94 Adjetivos para describir abogada

Si don Jacobo lo oyó y si reconoció en el informante a un abogado distinguido, al cual, pocas noches antes, había ganado algunos miles de pesos, no podría decirlo con certeza, pues su impasible rostro no reveló el menor indicio de ello.

Si hubiera de juzgar de todos los Españoles según las cualidades de los compañeros de viaje, mala sería mi opinión, aún prescindiendo de un viejo abogado, prefecto de una provincia de Puerto-Rico, personaje típico de la España de Felipe II, no de la España revolucionaria de hoy, que creia en brujas y hechicerías, milagros, apariciones y misterios de la piedra filosofal, y hablaba de S.M.C. con un recogimiento edificante y ortodoxo.

Todos los abogados jóvenes, que habían estudiado en Buenos Airea y despreciaban á los nativos, eran unos ignorantes.

No podía haber más que uno, decía el célebre abogado señor Pasta que estaba de visita, ó un enemigo de don Timoteo ó un rival de Juanito... Las señoritas de Orenda se volvieron instintivamente hácia Isagani: Isagani se sonrió en silencio.

El mismo día en que al padre de Emma, don Diego Valcárcel, de noble linaje y abogado famoso, se le ocurrió despedir al pobre Reyes, porque «en suma no sabía escribir y le ponía en ridículo ante el Juzgado y la Audiencia», se le ocurrió a la niña escapar de casa con su novio.

No me da por ahí.[104-3] ¿Conoce usted a un abogado de Ugíjar llamado D. Matías 30 de Quesada?

Las robustas piernas de Fortunato habían burlado fácilmente el espionaje del antiguo abogado.

El Magistral trataba a la de Rianzares como a una reina, según el Arcipreste, o como si fuera el obispo-madre; ella se lo agradecía y se lo pagaba siendo su abogado más elocuente en todas partes.

¡Qué lástima! Un abogado tan eminente... ¡El dinero que podría ganar!...

Sin embargo, a ruego del abogado acusador la describió.

Al día siguiente fue Obdulia a Lancia a consultar el caso con uno de los abogados más notables.

XX El Gran Visir Mi amigo Mizzi es un abogado inglés notabilísimo, que desde hace treinta y cinco años vive en Constantinopla.

En su defensa desplegó tan desinteresada como rara elocuencia el joven y brillante abogado Anacleto Bermúdez, que acababa de llegar de España, en cuyos consejos se había recibido de abogado e hizo en esa causa su estreno como hábil criminalista.

Siendo, como soy, hijo de un abogado ilustre, no puedo desconocer que algunas personas ejercen esta noble profesión con verdadera gloria.

A ambos lados del altar de Santo Domingo admiraban los fieles multitud de exvotos, claro testimonio de la potencia milagrosa de su celestial abogado.

He consultado á un abogado hábil para arreglar todo, eludiendo las tranquillas, nudos y redes de la ley; este jurisconsulto irá á Sanlúcar, á conferenciar con la abuela de Rita Quiñones, y á orillar, mediante ruegos, y si es preciso, ofrecimientos y dádivas, por todos los medios, cuantos obstáculos pueden presentarse á mi deseo de ser dueño absoluto de Rafaelín.

Segundo Cristo Santo Domingo de Guzmán es uno de los más poderosos abogados en el cielo.

Otro sy encargamos y exsortamos á los dichos oydores que cese la comunicaçión e continua conversaçion dellos con los pleiteantes y con los abogados y procuradores dellos porque cesen las sospechas e sy las partes o sus abogados o procuradores quisieren ynformarlos de sus derechos e descubrirles algunos secretos de la causa bien permitimos que los puedan oyr.

Los temperamentos como el del abogado de Cumbrales, desbordados torrentes, embravecidos huracanes, no se detienen con frenos ni con barreras.

(N. de la E.) Anacleto Bermúdes (1806-1852), destacado abogado habanero, de igual nombre que el estudiante de Medicina fusilado en 1871.

Ya se sabía que la casa del famoso y ya difunto abogado D. Diego Valcárcel, era, como él la hubiera llamado si viviese, jenodokia, jenones, o sea, en cristiano, albergue de forasteros.

Simouns; pero así como hay abogados dispuestos a defender el pro, se encuentran muchos para defender el contra.

No podía, en aquella ocasión, enviarse al abogado de Cumbrales emisario más de su gusto.

El Embajador solicitó y obtuvo la interposición de la influencia de Porfirio Díaz, y los abogados Warner, Johnston y Galston, encargados del procedimiento en contra de Starr-Hunt, se encontraron impotentes para luchar contra semejante influencia.

En el pleito que duró desde 1583 hasta 1608, porque excitaba la codicia, de los abogados españoles y ligurianos, el conde de Gélvez y los herederos en España no tenían interés alguno en rechazar el parentesco con la ilustre casa de los feudatarios de Cuccaro.

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