44 oraciones de ejemplo con ecuatorianos

Algunos de los picos de la cordillera ecuatoriana figuran entre los más altos del continente, siendo así el Chimborazo, que llega a una altura de 20,498 pies, y el Cotopaxi, que se eleva hasta cerca de 20,000 pies sobre el nivel del mar.

] En la república ecuatoriana se encuentran yacimientos de oro, plata, hierro, cobre, carbón de piedra, azufre y petróleo; pero la falta de medios adecuados de transporte ha retardado mucho el desarrollo de la industria minera.

¿Cuáles son los picos más altos de la cordillera ecuatoriana? 4.

¿Cuánto tardaron los ecuatorianos en ganar la independencia? 25.

En realidad, al alto derecho de aduanas y a la comisión se debe el precio casi prohibitivo de un buen sombrero de jipijapa cuando se compra en los Estados Unidos; pero no es menos cierto que los opulentos hacendados de la costa ecuatoriana y los de Panamá, pagan ochenta y aun cien dólares por los mejores sombreros que se hacen, los cuales rara vez se ven en los países del norte.

, León Mera left a popular novel, Cumandá (Quito, 1876; Madrid, 1891), an Ojeada histórico-crítica sobre la poesía ecuatoriana (2d ed.

, III, p. lxxxiii f.; Blanco García, III, 350 f.; Ensayo sobre la literatura ecuatoriana, Dr. Pablo Herrera, Quito, 1860; Ojeada histórico-crítica sobre la poesía ecuatoriana, Juan León Mera, Quito, 1868, 2d ed.

, III, p. lxxxiii f.; Blanco García, III, 350 f.; Ensayo sobre la literatura ecuatoriana, Dr. Pablo Herrera, Quito, 1860; Ojeada histórico-crítica sobre la poesía ecuatoriana, Juan León Mera, Quito, 1868, 2d ed.

, Barcelona, 1893; Escritores españoles é hispano-americanos, Cañete, Madrid, 1884; Lira ecuatoriana, Vicente Emilio Molestina, Guayaquil, 1865; Nueva lira ecuat.

Con efecto, agregó el pequeño doctor, hai aquí muchos emigrados granadinos, ecuatorianos, chilenos i arjentinos, como otras veces, i aun ahora, ha habido muchos fujitivos peruanos en las repúblicas vecinas.

Cruza bosques perfumados por los aromas de la gran datura blanca, cubiertos de espigas rosas y azules y enmarañados de enredaderas floridas, y por senderitos abiertos en las taquitas de las montañas, sube á los Andes ecuatorianos desde el hondo valle del Chota, ardiente y feraz, el más profundo de la tierra, hasta el altísimo volcán del Corazón, cubierto de nieve perdurable.

Rubia, fresca, de esbelta robustez, esta legítima flor ecuatoriana tiene el pelo de oro y los ojos azules de una wili, con la carnación divinamente transparente de la Santa Catalina del Correggio.

Al ver mi carta, que viene de un antiguo dictador—ó poco menos,—el periodista me considera afiliado á su liberalotismo de oposición y me encuentro lanzado en plena corriente de política ecuatoriana, en las polémicas de campanario y las batallas liliputienses del papel—misterios todos que conozco al igual que los combates de los trogloditas.

La red telegráfica alcanza una extensión de 11.381 kilómetros, que pone en comunicación los puntos más extremos de la costa y de la sierra con la capital, empalmando en las fronteras con los telégrafos bolivianos y ecuatorianos.

ECUADOR [Ilustración] Quien estas líneas escribe ha conocido personalmente a dos de los prohombres ecuatorianos que han tenido recientemente gran resonancia: el general Eloy Alfaro, que ha sucumbido tan trágicamente, y el general Leónidas Plaza.

Hablábame una señora ecuatoriana ayer mismo de su patria y mentaba al arzobispo de Quito.

Para que vea usted cuán imparcial y desapasionado soy, yo creo que usted exagera las pérdidas y la feroz destrucción de la literatura y de la ciencia coloniales por los ya libres ecuatorianos, como exageró antes la destrucción de la ciencia y de la literatura quichuas por sus conquistadores.

Por lo demás, la poesía ecuatoriana del siglo XVII era extremadamente gongorina; y los poetas, jesuítas ó discípulos de jesuítas.

Aquellos jesuítas ecuatorianos fueron, como los españoles de la Península, á refugiarse en Italia, y en Italia dieron también claro testimonio de su saber y su ingenio.

Sería adulación suponer que descolló entre estos jesuítas ecuatorianos ninguno de aquellos varones portentosos que se llaman genios; pero, ¿cómo negar que hubo hombres de talento no común, no indignos compañeros de nuestros Islas, Hervás, Andrés y Lampillas, y que en Italia mostraron la ilustración que tuvo y difundió la Compañía, así en la Península como en sus más distantes colonias?

Entre los expulsados jesuítas ecuatorianos hubo también naturalistas, eruditos é historiadores.

¿Qué estragos no hace su almocafre de usted en esa Lira ecuatoriana, jardín de selectas plantas reunidas por otro doctor, el doctor Molestina?

Movido usted quizás por el patriotismo, echa la culpa de tamaños males al materialismo, á la impiedad, á la carencia de ideales, al pesimismo, y á otros errores, con que contaminan á los poetas ecuatorianos los poetas europeos, que se les presentan como dechados y objetos da admiración.

Da unidad al conjunto la personalidad del autor; pero esta unidad, por el estilo, por el carácter, por la fijeza y firme consecuencia de las opiniones, no es menos evidente que la que se nota en los Ensayos de Montaigne, de Carlyle, de Macaulay, ó del ecuatoriano Juan Montalvo.

26, de 25 de Junio de 1899, con el título de Yuzfen y Mulet, o la Leyenda del Domingo Siete, por el escritor ecuatoriano ARIAS SÁNCHEZ; otra, en 1891, en el diario La Nación, si mal no recuerdo, por JUSTO ABEL ROSALES; una cuarta, el 2 de Noviembre de 1892, en El Colono de Angol, por CLEMENTE BARAHONA VEGA; una quinta, por el mismo BARAHONA VEGA, en el Sur de Concepción, Núm.

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