121 oraciones de ejemplo con medallón

¡Era la credencial del empleo que deseaba! (p63) Después desnudó a Iwa, y le robó... hasta cierto medallón (con un retrato de mujer o de santa) que llevaba al cuello.

Y por último, en el techo, en la vertical del centro de mesa, en un medallón, el retrato de don Jaime Balmes, sin que se sepa por qué ni para qué.

A Bermúdez le parece un absurdo; Ronzal dice que es «un anacronismo»; pero a pesar de estas y otras murmuraciones, conserva en el medallón a Balmes y no da explicaciones el jefe del partido conservador de Vetusta.

Doña Luz sacó de su propio seno el medallón de que hablaba.

Desde entonces llevo el medallón en mi seno, como memoria de mi padre.

Gloria de los Reyes Católicos es aquella página de piedra, y así lo pregonan los bustos de Fernando y de Isabel que ocupan un gran medallón sobre la puerta principal; así lo confirma el venerable escudo de sus armas, y así lo reza terminantemente una leyenda ó rótulo, que dice en griego: «Los Reyes á la Universidad, y la Universidad á los Reyes.

Yo estaba seguro de que el retrato que besaba Amparo estaba contenido en un medallón dorado.

Éstos, sobre todo, jugaban un papel principalísimo, unas veces abiertos en cruz para presentar el pecho con aire de desafío, otras recogiendo del suelo algo invisible que debían de ser flores, otras levantados en arco sobre la cabeza, formando en torno de ella como un hermoso marco de medallón.

Un medallón de marmol con la cabeza de Nerón de cerca de media vara de alto y una tercia de ancho.

Deploró no haber traído algún brazalete de oro y diamantes, algún collar de perlas ó algún rico medallón de esmeraldas y rubíes, en vez de traer empanadas de boquerones; pero, en fin, en Villabermeja no había otras joyas mientras no se descubriesen las emparedadas por su tatarabuela, la princesa india.

No, no señor, gracias á Dios... Conservaría, , un recuerdo... un recuerdo de esos que... Allí tenía, en el medallón de oro, junto al pelo de Maruja, una florecita de la acacia blanca... ¡Qué tontera! Lo probable es que á Pacheco no volviese á verle nunca más...

A no han querido papás dejármela sacar, hasta que me arranquen el diente; pero puedo darte pelo para un medallón.

Uno de los gnomos roba uno de esos rubíes artificiales del medallón que pende del cuello de cierta cortesana, y le lleva a la extensa y profunda caverna donde los gnomos se reúnen en conciliábulo.

Del cuello le arranqué un medallón y del medallón el rubí.

Del cuello le arranqué un medallón y del medallón el rubí.

Se entra también por el patio al Sagrario, obra de decadencia (1662) donde hay un medallón en el altar del centro, de Roldán, y una imagen de San Clemente, de Cornejo.

Estaba la buena señora horriblemente vestida de día de fiesta, con gruesas y relumbrantes alhajas, y un medallón en el pecho con la fotografía de su difunto esposo, casi tan grande como un mediano plato.

En el tercer medallón, el de cifras, en forma de corazón,

Y, en voz alta, preparando el floretazo:¿Qué dirá usted que he encontrado en este medallón?

Quizás temía Farnesio que el medallón guardase otra cosa.

En el centro, sobre un medallón de damasco carmesí rodeado de orlas de oro, estaba pintado el montés blasón de los Moscosos, las cabezas de lobo, el pino y la puente.

Razón tuvo, pues, en despedirse de la patria, con estos melancólicos versos, que puesto que le pintan de cuerpo entero copiamos aquí, aunque estarían mejor á la cabeza de su biografía, como artístico medallón sobre los renglones de un epitafio: Nací de honesta madre; dióme el cielo fácil ingenio en gracias afluente, dirigir supo el ánimo inocente á la virtud el paternal desvelo.

Carolina se había encajado un gran traje de seda negra, con pollera de volados y bata de cadera, y se había puesto una manteleta en la cabeza, que le pasaba por detrás de las orejas y se ataba debajo de la barba, unas caravanas larguísimas de oro que le zangoloteaban á los lados de la cara redonda y colorada, y un tremendo medallón con el retrato del finadito, de medio cuerpo.

Uno de los gnomos roba uno de estos rubíes artificiales del medallón que pende del cuello de cierta cortesana, y le lleva á la extensa y profunda caverna donde los gnomos se reunen en conciliábulo.

, hay que tener mucho cuidado con esto... Porque yo lo he dicho siempre: el infierno está empedrado de entusiasmos... ¡Qué lástima no poseer muchísimos millones para comprar todo lo que me gusta! Se ha dado el caso de tener, durante tres ó cuatro días, el pensamiento fijo, clavado en un par de vasos japoneses ó un medallón Capo di Monte, y sentir dentro de una verdadera batalla por si lo compraba ó no lo compraba...

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