62 colocaciones para rasqué

La mujer, que come una manzana y tras de cada bocado que le tira se rasca la cabeza por debajo de la muselina, es la costilla de Antón Perales.

El sabio legislador espartano se rascó la oreja y dió un 7 suspiro.

Te aseguro... Tu felicidad ante todo, hija mía; por verte dichosa me resignaría a rascar la tierra con las uñas.

Allí ves músicos que rascan las cuerdas en trajes suntuosos mientras los convidados vacían las ánforas en las que el agua se ha convertido en vino.

D. Melchor sabía hacer algunos juegos de manos; D. Peregrín Casanova sazonaba la tertulia con salerosos cuentos; Cándida recitaba admirablemente al piano varias fábulas morales; por último, el P. Joaquín tocaba, rascando los dientes con las uñas, cualquier pieza musical, y remedaba el grito del gallo con tal perfección que cualquiera le confundía con este bípedo.

El mesonero, hombre alto, seco y ya entrado en días, estaba rascando una guitarra para divertir a su mujer, que mostraba oírle con gusto.

Pensó mucho y se rascó la frente.

rascar, to scratch.

Se me figura estar oyendo el bulle-bulle de las ochenta patas de sillas rascando ligeramente la alfombra gris perla, y ver á los criados ajustarse apresuradamente los guantes, mientras desfilamos y ocupamos nuestros asientos.

Registró precipitadamente sus bolsillos, rascó un fósforo, miró alrededor, encendió una vela puesta en un candelabro....

Pues la verdaddecia Presentacion rascando con una uña la pared y sin despegar la vista de allíporque estoy enamorado.

El mozo ya no rasca laúdes ni vihuelas, y se pasea por el Cerrillo de San Blas muy cabizbajo y melancólico.

El diputado ultramontano manifestóse muy alegre por aquella solución, que evitaba todo peligro para su vida y le libraba de un temible enemigo; pero, de pronto, sus ojuelos brillaron con cierta malicia, y se rascó su colgante y grasosa sotabarba con expresión de incertidumbre.

¡y cuando aún me rasco los coscorrones de uno muy amargo!

La risa de la anémica se volvió tos, una tosecilla que le rascaba la garganta y la sofocaba, obligándola a sentarse en un banco rústico de los muchos que en el parque había.

Leticia bajó algo la cabeza, sin dejar de sonreírse, y se rascó un poquitín la sien derecha con un dedo, muy mono por cierto.

La dalaga, vió que Bindoy se paró, que miró, y que abrió la boca; oyó que pronunció el eureka tagalo, ó sea el característico, ¡aba! y sobre todo, observó que bajó la mano y se rascó con el mismo mimo y parsimonia que podría hacerlo un gitano sobre el lomo de un pollino en feria, y visto y oído lo anterior, dejó jalo dentro del lusong y miró de reojo á Bindoy como diciendo, mañana serás el que piles.

C. Señor Bachiller, á vos habemos menester; sarnoso sois en amores, que rascando sacais sangre con humores.

Se rascó la barba el piloto con una expresión de perplejidad, rebuscando las palabras fugitivas.

Es de un individualismo rabioso: le place más rascar sus liendres al sol en medio del arroyo, que aprisionarse en el régimen un poco frío de las Casas de Caridad, donde, además, tienen que aguantar la férula religiosa.

Un vagamundo con su cilindro y su mono, una música de la murga en que rasca el arpa, chisporrotea un violin y una flauta asmática, destrozan al artista más pintado; unos perros sabios, un equilibrista, los sacan de quicio.

Hecho esto, rascó con las uñas lo mayor del barro seco que aún conservaba pegado á las zancas; se bajó las perneras que tenía arremangadas; las dió unos manotazos hacia los pies; frotó luégo ambas palmas contra las respectivas caderas; lió un pito, echó una yesca, y le encendió; y como quien se dispone á tomar una resolución heróica, restregóse las manos y cogió con cada una de ellas una sarta de pescado.

Zarandilla se metió entre ellos, adivinándolos por el tacto, marchando a ciegas en la penumbra de la cuadra, acariciando a unos en los ijares, rascando a otros en la frente, llamándolos con nombres cariñosos y librándose por instinto de las patadas de impaciencia y de alegría que daban con sus cascos herrados.

Los mendigos no ejercen su profesion mostrando llagas ni deformidades; tocan un órgano en el quicio de una puerta, rascan el violin en una plaza, llevan al pecho una tarja escrita, contando la vida de San Alejo, y ponen á su frente un cuartillo de hoja de lata para que allí deje sus centavos el que quiera.

Luego, el caballero grillo rascaba su averiado violín en el umbral de la covacha.

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