; bailó con ella, la convidó a buñuelos, la regaló un tiesto de albahaca; aquel verano la familia del Corretor parecía tener empeño decidido de apartar a la Milagros de Leandro.

¡Ay Dios mío!... ¡Me sigue, me sigue el mareo aquel de la verbena... y lo que es ahora no hay álcali que me lo quite!... ¡Qué mareo ni qué!...

Amo las epopeyas, porque de ellas brota el soplo heroico que agita las banderas que ondean sobre las lanzas y los penachos que tiemblan sobre los cascos; los cantos líricos, porque hablan de las diosas y de los amores; y las églogas, porque son olorosas a verbena y a tomillo, y al santo aliento del buey coronado de rosas.

Su clero cierra los ojos á la voz de la razon, se resiste al progreso, se opone á las reformas, de la misma suerte que los sacerdotes paganos, cuando agitaban su tirso de oro y se ceñian su corona de verbena sobre las legiones invasoras de los godos, y á pesar de la proclamacion del cristianismo como religion del Imperio por el Senado de Teodosio.

Encontrarán el sereno, pero no les cantará la hora ni les dirá qué tiempo hace; mas el guardia de la esquina, los que en La verbena de la Paloma van á dar la vuelta á la manzana, les chapurrearán el francés é irán á donner le tour á la pomme, como dice un ocurrente caricaturista de la ciudad del oso y del madroño.

Era la verbena de San Juan.

Es verdad que la España de entonces no estaba en la situación actual; pero, con todo, a España no le ha faltado nunca ganas y dinero para divertirse; y don Diego de Silva Velázquez bien valía una verbena.

El que logra hacer una Verbena de la paloma, o una Gran Vía, y puede continuar en sucesivos partos de ese género, ya tiene la gruesa renta asegurada.

Ah, es doloroso tener que convencerse de que madame Blavastky no haya podido prolongar su vida quinientos años; que Papús haga negocios con sus facultades mágicas; que Peladan esté en continua berlina, y que Onofroff, el grande y culto Onofroff, tenga que sufrir muy pronto la misma suerte, el mismo triste olvido que la serpentina, el hombre descuartizado y La Verbena de la Paloma.

Que oiga la música, la mejor, cuando de oir música se trate; cuando se trate de bailotear en una verbena ó jolgorio de barrio, con una buena charanga tiene bastante; sobra la Banda municipal, como sobraría la Orquesta Sinfónica en el palacio más aristocrático si sólo de bailar rigodones, valses y cotillón era el caso.

De la calle vinieron admirables cuadros al teatro: La verbena de la Paloma, El santo de la Isidra; los hermanos Quintero trajeron las calles andaluzas, con su sana alegría y sus limpios donaires.

Venga v. m., entre, y cenará con nosotros, y verá como se huelga de habernos conocido; y entre segura tambien la señora reina Zenobia, alias Barbara; que gustaremos todos saber della cual de las yerbas le da más fastidio de noche, la ruda ó la verbena que se coge la mañana de san Juan.

Por lo que respecta á ser día de Santiago, patrón de España, y de San Cristóbal, mártir, me habían convencido de ello dos circunstancias: primera, la verbena de anoche: segunda, el aguador, que se presentó muy tarde, más cargado de vino que de agua, diciendo que hoy era su día.

Según mis cálculos, a mediados de junio debíamos de estar, porque noches antes, desde la atalaya del Puente de los Franceses, sobre el Manzanares, habíamos visto los farolillos de colores y escuchado las músicas de la histórica y muy celebrada verbena de San Antonio de la Florida.

Esta es, pintada a brochazos, la célebre verbena de la Paloma.

Esta noche es la verbena de San Juan; noche de ruido y de algazara.

Pues digo que hallándote de ese modo en la verbena, das en cavilar que ninguna de las muchachas que ves á tu alrededor vale para descalzar el lindo pie de la que está á la sazón casi en tu misma alcoba... ¡Dios, qué hombre! exclamó aquí el muchachazo, dándose dos revolcones sobre la cama.

Continuando la interrumpida historia, digo que desde lugar conveniente pudo observar el muy tunante que el atentado por él dispuesto con diabólica astucia, no tuvo los testigos que se imaginó, porque en la barriada no quedó alma viviente que no fuera á la verbena.

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