89 Verbos a usar para la palabra toreros

Sólo que los hombres tienen a lo mejor estos sofocos, lo que llaman los toreros, extraños.

Ya ve: un torero es... un torero, y no va a viví como un fraile de la Mersé.

¡Olé los hombres! Que vinieran allí todas las naciones del mundo a admirar a toreros como aquél y a morirse de envidia.

Por mi parte, yo he adquirido el convencimiento de que todos los toros son igualmente mansos, y de que si en la plaza tratan, a veces, de matar a los toreros, es por la misma razón en virtud de la cual los toreros tratantambién a vecesde matar a los toros: para entretener al público.

Aquel año empezaba á brillar el Algabeño, y el público, deseoso de inventar un torero, se excedía en mostrarle su entusiasmo.

Tiempo hace que me estás disgustando con tus groseras inclinaciones... Ya que tienes por amigos a unos cuantos toreros o granujas de la calle, olvidando lo que debes a tu familia y lo que debes a ti mismo... que no tienes otros placeres, que ver encerrar y apartar los toros... Me hiere profundamente tener un hijo tan insensato... ¿De dónde has sacado esas aficiones?...

Según se decía, Chuchita manifestaba una inclinación decidida por el torero, y la Coronela, no sólo no la disuadía, sino que había llamado al torero para que el debut de la Chuchita fuera para ella del todo agradable...

Gallardo quedó enganchado por la mitad del cuerpo; y aquel buen mozo, fuerte y membrudo, con toda su pesadumbre, viose zarandeado al extremo de un asta cual mísero maniquí, hasta que la poderosa bestia, con un cabezazo, lo expulsó a algunos metros de distancia, cayendo el torero pesadamente en la arena, abiertos los remos, como una rana vestida de seda y oro.

Eran señoritos, parientes o amigos de la dama, que saludaron al torero con amable llaneza, satisfechos de que fuese de la partida.

Pero lo más lindo era una chaquetilla de felpa roja, tan raída como bien ajustada, sobre la cual liaba Angustias una faja hecha de dos o tres cintas de colores perfectamente cosidas, con lo que el muchacho parecía un sol, más que un príncipe, algo de sobrenatural en belleza y gallardía, como un Niño Jesús vestido de torero.

Cuando don José comenzó a titular a su matador «el torero de la aristocracia», sintió Gallardo la necesidad de corresponder a esta distinción instruyéndose, para que sus poderosos amigos no rieran de su ignorancia, como les ocurría con otros compañeros de profesión.

Al quedar solos el torero y la dama, aquél mostró su mal humor.

No quiero imitar a otros toreros que se casan con señoritas, y too son gorros y plumas y faralaes.

¡Cuán lejos estaban los días en que él, con el pobre Chiripa, vagabundeaba por la misma acera, temiendo a la policía, contemplando a los toreros con admiración y recogiendo las colillas de sus cigarros!...

Eran misses inglesas, frauleins alemanas, que acababan de llegar a Madrid con la cabeza repleta de concepciones fantásticas sobre este país de leyenda, y al ver a un buen mozo de cara afeitada y ancho fieltro, le creían inmediatamente torero... ¡Un novio torero! Son unas gachís sosas como el pan sin , ¿sabe usté, maestro?

Era el doctor Ruiz, médico popular, que llevaba treinta años firmando los partes facultativos de todas las cogidas y curando a cuantos toreros caían heridos en la plaza de Madrid.

Pero América nos debía algo más, nos debía un torero, y si las señales no mienten llegó el torero y llegó á su hora, cuando más necesitado estaba el arte taurino de algo que le animara y renovara.

Concluidas las de á caballo deberian los toreros de á pie hacer los muchos juguetes que se le hacen á los toros, ya con la capa, ya saltándolos, parcheando &c., y no dedicarse esclusivamente á la de banderillas.

¡Distinguido, millonario y dedicarse á torero! ¡Mire usted que si le cogiera un toro! ¡Qué envidia!, digo, ¡qué lástima!, contesto distraído, pensando en las cinco hijas.

Sentíase capaz de pelear con todo el público por defender a un torero amigo, y alteraba las ovaciones con extemporáneas protestas cuando aquéllas iban dirigidas a un lidiador que no merecía su afecto.

En la desembocadura de esta calle con la del Prado había una barricada defendida por toreros, casi todos de la cuadrilla de Cúchares.

Los contínuos movimientos que hace el toro con la cabeza cuando quiere desarmar al torero.

El toro que se haya de lidiar debe tener valor y fuerza; un toro cobarde no divierte, evita los lances, desluce al torero y le da una cogida con mas facilidad que un toro valiente, y es claro que al que le falte la fuerza le faltarán tambien el vigor y el corage precisos para la lidia.

Un amigo mío, gran aficionado á los toros, me decía: «Me encantan las corridas; pero detesto á los toreros.

Y aquellos hombrecitos que corren los caballos, monos de seda, ligeros y osados, con los colores tales o cuales, logran conquistas amorosas que tan solamente tuvieron un tiempo los tenores, y que hoy pudieran apenas disputarles los toreros.

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