125 Metáforas para voz

Y así de la antigüedad Tomando Madrid aquella Parte festiva, y dejando La gentílica depuesta, Usó el regocijo sólo, Mejorando ilustre y cuerda El rito, pues que fué dando Al cielo gracias inmensas De sus dichas, cuyas voces Váriamente lisonjeras, Fueron el epitalamio Que España cantó contenta, En música, que es confusa, Más dulce, si no más diestra.

Más que los cantantes, cuya voz ahoga completamente el abejorreo de los diálogos, de las observaciones acerca de tocados, galas y joyas, interesan al público los dos alabarderos de guardia en los ángulos del escenario con el telón, inmóviles.

¿Y qué sino la incertidumbre, la duda, la voz de la razón era el abismo, el gouffre terrible ante el que temblaba Pascal?

Al recobrarla lenta y oscura, la voz del señor Poenco fue el accidente que me dio a conocer que había mundo.

¿Quién va?dije dando á mi voz acento formidable y amenazador.

Yo me volví atento al primer ruido, y me pareció oír voces que cantaban al son de dulces acordes: "Te Deum laudamus.

Sus grandes ojos negros dejaban escapar relámpagos de dulzura y de bondad; su voz fuerte y metálica adquiría a veces inflexiones suaves.

una voz ¡ay bien mio! Pudo nuevo aliento darme, Pudo hacer feliz mi muerte.

Estas dos voces, que son ahora sin sentido para nosotros, fueron entonces el alma de muchas y ruinosas empresas.

89 Y cuando entraba Moisés en el tabernáculo del testimonio, para hablar con El, oía la voz del que le hablaba de encima de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines; y hablaba con él.

Una voz dulce, fuerte, igual, flexible y modestamente imperiosa es de admirable auxilio para la persuasion.

Mi voz es como una avispa en un saco de piel y de huesos.

Y cuando los que van detrás se disponen á seguirle, una mujer en enaguas lanza un grito, y abalanzándose á la puerta, ciérrala con ira, mientras la voz de un hombre suelta una blasfemia en francés desde el fondo de aquel misterio inexplorado.

Aquellos brazos que le sujetaban y aquella voz que le hablaba, mojada en lágrimas, eran los brazos y la voz de Quevedo.

La voz Atticci es un calificativo de igual valer á nuestra voz «poderoso», ó más bien «omnipotente».

Su inundante palabra se derramaba sin término sobre las superficies, sin que su voz, alta y acatarrada, cambiase de tono.

Tuvo en su alma varonil asiento La virtud inflexible y verdadera: Nueva edad comenzó su nacimiento: Fué su genio la antorcha de otra era: Su victorioso nombre llenó el viento: Su gloria vivirá imperecedera: Con orgullo español mi voz la canta, Mi fe venera su memoria santa.

Con esto, amiga de chismes, de meterse en líos y enredar a la gente; caminaba con desgaire atroz, a la manera del papagallo, los pies atravesados y a pasos menudos; su voz era chillona y de timbre antipático, tan estridente, que se metía en el oído y allí se estaba vibrando sobre el tímpano, como insufrible chicharra, hasta total aturdimiento...

» , que la voz del niño Oráculo es del cielo Para anunciar consuelo A un pueblo en horfandad, Y sus puras palabras Al tiempo de verterlas Se convierten en perlas En la urna funeral.

La voz de la sangre de tu hermano clama a desde la tierra.

En una palabra, la voz del pueblo, conjunto inconsciente de todas las voces sociales, en vez de ser fiel intérprete de la voz de Dios, es el colosal berrido de la bestia humana.

Esa voz que se oye abajo... ¡Es la condesa! Se ha vuelto a toda prisa, furiosa sin duda de que la haya engañado.

Se acordó del padre Claudio, aquel bello ideal con sotana, cuya voz la conmovía como música deliciosa, y que exhalaba perfumes que la producían escalofríos de placer.

Su voz sola era un consejo de serenidad amorosa.

La voz quebracho es una contracción de la expresión familiar española y portuguesa, quiebra hacha, que originalmente se aplicó a muchos árboles de la América española.

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