368 oraciones de ejemplo con emperatrices

¿Qué necesidad tenía ella de emperatrices, cuando era en su casa la Emperatriz de la hermosura, de la discreción, de la elegancia y del buen tono: una princesa de Lieven o una madame Recamier de entretrópicos?

Calla, Sancho amigo dijo don Quijote, que, pues esta señora dueña de tan lueñes tierras viene a buscarme, no debe ser de aquellas que el boticario tenía en su número, cuanto más que ésta es condesa, y cuando las condesas sirven de dueñas, será sirviendo a reinas y a emperatrices, que en sus casas son señorísimas que se sirven de otras dueñas.

¿A qué la perseguís, emperatrices?

El otro día eran para usted emperatrices, y ahora...

Pues digo; si me la hacen camarista de reina, o dama de honor de emperatrices, ¿qué ha de hacer sin la desenvoltura, el desenfado, la astucia que el buen servicio y concierto de los palacios exige? Cierto; a cada cual se le debe educar según su destino.

¿Quién sabe si serían algunas costurerillas, algunas profesoras de primera enseñanza que habían venido a oposiciones, o algo no menos cursi, aquellas dos que le habían hecho hacer lo que no hizo jamás ni por reinas y emperatrices? III El Conde de Alhedín se guardó muy bien de contar en el Veloz-Club su conato frustrado de persecución y el desdén con que le habían tratado las dos desconocidas.

Doña Constanza tuvo lepraenfermedad que en aquellos tiempos no perdonaba á las emperatrices, y Santa Bárbara curó milagrosamente á su devota.

Así debían oler las emperatrices, así debía ser el contacto de su epidermis.

¡Oh, no! Poco entiendo de cosas del mundo; pero me parece que los grandes doctores pueden casarse con... Con las reinas, con las emperatrices.

Habíase incorporado súbitamente, y sus ojos azules, en que brillaba una claridad perversa, hecha de lascivia y de crueldad, la luz que debió de fosforecer en los ojos de las emperatrices ante los cristianos arrojados a las fieras, seguían un drama lejano.

Siete estátuas de medio cuerpo en sus nichos de marmol en la parte superior de dicha galería unas antiguas y otras modernas de emperadores y emperatrices romanas.

¡Vaso de miel y mirra brotó de la amargura! Ella es la más gallarda de las emperatrices; Princesa de los gérmenes, reina de las matrices, Señora de las savias y de las atracciones, Señora de los besos y de los corazones.

¡Se descubre allí la firme resolución del artista de no conceder su pincel sino á cosas bellas, ilustres, ricas de forma y de materia; de no reproducir sino caras redimidas de la miseria humana, vírgenes que son reinas ó emperatrices, y bajo cuyos pies la impureza, la bestialidad y la violencia no se atreven á desatar sus ondas de fango! Esta parrafada es de Limsoe ante el cuadro de los Desposorios...

Ya los gorriones tornasolados, esos amantes acariciadores, adulan a las rosas frescas, esas opulentas y purpuradas emperatrices; ya el jazmín, flor sencilla, tachona los tupidos ramajes como una blanca estrella sobre un cielo verde.

Ya no arrullaban los sueños del presumido mozo dulces sinfonías, ni visiones de palacios de oro, donde reinas y emperatrices le vestían y le calzaban, duques eran sus mayordomos, y marqueses sus criados.

Veinticuatro retratos de emperatrices para don Rodrigo Calderón, y para el duque de Lerma un vaso de plata de grandes dimensiones, con colores, dos vasos de oro y gran número de pinturas, que consistían en copias, mandadas sacar en Roma al pintor Pedro Facchetti, de los cuadros más preciados de aquel tiempo».

» ¡Ah, señora, os lo creo! Hay una edadla belleza inteligente es de las diosas y los inmortales no tienen edadhay una edad en que el triunfo femenino muestra su supremo encanto; es la edad que sigue a la primera primavera: esa es la edad de las emperatrices.

Una Margarita Gauthier que nos rememoró la historia sentimental de sus famosas flores, de su pasión, de su sacrificio y de su muerte, de un modo nuevo, impresionando y conmoviendo como solamente es dado hacerlo a las emperatrices de la escena.

Después del solemne entierro del ilustre guerrero y legislador, Kao-Sung repudió á sus legítimas esposas, emperatrices del Poniente y del Levante, y sentó á su lado, en el trono, á Vu, dándola el título nuevo é inaudito de reina celestial.

Pero el círculo de admiradores fue mermando, mermando; el aura dulcísima de la celebridad no jugó más con su riza cabellera de oro; nuevas emperatrices de la hermosura destronaban á Carmen; de sus manos caía el cetro de la moda.

Y dejando los materiales portentos de la naturaleza, allí veréis en fieles retratos todas las personas insignes de los siglos, así hombres como mujeres, que de verdad las hay; los sabios y los valerosos, los césares y las emperatrices, no ya en oro, que ésa es curiosidad ordinaria, sino en piedras preciosas y en camafeos.

Las únicas riquezas que conserva la pagoda de su esplendoroso pasado son las vestiduras rituales, regaladas muchas de ellas por remotas emperatrices.

Tan extraordinario me pareció este encuentro en los linderos del inmenso bosque fúnebre, que llegué á imaginar la absurda hipótesis de que una de las antiguas emperatrices hubiese abandonado su sepulcro por unas horas para correr la China del presente, constituida en República... Y no la vimos más.

Á creerlos, reinas la vestían y emperatrices la peinaban; no por el lujo, que nunca fué tentada de él, sino por el modo; el sol y la luna llevaba pintados en sus ojos negros; y no parecía sino que los mismos ángeles le plegaban los labios cuando sonreía.

Entonces Tolstoi remontó el curso de la historia, y concibió el proyecto de una novela épica sobre Pedro el Grande; y después otra: Mirovitch, sobre el reinado de las emperatrices del siglo XVIII y sus favoritos.

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