66 Verbos a usar para la palabra rotas

Un día le comunicó que sus relaciones quedaban rotas.

Dos quetzales altivos, dos quetzales de cola de tres plumas, larga la del centro como una flecha verde, se asían a los bordes de la taza de Ana: ¡el quetzal noble, que cuando cae cautivo o ve rota la pluma larga de su cola, muere! Las asas de la taza de Lucía eran dos pumas elásticos y fieros, en la opuesta colocación dedos enemigos que se acechan: descansaba sobre tres garras de puma, el león americano.

La puerta cayó rota, y toda la ola humana se revolvió un momento en su quicio, penetrando después á borbotones en el interior de la casa.

Por más que hacía no lograba convencer a éste de que se hallaban rotas sus antiguas relaciones; la vigilaba con disimulo, espiaba sus pasos; el día menos pensado averiguaría la verdad.

Alguna vez les sorprendía don Pedro, al salir de noche, en estas conferencias, sentados en la puerta de la redacción ó en otra más allá, fumando entre los dos á turno un roto cigarrillo.

Mis frases se deslizaban inarmónicas, siendo ésta la primera cuerda de mi instrumento que se encontró rota.

Antes de sentarse, las muchachas pasearon unos momentos por el salón de bracero con sus galanes, anudando alguna rota e interesante plática.

Un día mostró a su confesor una oreja rota, de un tirón del feroz jorobado; otro, llegó con una mejilla inflamada y renegrida por haberle tirado un cepillo a la cara.

«¡Lo que es la ignoransia!» Y al sentarse lo hizo con miedo, temiendo que la silla crujiese rota bajo su pesadumbre.

Mucho polvo, mucho sol, mucha tierra sedienta y cubierta por el roto tapiz de la hierba amarilla y reseca.

Debió una rota de tal naturaleza hacer morir de vergüenza al Ministro y de cólera al Rey; mas ni uno ni otro hicieron demostración de cólera ó de vergüenza.

Después había encontrado el tesoro; había hecho la excavación, dejando en ella, por último, su azada rota y ya inútil; había cargado sobre sus hombros todo el oro, en incontables viajes penosísimos, desde el pie del gigantesco pino, hasta una gruta que él tenía en la loma de las dos puntas, en el ángulo Nordeste de la isla y allí, por último, lo tenía todo almacenado, dos meses hacía, perfectamente á salvo.

A la espalda, y ceñida por los pechos, traía el uno una camisa de color de camuza, encerada, y recogida toda en una manga; el otro venía escueto y sin alforjas, puesto que en el seno se le parecía un gran bulto, que, a lo que después pareció, era un cuello de los que llaman valones, almidonado con grasa, y tan deshilado de roto, que todo parecía hilachas.

Fundó la «Sociedad de la Igualdad», en cuyo seno educaba á los rotos, y á muchos que no eran rotos, imbuyéndoles ideas de igualdad y de fraternidad.

¡Un guardia! AVELINO (Queda en el centro.)—¡Un sastre! (Enseñando el roto.

Llegó mi regimiento á Carpen, y queriéndole tomar muestra, me vino nueva de la muerte del Conde de Rinamburg, que fué causa para que con mas diligencia apresurase mi partida, entendida la rota de Tassis y la muerte del Conde, vi ser necesario tener alguna caballería conmigo, por ser todo mi regimiento de arcabuceros por órden.

Mi tío dejó a su mujer entregada a la rota del Guadalete, y dando una vuelta por el salón, no tardó en reunirse con el director de El Teucrense, que, muy deferente y solícito, se le acercó diciendo: ¿Don Felipe, qué hay?

En la intención del Arcipreste hasta las viejas podridas se escandalizan de la rota vida de los clérigos.

Otro desgraciado le facilitó una guitarra rota.

Buenas tardes...y cerrando el libro que puso sobre la silla al levantarse, se aproximó al borde del corredor, mientras yo bajaba del caballo, cuyas riendas puse en una horqueta formada por un gajo roto.

CAPITULO IV Era la misma hora, era el propio lugar y frontero al puente aquel roto, debajo de los hermosos nogales y al lado mismo de aquella fuente clara, se miraba un hombre sentado, pero de muy distinta traza a la del mendigo ciego y lisiado con quien nos comunicamos en conocimiento al comienzo de esta historia.

La débil madera del telar había gemido rota.

Es el encanto de la conversación, de hablar por hablar, del hablar roto e interrumpido.

Los pies no la sostenían; iba rota...

Animándose de pronto la niña, comenzó, con voz infantil y tartajosa, un relato interminable, repitiendo a cada instante «mamá» «jícara rota».

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