44 Verbos a usar para la palabra mandíbulas

y el desahogo con que toda la familia movía sus mandíbulas.

Y la gente reía de las grotescas contorsiones de los pequeños, abriendo las mandíbulas todo lo posible para tragar mayor cantidad de pulpa azucarada, moviendo las orejas apresuradamente con la velocidad de su masticación.

; Materne y sus hijos alargaban el cuello y apretaban las mandíbulas, y el vinillo añejo, acudiendo en ayuda de la imaginación, aumentaba el entusiasmo cada momento más: «¡Ah, los granujas! ¡ah, bandidos! ¡Cuidado, cuidado, no ha terminado todo!...

Esta bestia dulce y pacífica carece de mandíbulas y de boca.

Unas se estiraban lo mismo que fieras perezosas, sin reparar en lo que dejaban al descubierto; otras apoyaban la mandíbula en las rodillas, mientras mantenían éstas entre sus brazos cruzados.

Luego, cuando el pequeño Tommy venía con un sombrero de copa hasta las orejas y la nariz pintada de encarnado, andando con los piernas para adentro; cuando imitaba al capitán y al doctor Cornelius, entonces los negros comenzaban a reír, enseñando los dientes y soltando la quijada hasta el punto de que Tommy solía empujarles la mandíbula con cuidado para que la cerraran.

¡Antonio!... ¡Antonio! Los arrodillados compañeros le llamaban en vano, pugnando por entreabrir sus mandíbulas y obligarle á beber.

Y cuando su yerno entraba á saludarle, el rostro tigresco de D. Ramón se volvió espantoso, y le temblaba la mandíbula carnicera, indicando como un prurito de ejercitarla contra la primera res que se le pusiera delante.

Desaparecían los bocados entre sus labios de rosa sin dejar huella de su paso; funcionaban sus mandíbulas sin que este gesto disminuyese la hermosa serenidad del rostro; llevábase la copa a la boca sin que la más leve gota de líquido quedase como perla de color en sus comisuras.

Castro le veía aún, como si asomase su cabeza por una ventana del bar; vería tal vez mientras viviese el pergamino blancuzco de su cara, tirante sobre las aristas de los pómulos; la barba roja colgando de sus mandíbulas, como si fuese postiza, y sobre todo, sus ojos sarcásticos, insolentes, de un color verde turbio, igual al de las ostras.

Mis kaulíes, asustados, batían las mandíbulas de terror; y los dos cosacos que me acompañaban, impasibles, fumaban sus pipas con los sables desnudos puestos sobre las rodillas.

Este cebo falaz atraía á los inexpertos, cerrándose sobre ellos las cavernosas mandíbulas.

La nariz era chata y ancha, como un hocico de león: la boca delicada, con el labio inferior saliente; mandíbulas temibles que habrían podido cascar nueces; y un hoyuelo profundo en el mentón, hacia el lado derecho, daba una extraña disimetría al rostro.

(Abría y cerraba la boca haciendo chocar las mandíbulas, como los papamoscas de las catedrales).

Al menos, mientras duraban, no venía el importuno bostezo a descoyuntar las mandíbulas.

Los hombres de la puerta bostezaban, abriendo la boca hasta descoyuntarse las mandíbulas.

En 1847 el Sr. Rodríguez Ferrer descubrió en un cayo al Sur de Puerto Príncipe (Isla de Cuba) una mandíbula humana, fósil.

Confieso que, con caballos destrozados y todo, son preferibles los toros, por su estética, siquiera bárbara, a espectáculo en que se hacen pelear gallos pelados, correr por hombres enanos caballos flacos, o deshacerse las mandíbulas y sacarse los ojos a puñazos salvajes cebados y de fenomenales bíceps.

Y a mi pueblo le predijo todas las plagas de la tierra en satisfacción de las deidades irritadas; y a que la lepra invadiría mis carnes, y devoraría con hambrientas mandíbulas mi recia complexión de otro tiempo, y enfermaría mis cabellos, y los volvería blancos.

Un chico gordo, con cara de sueño y cabellos tiesos y duros como barbas de un cepillo, bostezaba hasta dislocarse la mandíbula y se desperezaba estendiendo los brazos, lo mismo como si estuviese en su cama.

Aquel guiso era bueno como entretenimiento, para engañar el estómago y divertir las mandíbulas.

El Cojo andaba de banco en banco, mirando á unos, observando á otros, y emendando á todos: á este le abria mas las mandíbulas, á aquel se las cerraba un poco; á uno le plegaba los labios, á otro se los descosía; y en fin era tal la gritería, la confusion y la zambra, que parecia la Escuela, ni mas ni ménos, al Choro de la Santa Iglesia de Toledo en las Vísperas de la Expectacion.

Con los primeros amagos de sueño experimentaba deseos de estirarse y de suspirar: extendía los brazos y las piernas, arqueaba la columna vertebral con la voluptuosidad de los gatos que se desperezan al sol, y su boca se abría bajo la acción de grandes bostezos que hacían crujir sus mandíbulas y llenaban sus ojos de lágrimas.

Antes de hincar en él las mandíbulas (pues es averiguado que, desde mucho atrás, no quedaban en ella ni raigones), exclamó el veterano, entre iracundo y plañidero, y como si continuara una serie no interrumpida de graves meditaciones: En verdad te digo que el hombre degenera de día en día, y que se acaban por instantes aquellas virtudes que hicieron del español, en otros tiempos, el modelo de los caballeros sin tacha.

Tenía el pobre diablo un metrallazo horrible: partida la mejilla, interesada la mandíbula, y desangrándose a más andar por la arteria.

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