31 Metáforas para defectos

Su único defecto es su admiración incondicional hacia Porfirio Díaz.

No queremos decir por esto que sea el amor propio defecto exclusivo de los que por su talento se distinguen: generalmente se puede asegurar que no hay nada más temible en la sociedad que el trato de las personas que se sienten con alguna superioridad sobre sus semejantes.

¿Pues qué defecto es aqueste? Como desos lêr no saben, Y lo saben todo.

El gran defecto de la índole de Rip era su aversión insuperable a toda clase de labor provechosa.

El gran defecto de las religiones mencionadas era su carácter esencialmente supersticioso; si de algo llenaron el mundo fué de millones de amuletos y de abraxas.

El principal defecto de Mateo era un celo escesivo y un deseo inquieto de ser útil, con que llegaba á hacerse importuno.

Su defecto capital fué la codicia; pero ella dió ocasión á que incurriese en faltas de todo género.

* Va a edificarse un monumento que podrá dar gloria a las Batuecas; el plan es colosal, la idea magnífica, la ejecución asombrosa; pero hay un defecto, un defecto también colosal; me apresuro: yo lo haré conocer, yo lo haré desaparecer.

El menor defecto del teatro de bulevar es su cursilería; cursi en el mismo París; con que, trasplantado y degenerado, no digamos.

Este defecto era la debilidad, deplorable incuria para defenderse del mal, dejadez de ánimo y ausencia completa de vigor moral.

Los defectos nacionales, como las virtudes, son elementos políticos.

Yo creo que el principal defecto de la colonización española fue su empeño en transformar al indio, en hacerlo cristiano: empresa difícil y de escasos resultados.

Es al espíritu lo que al cuerpo son los defectos físicos, la cojera ó el estrabismo: es incapacidad de pensar y de amar, ausencia de gusto, incomprensión de lo bello, desperdicio de la vida, toda la sordidez.

Sus defectos no son mas que la exageracion de sus cualidades.

El defecto que a veces echa a perder el estilo de Quevedo es la exageración del ingenio, la originalidad extravagante, la oscuridad del concepto; como dice Fernández Guerra: «hacen sudar sus genialidades y agudezas, y sobre todo su lenguaje es tan idiótico y exquisito, que pone a prueba, para sólo entenderlo a veces, a los talentos más ejercitados en el estudio de nuestro riquísimo idioma».

Digamos de paso que estos defectos morales, en lo que se refiere á la falta de formalidad en los tratos principalmente, no son del todo exclusivos del campesino, sino que se encuentran harto generalizados en todo el país.

Lo último no se echa de ver en él, puesto que su defecto capital es su extensión inconsiderada y la acumulación de episodios, que ahogan el curso de la acción principal.

El defecto capital del teatro de Echegaray, aquel que resplandece en todas sus obras, es la falsedad.

Me consoló un tanto de tan amargas reflexiones, convencerme que este defecto mio es de familia.

El defecto que en ella se descubría era una impetuosidad exagerada; pero este defecto, lejos de rebajarla a mis ojos, le prestaba un nuevo atractivo.

Calzaba abarcas de tres tarugos sobre escarpines de paño pardo, y por debajo del hongo deformado con que cubría la abultada cabeza, caían largos mechones de pelo áspero y entrerrubio, casi el color de su cara sanota y agradable, cuyo defecto único era la mandíbula inferior más saliente que la otra, como la de nuestros Príncipes de la casa de Austria.

La inspiracion corre á par de la incorreccion; la naturalidad, el sentimiento, la gracia y la harmonía se mezclan alternativamente con los conceptos oscuros y ponderativos, y las frases desaliñadas, aunque sea verdad que estos defectos son en menos número que las bellezas y los rasgos verdaderamente poéticos de las tres composiciones en general.

Los defectos meramente físicos, involuntarios y de posible enmienda, no deben ser objeto primario de la burla, si bien muchas veces se introducen como medios auxiliares para completar la pintura del vicio que se trata de corregir.

Era un poco torcido del hombro derecho don Restitutopor lo demás buen mozo, casi tan alto como el pariente del ministro, y como este defecto incurable era un obstáculo a las pretensiones de gallardía que siempre había alimentado, discurrió hacer de tripas corazón, como se dice, o sea sacar partido, en calidad de gracia, de aquella tacha con que estaba señalado.

vivirá por su unidad sólida y su contextura, y por el material aere perennius, esa «Leyenda de los siglos» en miniatura, ese museo di camera, esa labor cuyo defecto sólo es la casi completa perfección.

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