888 oraciones de ejemplo con la tristeza

La lluvia azota los cristales de la ventana y se ahíla en un lloro terco y frío, de una tristeza monótona, que parece exprimir toda la tristeza del invierno y de la vida.

Cuando el rumor se aquieta, alza su voz un mendigo gigantesco que tiene los ojos llagados por la lepra, y en aquella voz gangosa y oscura se arrastra como una larva la tristeza milenaria de su alma de siervo.

El ilustre Momaren ha sido joven, como todos, y guarda la tristeza de un gran desengaño amatorio.

Los universitarios hablaban de asuntos científicos; algunos doctores jóvenes discutían, con la tristeza rencorosa que inspira el bien ajeno, los méritos del camarada que en aquel momento estaba leyendo sus versos á una muchedumbre inmensa sobre la escalinata del templo de los rayos negros.

La energía moral, por victoriosa que salga de sus luchas con los obstáculos de la suerte y con las pasiones de los hombres, siempre queda herida de esa enfermedad incurable que se llama la tristeza; enfermedad que no siempre conocemos, porque no nos es dado contemplar a veces a los grandes caracteres en sus momentos de soledad, cuando dejan descubierta el alma en la sombra del misterio.

En los ojos negros y grandes había puesto todos sus signos de expresión la tristeza.

La soledad de aquella huérfana que vivía en compañía de un viejo excéntrico, la tristeza y necesidad de desahogo que en ella había notado, eran causas bastantes para estimular un espíritu menos impresionable y caballeresco.

Su situación en aquella casa fúnebre, la tristeza en que vive y se consume, ¿no serán causa de que desee libertad, vida, afectos, todo lo que allí no tiene, ni puede, ni sabe darle ese joven indiferente, ocupado por la pasión política?

Había, no obstante, en sus ruegos un tinte de frialdad que dejaba traslucir, para el espíritu penetrante de una mujer, el sordo disgusto y la tristeza que en el fondo del alma sentía.

Así y todo quedó murmurando pestes, diciendo que él no había aguantado jamás ancas de nadie y que menos las aguantaría ahora de su suegra, con otra porción de frases igualmente enérgicas que derramaron la tristeza por el rostro de Irenita.

Ella también se sintió dominada por la tristeza de la situación, a la cual ayudaba la del paisaje, y tuvo la delicadeza de no desplegar los labios.

la niña de Luzmela posaba una mirada átona y errante sobre la tristeza helada del salón enorme, y oyó vagamente alzarse en el silencio sepulcral de la casa un tarareo gangoso seguido de una escala vocal rota y aceda.

Fray Baltasar, cabizbajo, penetró en su retiro y se recostó en la dura tarima que le servía de lecho; la fatiga y la tristeza pesaron sobre sus párpados y el sueño le proporcionó momentáneo alivio.

El día siguiente cumplió sus deberes con la mayor exactitud, pero el hermano Gilberto, el novicio, notó la tristeza de su rostro, y el prior lo miró a menudo en el refectorio.

La dirección del Padre Solano fué bien corta, pues la falta de alimentos, la naturaleza de estos, las fatigas causadas por las incesantes luchas y la tristeza que le ocasionó el martirio de su compañero, rindieron aquella existencia, ocasionando su muerte una aguda enfermedad.

Es bien sabido que la vista de un objeto asqueroso nos provoca á vómito, y la tristeza de un amigo nos entristece: Si vis me flere, decia HORACIO[a], dolendum est primum ipsi tibi.

Todos tenemos un conjunto de mentiras que nos sirven para abrigarnos de la frialdad y de la tristeza de la vida; pero Yurrumendi exageraba un poco el abrigo.

La envidia y la tristeza del bien ajeno son enfermedades del espíritu.

A Cacochipi, que estuvo varias veces invitado a comer con la familia de Arizmendi, le chocaba la tristeza del padre y de la madre y de las hermanas y quiso alegrarles un poco; porque, como dice el profano: Omissis curis, jucunde vivendum esse; lo cual quiere decir que se debe vivir alegremente y sin cuidados.

Su fisonomía, que anuncia por lo comun la timidez y la tristeza, es vivaz sin embargo, y ofrece el tipo de la falsedad y de la astucia: empero las facciones de los hombres nada tienen de repugnante, y hasta hay algunos que pueden pasar por agraciados.

Si puedo servir en otra cosa á la señora, mándeme... Se retiró al fin, luego de insistir en sus deseos de ser útil á Elena y en la tristeza que le causaba abandonar su servicio.

Don Manuel, viendo cómo las aguas insistían en su obra destructora, pasó de la tristeza á la cólera.

¡Qué diferencia! decía Herminia, entre esta deliciosa comida y las que hacia en Rouxmesnil, entre mi tía y Bobart! ; ¡se acabó la tristeza!

Entre todas esas casas silenciosas y negras, hechas para el duelo, la tristeza y la mala suerte, ninguna más lúgubre que la situada en la calle de Petits-Champs, número 47 duplicado, ante la cual se detuvo muy temprano, el primer día de Pascua de Navidad, el coche de Cipriano Marenval.

¿Acaso su corazón permanecerá siempre sumido en la tristeza y no se abrirá á más dulces sensibilidades?

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