En Lancia se ríen también de sus proezas y le miran como un viejo bufón del loco y heráldico señor de Quiñones.

No, hija míadijo el bufón, y según noticias mías, no vendrá esta noche.

¡Pobre Raimundo! si á él le denigraban sus sablazos, en mí eran medio indirecto de gratificar al bufón de mi opulencia, de pagarle la tertulia que me hacía y las adulaciones con que halagaba mi vanidad.

¡Ah! ¡sí! hasta de los niños se echa manodijo el bufón.

Montiño, inmóvil, con los escasos cabellos erizados de horror, se quedó en el sitio donde le había dejado el bufón, murmurando: ¡Desdichado de mí! para librarme del castigo de ese crimen que no he cometido, me veo obligado á cometer un crimen horroroso.

Por esta razón, cuando el sargento mayor fué á entrar por aquella puerta, se encontró con el bufón.

Os espero esta tarde en el convento de Atochadijo el padre Aliaga al bufón.

Volvióse todo hosco é incómodo el cocinero y vió al bufón del rey.

El padre Aliaga dió á tientas la mano al bufón.

En eso pasaban la vida los amigos del rey: en jugar y en pelearse por celos con los bufones de palacio, que les tenían odio por holgazanes, y se lo decían cara a cara.

Pues por ahí tenéis cogido al bufón del rey.

Apenas se esparció por Córdoba la voz de que la marquesa vieja de Almenara se casaba con don Manrique de Medrano, cuando comenzaron los bufones a divertirse muy a costa de la buena viuda; pero por más que agotaron todas sus bufonadas y chocarrerías, no aflojó ésta un punto en su resolución.

, y dejemos que corra el ovillodijo el bufón.

Mi semblante debía parecer una mascarilla de yeso; pero yo me ponía delante el papelucho para que Manuel no me viera, y por delante de mis ojos pasaban, cual bufones cojos, unos rengloncillos diciendo: «botinas de chagrín, para señora, 54 reales,» ó cosa por el estilo.

Después descansaréisdijo el bufón; pero antes, concluyamos; encended, encended la luz.

¡Ah! ¡habéis inventado un manjar!...dijo el cocinero, que tenía graves motivos para no atreverse á desobedecer al bufón.

Si de improviso el ancho arroyo de una calle, causado por la continua lluvia, detenía á doña Clara, el bufón la asía por la cintura, y levantándola como una pluma, á pesar del enorme peso de buena moza de la joven, la ponía al otro lado del arroyo.

* * * * * Pero ¡ved! ¡Entre la algazara de los cómicos, y desde los desiertos bastidores, aparece arrastrándose una forma color rojo de sangre! La forma se retuerce, se retuerce devorando a los bufones que padecen angustias espantosas; y los querubes lloran ante el monstruo que se goza en sangre humana.

Gracias, Manueldijo dirigiendo la palabra de una manera fría al bufón; habéis hecho más de lo que yo quería; esto es magnífico.

No somos charlatanes como los griegos, que se arrodillan con admiración ante los monigotes de mármol y disputan como bufones sobre lo que hay más allá de la muerte.

Pues ¿qué pasa, hijo?contestó dominándose el bufón.

Se echaba de ver que Antón era el emperador y Anguila su bufón.

La excitación febril del tío Manolillo asustó á Dorotea, la asustó por don Juan; comprendió que debía engañar al bufón.

Pero no entiendo por qué pueda ser enemigo de don Rodrigo el bufón de su majestad.

Según lo que yo he entendidodijo el bufón, vos tenéis la culpa de todo, señor Francisco Montiño.