25 colocaciones para bandejas

Causábale admiración y envidia la señora del petitorio, que no cesaba de repiquetear con una moneda en la bandeja de plata.

De pronto vieron los disputadores que entraba en la habitación don Florencio, con una bandeja de dulces, copas y una botella.

En poco tiempo descubrióse el fondo de las bandejas.

Las criadas de las bandejas pasaron de nuevo recogiendo las tacillas vacías, y rogando á los señores que tomasen otra de otro almíbar, como en efecto la tomaron muchos.

Enfaenado Rafael en distribuir el contenido de la bandeja, entre el coro de «¡Vivan cuanto deseen! ¡Dios le guarde de una envidia! ¡

Siguió el diálogo todavía un buen rato sin elevarse á cosa de más importancia, hasta que entró en la sala un mocetón, exótico, por la traza, con el desayuno pedido, en amplia bandeja de latón que al oro remedaba por el color y lo reluciente.

Aparece Regla de nuevo en el gabinete con media docena de frascos en una bandeja, y con enormes rollos de vendajes limpios debajo del brazo.

Entonces llegaron los esclavos con bandejas llenas de manjares y dulces, y los repartieron entre los presentes, que comieron y bebieron hasta la hartura, según es costumbre en los entierros.

Venían de misa; de sonreír en el atrio de la catedral a sus parientes y conocidos; de pasear por las calles limpias, esmaltadas de sol, como flores desatadas sobre una bandeja de plata con dibujos de oro.

, con unos lazos en una bandeja.

El marqués no cabe en de gozo porque me ve extático, y lo atribuye al mérito particular de sus bandejas y jarras, no á la idea general que me suscitan.

una mesa con la indispensable bandeja para que los fieles oblasen limosnas.

Y se afirmó con más fuerza las manos sobre la cabeza, sentándose en el sillón a esperar el chocolate, porque ya sonaban en el corredor los pasos del ama y el timbre de las jícaras en el metal de las bandejas.

Un mozo discurre con una bandeja; la concurrencia se va retirando calladamente.

Y en el silencio, nuestros besos volvían a comenzar espaciados, sonando dulcemente y comparables (en la lengua florida de aquellos países) a perlas que caen, una a una, sobre una bandeja de plata... ¡Oh, suaves siestas de los jardines de Pekín! ¿Dónde estáis ahora?

Entran nuevos criados en el kiosco, portadores de grandes bandejas cubiertas de tapices de seda con bordados de oro.

En esto apareció el loco en la puerta con una bandeja en la mano, la bandeja en que acostumbraba a transportar los mendrugos, como preciosa mercancía, a su habitación.

Traía un telegrama en la bandeja.

A las diez menos cuarto, Fletcher, con dos teteras de plata en una bandeja, y Tita, con otra bandeja con tazas y un azucarero de China.

Cierto es que, en el mejor restaurant, os quedáis unos cuarenta minutos delante del mantel limpio—he escrito allí casi todos mis apuntes;—pero todo se explica cuando el negro arremete con la bandeja de abundancia y os sirve todo de una vez.

Razón llevaba en ello, porque la mañanita estaba fresca, el azahar trascendía á gloria, y sobre la rústica mesilla de piedra encandilaba los ojos y excitaba el paladar la vista de la bandeja con el pocillo de Caracas, la pella de manteca recién batida, que aún rezumaba suero, el vaso de agua serenada en el pozo, el pan de dorada corteza y las lengüetas rubias de los bizcochos finamente espolvoreados de azúcar.

Demora en el fondo de un primoroso vallecito formado por dos cordones de altos collados ó colinas que lo encierran, dándole al conjunto el aspecto de una inmensa bandeja de verdura salpicada en su fondo de vivos colores.

; pero por aprisa que Angela cerrase las puertas de las habitaciones interiores, el gaditano pudo ver baúles abiertos, con las bandejas fuera, ropa desparramada, cajas, sacos...

Se inflamaron de pronto las luces del techo, huyeron máscaras y animales, como un aquelarre sorprendido por la salida del sol, y únicamente quedaron en el comedor los camareros con sus bandejas de helados, comenzando el reparto.

Del fondo del segundo salón llegaban, confundidos con risas de mujeres y choque de bandejas, los tecleos del piano y los gemidos de los violines; del techo, coloreado a la vez por el reflejo azul de la tarde y el frío resplandor de las ampollas eléctricas, descendían gorjeos de pájaros, como una evocación campestre que parecía animar la artificial rigidez del jardín contrahecho.

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