20 colocaciones para talantes

Al llegar á este punto, uno de los de la reunión que, por lo visto, tenía noticia del mal talante con que el joven oficial se había resignado á acomodar su gente en la abandonada iglesia, le dijo con aire de zumba: Y á propósito de alojamiento, ¿qué tal se ha pasado la noche en el que ocupáis?

PEDRO En fin, es moza de brío, Y que puede descuidar 1560 De camisas y valonas Á un hombre de mi talante.

El arquero Simón, que figuraba en primera línea con Reno, Tristán y otros camaradas, no escaseaba sus comentarios más encomiásticos sobre el talante del desconocido y la maestría con que momentos antes había manejado caballo y lanza.

Et la Verdat, como es cosa llana et de buen talante, dijo quel placía.

La noche antes había llegado don Pablo Aquiles de mal talante, porque se encontró al niño en la puerta de Colón, detrás de las de Esteven, lo que vino a corroborar sus sospechas de que festejaba a una de ellas; ya se lo habían dicho no en qué parte, y la idea de que fuese cierto y que los otros pudieran creer que ellos autorizaban semejante cosa, les tenía disgustadísimos.

E desta razón non plogo mucho al ermitaño, ca él conoscía muy bien al rey et sabía que era homne muy guerrero et que había muertos, et robados, et desheredados muchas gentes, et siempre le viera facer vida muy contralla de la suya et aún, que parescía muy alongado de la carrera de salvación: et por esto estaba el ermitaño de muy mal talante.

Por la vasta curva del Lungarno podéis ver tipos que conservan la antigua hermosura de la raza, hombres de rasgos bellos, de elegantes talantes, muchachas que andan graciosamente, con ese especial calzado un poco a la turquesca, entre zueco y babucha, zuccole o pianelli.

Pero ¡ay del monasterio, y de todos los institutos monásticos, si el viajero se hubiese encontrado con un huésped de mal talante, de conversacion seca y desabrida, poco aficionado á bellezas literarias y artísticas, y de humor nada bueno para acompañar curiosos!

Y como quiera que Pavón fuese hombre de carácter violento, y en la negativa de su prior viese, ofuscadamente tal vez, algo de personal enemiga, exaltóse hasta tal punto, que la mañana del 19 de Diciembre levantóse de tan mal talante y con tan negras intenciones, que sin más ni más se fué derecho á la celda del prior, donde éste se hallaba tranquilamente, acompañado de un lego que le servía.

Et nunca tovo mientes por talante, nin por voluntad, que hobiese de ninguna cosa, que ficiese don Alvarhanez sinón lo que a él más le pertenescía, et que era más su honra et su pro.

las cuatro de la mañana ya las viejas están apestosas á cabos de tabacos, y las muchachas de mal talante y peor color, y unas y otras con el indispensable pañuelito atado á la cabeza.

Estaba en mesa pobre buen gesto e buena cara, con la poca vianda buena voluntad para, a los pobres manjares el placer los repara; pagos del buen talante mur de Guadalajara.

Si mi caballo no sirve para correr liebres, sírvolo yo para haceros dar una carrera en pelocontestó el incógnito, que aún permanecía embozado, y sin decir una palabra más se fué para el palafrenero con tal talante, que éste retrocedió asustado hacia una puerta inmediata, á tiempo que salían de ella dos hombres al parecer principales, contra uno de los que tropezó violentamente el que huía.

Salió Pulido refunfuñando, y se fue a su parroquia de muy mal talante, diciéndose que aquella eclesiástica pocritona había ido a quitarles la suerte; los burreros se despotricaron contra Obdulia, afirmando que no pagaba el pan y compraba tiestos de flores, y que el casero la iba a plantar en la calle; y Benina subió a ver a la niña, a quien encontró en manos de la peinadora, que trataba de arreglarle una bonita cabeza.

Ahora, que á las personas de buen talante ni les gusta acocear ni ser acoceadas.

Enrique recibió la reprensión de malísimo talante, con los codos apoyados en la mesa y la cabeza metida entre las manos en señal de protesta.

Darásela el rey de muy buen talante, y el caballero le besará cortésmente las manos por la merced que le face.

Tres horas antes que el rojo Apolo esparziese sus rayos sobre la tierra, salieron de su lugar el buen hidalgo don Quixote y Sancho Pança: el uno sobre su caballo Rocinante, armado de todas pieças y el morrion puesto en la cabeça con gentil talante y postura, y Sancho con su jumento enalbardado, con unas muy buenas alforjas encima y una maleta pequeña, en que llevaban la ropa blanca.

La determinación de no salir a paseo puso a la señorita de mal talante, porque no podía hablar con su novio, que a aquella hora estaba clavado en la esquina de la calle de los Tres Peces, esperando a que saliese la familia para incorporarse.

Siendo así, voy, pues, y Dios haga que no la coja de mal talante.

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