22 Adjetivos para describir loros

Hasta el loro de mi abuela, heredado por mi madre, ahora en el balcón de mi casa, sigue diciendo, con su voz estridente y chillona: ¡A babor!

Escalandrini hallábase a la sazón ocupado en disecar, en un extremo del salón, un loro barranquero que él mismo cazara con tal objeto.

Poll era un loro inglés; lo habían robado una noche Old Sam y un amigo suyo en el Consulado de Inglaterra de un pueblo del Brasil.

Hay una infinidad de loros del más brillante y atrayente plumaje, por lo cual, en los primeros tiempos, se llamó a terra dos papagaios; y de insectos, desde el cocuyo luminoso y la mariposa de vivaces y múltiples colores, hasta el mosquito zumbón y terrible que bulle por miriadas, y de monos y macacos.

En una lila, lila y verde, el loro, verde y rojo, iba y venía, curioseándonos con sus ojitos redondos.

Cumplió la tarea que se había impuesto con la atención minuciosa, el cuidado paciente y la perseverancia infatigable de aquella sultana aburrida que, en la ausencia del señor, arranca una a una todas las plumas de un viejo loro.

En un ángulo hay una rinconera con un loro disecado; en el otro ángulo hay otra rinconera con un despertador que siempre marcha con su tic-tac monótono.

Vos no sabeis de quién hablais, replicó el otro: este papagayo desciende del famoso loro de Persia, tan célebre por sus talentos en la adivinacion: tiene toda la ciencia del oriente en el pico de la lengua, y cita versos como agua.

Esto contrariaba mucho al loro cuya jaula pendía del alero, loro favorito de la casa por tener la habilidad de saludar por las mañanas á todo el mundo con maravillosas frases de amor.

si riduce ad una diceria non so quando inventata, ma senza dubio non molto anticamente, perché per poco que si volese andar avanti ne secoli si troverebbero i Gallesi, con tutta la loro antica genealogia celtica, non solo senza muse, ma senza alfabeto» (FORMALEONI, Illustr.

En el mismo momento en que Luna introducía el jarro en el agua, un hermosísimo loro de brillantes y variadas plumas se posó en su hombro derecho y la saludó: Buenos días, bella Luna.

Las formas ens por mos y us en lugar de vos, muy usadas en Cataluña y antiguamente también en Valencia, han desaparecido de nuestro lenguaje hablado: asimismo ha desaparecido el genitivo del plural de la tercera persona llur y llurs equivalente al illorum latino, leur francés y loro italiano.

Las trepadoras están representadas por una numerosa variedad de papagayos, cotorras, carpinteros y otras; la más notable es el loro llamado de siete colores, en el que sobresale el encarnado; es pequeño, pero de hermoso aspecto por la firmeza y brillantez de su plumaje.

Dió golpe á Zadig esta palabra; puesto que á fuer de buen físico que no creía que fuesen los loros profetas, se sosegó luego, y empezó á servir su cargo lo mejor que supo.

Nélida le cedía a perpetuidad el loro y la mona regalados por Ojeda, y esta merced generosa había acabado de extinguir sus antiguos rencores.

Pero el individuo habilitado solamente para repetir como un fonógrafo, con o sin variaciones, lo que le han enseñado en la ciencia circunscripta por la fe, no podrá ser más que un loro sabio, de grande o aun de maravilloso vocabulario, y el país que cultive todos los poderes intelectuales del habitante estará siempre mucho más arriba del que sólo cultive alguna parte.

La amaba mucho y le toleraba, sin embargo, un compañero bastante desagradable: un loro hablador.

Había conocido á Pepita con la falda corta y el pelo suelto, cuando jugaba en el jardín, bajo la mirada de acero de una inglesa huesuda, que al más leve descuido gritaba como un loro arisco: «¡Miss!...

Era este un chiscón aguardillado con jaulas, donde tenía ratas sabias domesticadas, loros, cacatúas y una porción de cajitas con mariposas disecadas, escarabajos, moscones, conchas y espumas de mar.

Vos no sabeis de quién hablais, replicó el otro: este papagayo desciende del famoso loro de Persia, tan célebre por sus talentos en la adivinacion: tiene toda la ciencia del oriente en el pico de la lengua, y cita versos como agua.

Al otro día muy temprano estaban los loros en el aire, colocados a cierta distancia uno de otro; y la cosa resultó a maravilla, porque el día amaneció con una neblina tan espesa que ni con anteojos de larga vista los habrían divisado.

De pajes hacían unos loros diminutos, de esos que llaman Pericos, y varias pajaritas de papel.

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