25 Verbos a usar para la palabra camilla

» Entonces le dijo al paralítico, «Levántate, toma tu camilla, y ve a tu casa.

Con la puerta de una cabaña le improvisaron una camilla y le trajeron á México escoltado por los oficiales Gregorio Ruiz, Miguel Medina, Julián Fonseca y Román Pérez.

Cuando lo habían descubierto, bajaron la camilla en la que estaba el paralítico acostado.

No es permitido para ti cargar la camilla.

Entra DON ÁLVARO herido y desmayado en una camilla llevada por cuatro granaderos, EL CIRUJANO á un lado, y DON CÁRLOS á otro lleno de polvo y como muy cansado; un soldado traerá la maleta de Don Álvaro y la pondrá sobre una mesa, colocarán la camilla en medio de la escena, mientras los granaderos entran en la alcoba, á hacer la cama.

Habíamos visto que comenzaba a bajar la corta escalinata del chalet una camilla cubierta con un paño negro y cargada por dos mozos funerarios.

Sobre el hule que cubría la camilla estaba el rosario de Tirso y un librito de lecturas devotas, con las tapas abarquilladas y mugrientas.

Como papá no puede ir por su pie, y el encajonarle en un simón sería incómodo porque no podría llevar las piernas extendidas... si lograses que nos dejaran una camilla...

Empiezan á descender camillas por la cuesta del desmonte.

Diéronme mi camilla.

Al principio había considerado su cuarto como un rincón, únicamente bueno para dormir; después comenzó á encontrarlo un lugar admirable de esparcimiento, mandó poner cristales á las rejas, que no tenían más que maderas, y encargó al marido de la Dominica una camilla para leer delante de la reja con los pies calientes.

» Los franceses hasta ahora se contentaban generalmente con enviar la camilla.

Concepción Arenal puso como lema á una de sus obras las siguientes palabras: «La Beneficencia envía al enfermo una camilla; la filantropía se acerca á él; la caridad le da la mano.

Cuando ya la tarde se iba obscureciendo y la calle de Alcalá tomaba su aspecto normal, vi pasar una procesión fúnebre: marchaba muy lentamente, a su cabeza, una camilla cubierta de mantas, y cargada por seis robustos mozos; toreros, amigos, periodistas y curiosos, la seguían.

Metiéndose bajo la camilla escarbó doña Manuela el brasero, arropó el rescoldo y, designando luego el puesto que había de ocupar cada cual en la cena, dijo: aquí, papá donde siempre, a su lado Pepe, luego yo, y Millán junto a ; ¿te parece bien?

Desde las tres de la tarde empezaron las señoras, y no solo las convidadas sino otras muchas, que a las nuevas del entretenido festín se convidaron ellas mismas a ocupar los asientos, recibidas con grandísimo agrado de la discreta Laura y hermosa Lisis, que, vestida de la color de sus celos, ocupaba la camilla, que por la honestidad y decencia, aunque era el día de la cuartana, quiso estar vestida.

Por el día se le vestía un hábito de religiosa para que pudiera pasearse con las hermanas en el huerto, y por la noche se acostaba en la iglesia, detrás de una estatua de Santa Clara, en el fondo de un escondrijo, donde habían puesto una camilla.

Mientras Zuaznavar mandaba recoger los diez y ocho fusiles y cananas de los carlistas muertos y preparaba dos camillas para sus dos heridos, se le acercó el alcalde de Vera.

Un herido no cesa de gritar: ¡Los ingleses! ¡Los ingleses! Retiembla la camilla, saca los brazos agitando las manos: ¡Los ingleses! ¡Los ingleses! Y siempre lo mismo, el mismo sopor inexpresivo en el grito, el mismo pensamiento oscuro dando vueltas como la piedra de un molino.

Al salir de la hacienda la camilla en que llevaban á Blanca, la vieja guió en direccion del Norte; pero apenas perdió de vista la casa se salieron del camino y contramarcharon tomando un rumbo tan enteramente diverso, que vinieron á resultar á poco al Sur de donde habian partido: esta precaucion les salvó.

Dos portadores, un anciano y un niño, sostienen una camilla hecha con ramas y sobre ella va tendido un cadáver cubierto por un andrajo de hedionda suciedad, que parece oler á cólera, á peste bubónica, á todas las enfermedades contagiosas de la multitud indostánica.

Cuando á los portadores les llega el agua á la cintura sumergen la camilla fúnebre.

El viejo y el niño acaban por abandonar su camilla y desaparecen.

Al instante se abría el muro más próximo, vomitando una camilla y dos bomberos, que hacían desaparecer el cuerpo importuno como por encantamiento.

A la sombra de un carretón de madera yacía uno de aquellos hombres, exánime, los ojos entreabiertos; otros dos, silenciosos, arreglaban una camilla de caña, sin ira, sin dolor, sin impaciencia, lo que era propio del carácter atribuído á los naturales.

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