27 Adjetivos para describir hormigas

Desde una alta casa construida en un promontorio, una vez á esos entecillos casi imperceptibles, á esas negras hormigas humanas, andar lentamente por una especie de cuneta, entre dos paredes de nieve.

Desde una alta casa construida en un promontorio, una vez á esos entecillos casi imperceptibles, á esas negras hormigas humanas, andar lentamente por una especie de cuneta, entre dos paredes de nieve.

La pobre hormiga, ahora que su madre, ya en el cielo, no era una carga para ella, había logrado hacerse un poco de ropa con su trabajo.

Se reposan un momento; saludan un poco desdeñosas a los árades agazapados en las grietas; miran indiferentes a las hormigas diminutas que suben rápidas en procesión interminable.

La hormiga codiciosa Trabaja en sociedad fructuosamente; Y la abeja oficiosa Labra siempre ayudada de su gente.

Mil diminutas hormigas coloradas estaban a la sazón ocupadas en devorar lo que quedaba.

La hormiga colorada y las ratas, en cambio son muy abundantes, siendo verdaderos enemigos de los productos del suelo; á pesar de esto no se crean las extravagancias y exageraciones que respecto á las ratas de Marianas se cuentan, pues la abundancia á que aludimos podrá ser un mal, mas no una calamidad de las proporciones dadas por algunos.

Cuando un estallido las quebrantaba demasiado, los trogloditas salían de noche, como hormigas desveladas, recomponiendo ágilmente el «tejado» de su vivienda.

Bueno: quedamos en que el tal hortera es una diligente hormiga.

Todo iba como una seda para aquella feroz hormiga, cuando de súbito le afligió el cielo con tremenda desgracia: se murió su mujer.

Entre aquellas hormigas humanas habíalas de pocos años y buen palmito, risueñas unas y alborotadas con la boda, otras quejumbrosicas y encendidos los ojos de llorar, con la despedida.

Como hormigas iban y venían de sala en sala, despellejando aquí á las que acababan de dejar allá, mientras eran despellejadas á su vez por aquéllas y por otras, en una madeja de chismes, embustes, habladurías y calumnias que no hubiera desenredado el mismo Job con toda la paciencia que se le atribuye aun, pese á las protestas, clamores y vociferaciones que llenan su libro del viejo testamento.

Aquel hombre era una hormiga infatigable para la rebusca.

Pero su familia sabía aprovecharse de esta amistad, especialmente su yerno, el Azul de la Virgen, un camándulas, según decía la vieja, que hacía dinero hasta de las telarañas del templo; una hormiga insaciable que, valiéndose de la amistad del cardenal y su suegra, iba adquiriendo nuevos privilegios, sin que sacerdotes y sacristanes osasen la menor protesta contra él viéndole tan bien protegido.

Se encontraba desorientado por un vacío parecido al que la hormiga laboriosa encuentra cuando se ha desmoronado la tierra en el sendero que conduce a su nido.

¡Adentro! ¡Adentro, majaderos! ¡Adentro ahora mismo o les pisoteo a ustedes como miserables hormigas! ¿Qué pasó allí entonces?

Habían venido éstos de muchas leguas de distancia, bajando las montañas como rosarios de hormigas multicolores.

Tal las hormigas próvidas saquean Riquezas que en sus antros acumulan; Y, en la hierba cruzándose, negrean, Y en senda angosta, por do van, pululan: Unas á empuje granos acarrean, Otras, á la que tarda ora estimulan, Corrigen ora á la que pierde el tino; Con tanta agitacion hierve el camino.

Son innumerables; se les encuentra en las calles, en los caminos de la costa, subiendo como hormigas roncadoras las faldas de los Alpes.

tendidas a la triple sombra de los bananos, la glorieta y la enredadera de flor roja, sin atreverse a dar un paso sobre la arena abrasada, y bajo un sol que mataba instantáneamente a las hormigas rubias.

Por todo lo cual, si en este mundo se dieran diplomas de heroísmo y se repartieran con justicia títulos de eminencia en el gobernar, el primer título de gran ministra y el diploma de heroína debían ser para aquella hormiga sublime.

Otros grupos de paseantes destacábanse a lo lejos como hormigas trepadoras.

Hacía veinte años largos que para acabar con las hormigas y ratones, tan abundantes en la ciudad, se echaron suertes con el objeto de elegir un Santo que fuese abogado contra aquella plaga, prometiendo celebrar la fiesta de aquel hijo de Dios.

Hallaban dentro, en la tierra, tres, y cuatro, y más palmos, la simiente y overas dellas, blancas como la nieve, y acaecia quemar cada dia un celemin, y dos, y cuando otro dia amanecia hallaban de hormigas vivas mayor cantidad.

Altos conos de hormigas amontonadas sobre un raigón.

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