381 oraciones de ejemplo con mi mente

¡Ay! había repasado en mi mente aquellos hermosos cuadros de la infancia y de la juventud; pero ésta se alejaba de a pasos rápidos, y el tiempo que pasó al darme su poético adiós hacía más amarga mi situación actual.

Más, a pesar de todos mis esfuerzos para permanecer despierto y del horror con que veía yo llegar la noche, me vencía al fin el sueño, y en seguida presentábanse a mi mente las más peregrinas visiones que puedan imaginarse, aun en ese mundo inexplicable.

Lluvias de estrellas, kaleidoscópicas auroras, extrañas floraciones, embargaban mi mente de continuo; a veces, sobre un mar fosforecente veía yo navegar hacia un galeón de oro con velamen de carmín y grana, mientras indescriptible armonía sonaba en mis oídos.

Embargada mi mente, como debe suponerse, caminé hacia mi casa por calles apartadas, temeroso de encontrar alguna persona conocida.

En la tarde de ese día emprendimos el regreso a México, y durante todo el trayecto, no pude distraer de mi mente el suceso que tanto me había impresionado.

Llegada la víspera de la fiesta, entré en la capilla para disponer lo necesario, y vínoseme a mi mente un mundo de recuerdos.

Entonces fué mayor mi repugnancia por aquel hombre, y tuve desde luego tal convicción de que intentaría robarme, que durante toda la noche no pude despedir este pensamiento de mi mente, y abandoné el lecho muy temprano, cuando aún dormían en silencio amos y sirvientes.

Pero yo prestaba escasa atención a tales elogios, embargada mi mente con el enigma y las sospechas que abrigaba contra don Guadalupe Robles.

Mucho tiempo permanecí anonadado; pero súbitamente un rayo de luz iluminó mi mente.

Pues bien; en los últimos años de mi vida, tu hija Clara ha venido á sublimar mucho más aún este concepto de mi mente.

En mi mente tenía yo como un tipo soñado de perfección, al cual ninguna de las mujeres que he conocido se acercaba ni en diez leguas.

Mi impresión, pues, no se ha confirmado por hecho alguno, pero se ha fijado muy clara en mi mente y ha permanecido en ella.

Cada vez que yo leía, con el corazón en suspenso: claritas, lux lucis, lux refulgens sensibus, lucis aurora rutilans; claridad, luz de luces, luz que ilumina los sentidos, rutilante luz auroral..., veía en presencia la imagen de Angustias, y exclamaba, con San Ambrosio: os, lingua, mens, sensus, vigorconfessionem personent; que resuene mi confesión de amor en mi boca, en mi lengua, en mi mente, en mis sentidos, con todas mis fuerzas.

No puedo apartar de mi mente la tribulación en que se encuentra la señora doña Perfecta... ¡Ay, tío! debe usted ir allá.

Mi mente aun goza en la ilusión querida Que para siempre ¡mísera! perdí....

Y se quedó mi mente Enajenada en éxtasis creciente.

No hay peña ni ensenada que en mi mente No venga á despertar una memoria; Ni hay ola que en la arena humedecida No escriba con espuma alguna historia 25 De los felices tiempos de mi vida.

No pude contenerme, y llevé a mis labios aquel libro, aquella página, aquel nombre que no gusto de repetir, aunque resuena en mis oídos como celeste melodía; que está grabado en mi corazón; que no se aparta de mi mente; que para expresa todo cuanto hay de tierno y puro y santo aquí en la tierra.

Se despertaban en mi mente dulces memorias, y estremecían mi corazón sentimientos y ternuras del amor primero.

Y sin embargo, me río de mis tonterías juveniles, de mis locuras de enamorado, de aquel fantasear de mi mente que malogró en fuerzas y energías que debieron ser útiles a los demás.

¡Cuántas ilusiones malogradas! ¡Cuántas esperanzas desvanecidas! Ni la hermosura del paisaje ni el aspecto incomparable de las montañas, coronadas por el Citlaltépetl con brillante cono de nieve, ni la belleza sin igual del Pedregoso que corría gárrulo y cantante, distrajeron mi mente y ahuyentaron de mi alma la tristeza....

El piano, la mesa de dibujo, los periódicos que Gabriela leía y las plantas que ella cultivaba me hablaban de la joven, y a solas, en la sala, me complacía yo en recordar sus palabras, cerrar los ojos para fijar en mi mente la imagen de la niña.

No lo pensaba yo, y si alguna vez llegó a ocurrírseme tal idea, la aparté de mi mente como un pensamiento criminal.

Escuchándote, el alma se extasía, brilla luz de ideales en mi mente y calma de tus notas la harmonía la fiebre abrasadora de mi frente.

Y quiero en mi rostro sentir de los vientos ósculos ardientes que sepan de amor, y en mi mente loca tejer pensamientos tan bellos que halaguen mi alma, mi alma en flor.

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