32 Metáforas para ruidos

El ruido era atronador; la nota grave y solemne de que he hablado antes, había desaparecido en las vibraciones de un alarido salvaje y profundo, el quejido de las aguas atormentadas, el chocar violento contra las peñas y el grito de angustia al abandonar el álveo y precipitarse en el vacío.

El ruido del hierro y de la madera y la trepidación uniforme eran como canción que atraía el sueño.

Salió, en esto, el Güésped en camisa, los pies en unas empanadas de Frenegal, cinchado con una faja de grana de polvo el estómago, y un candil de garabato en la mano, diciendo que se sosegasen; que aquel ruido no era de cuidado; que se volviesen a sus camas, que él pondría remedio en ello.

¡Siquiera el ruido es ya una distracción en esta ociosidad perdurable! (P126) Óyense hacia el Norte estruendos misteriosos....

Entré en varios cafés; el ruido de las conversaciones era en todos ensordecedor.

Mas he aquí que cuando más vivo era su entusiasmo y mayor el ruido, ven aparecer de lejos la figura estrafalaria del señor de las Matas de Arbín.

] fué tal su ruido y tan grande el horror que les causó, que agitados todos de un terror fanático, dieron á huir por cosa que no montaba un caracol.

El ruido del romper la ola, no es el gemir monótono y acompasado que produce en la generalidad de las playas.

La leyenda nos dice que en otro tiempo los ruidos confusos que salían de esas profundidades eran gritos de desesperación, sollozos de víctimas.

Mira qué de furiosos; teas encendidas, sangre, saqueo, confusión: todo ese ruido son nueve letras: fanatismo palabra-loco-de-atar; sin embargo, nadie la ata.

Este ruido metálico y el martilleo del zapatero eran las únicas manifestaciones de trabajo que turbaban el sagrado silencio del claustro alto.

Aspirando bien, llegas a encontrar a la flor algún perfume recatado y modesto; las frutas no son ni agrias ni dulces, pero insípidas; los instrumentos músicos carecen de sonoridad, su ruido es mate; chinos y chinas cantan en falsete, sin vibraciones en la voz y en el diapasón de la confidencia; se diría que hacen música en secreto.

El ruido de la piqueta que abría los cimientos de las nuevas costumbres era el memento de su existencia.

Se acostó; se amortajó en la ropa blanca del lecho; envolvió el revólver en una frasada para que la detonación fuera sorda, para que el ruido muriese ahogado en la cobija; se tanteó el sitio del corazón; alzó la franela; se apoyó el revólver en el pecho, y disparó.

Por lo común, el mayor ruido es el murmullo acompasado y dormilento que producen los relatos eruditos o doctrinales del médico o del abogado o de los señores curas.

Un ruido acompasado y monótono vino á interrumpir el silencio; eran los pasos de los archeros normandos que entraban formados, con sus antiguos capitanes á la cabeza, en el terraplén á que correspondían las ventanas de la cámara.

Este ruido, este ir y venir, este pisar de caballos, no pueden ser otra cosa más que la entrada de Su Majestad, y como yo he venido aquí con mi ejército para esperarle, conferenciar con él y recibir sus reales órdenes, voy a vestirme al momento y a subir, porque no conviene que aguarde nuestro señor.

, Y arroja un rey de palo á la laguna: Debió de ser sin duda buen pedazo, Pues dió su Majestad tan gran porrazo Que el ruido atemoriza al reino todo: Cada cual se zambulle en agua ó lodo; Y quedan en silencio tan profundo, Cual si no hubiese Ranas en el mundo.

Solo hemos oido el crugir de las gotas de la lluvia sobre el agua allí depositada, pero nunca nos hemos podido hacer la ilusion de que aquel ruido procediese del gemido de un alma condenada, ni del canto de un ser sobrenatural.

¿Es la onda del Motagua que la ciudad inunda? No, cacique; ese ruido es del pueblo Pipil.

El ruido de un péndulo cuando se está en cierta disposición de ánimo, es un ruido que crispa los nervios.

De noche, el ruido de la lluvia, esa canción del agua, es como un rumor que acompaña resonando en los tejados y en los cristales; ritmo olvidado vuelto a recordar.

El único ruido que alteraba a la sazón el silencio del hermoso paseo de las Delicias, era el saludo que hacían las aves al sol en su ocaso.

El ruido de las campanas que se echan á vuelo y es señal de que acaba el luto de la pasión y comienza la gloria, que para los mundanos consiste en amor y carne.

Al atravesarla sentí el ruido que cerca producía la citada reyerta entre los licenciados y los suizos; oíase lejana algazara, y al extremo de largo callejón vi algunas mujeres que corrían gritando.

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