24 colocaciones para merienda

Casi siempre comía el pan de la merienda salado por las lágrimas.

Vuelve mañana a la hora de la merienda, como de costumbre.

Ellos, que también se amaban con toda su alma, compartían sus juegos, los trabajos de las lecciones, el pan y queso de las meriendas y los húmedos besos de su abuela.

Las señoras dejaron a los criados el cuidado de la merienda y se fueron a lavar las manos, y arreglar traje y peinado.

La llamó, pero Obdulia se disculpó diciendo que esta tarde tenía que pasarla en casa de Visitación para hacer las empanadas de la merienda... ya sabes, la de la tertulia de la otra....

Bueno tenían ellas el espíritu para meriendas.

Una de las poesías de Vilinch se ha hecho célebre, y ahora mismo es una de las que siempre se cantan con prioridad en todos los finales de merienda.

Ya bajo un puesto con su desplante aquel, y con su retobeo y su tragin, estaba instalada una fonda para merienda, y las fonderas, cuajadas de perlas y diamantes, servian y regateaban, y hacian su papel como los demás.

Con esta prision, que sobrevino sobre la pendencia, creció la fama de mi cobarde, que lo era mi amo mas que una liebre, y á fuerza de meriendas y tragos sustentaba la fama de ser valiente, y todo cuanto con su oficio y con sus inteligencias granjeaba, se le iba y desaguaba por la canal de la valentía.

Aborrezco esos individuos, enriquecidos por una pirueta de la Fortuna, pero desprovistos de cultura social, que ensucian con el betún o el barro de sus botas y la grasa de sus meriendas la pulcritud de mis divanes, y tiran sus colillas encendidas, y escupen en mi alfombra.

El rey Feridún obsequió por último a sus convidados y a los individuos de su servidumbre con una exquisita merienda, en la que el guiso que más agradó fue uno de ánades silvestres en arroz blanco, condimentado con la picante salsa llamada curry.

Había empezado por tolerar nada más aquella irrupción de la merienda.

Todos se apiñan en torno de los manteles oficiales para alcanzar alguna migaja de la merienda.

Amaba la tranquila libertad del campo y pasaba los días bajo un emparrado adornado con guirnaldas de madreselvas, cultivando la amistad de los jilgueros que venían á cantar para ella, revoloteaban al alcance de su mano y comían miguitas de su merienda.

Mire, mire: el día en que yo pueda salir, nos vamos todos al campo, el niño también, de merienda.

Se alejaban, atraídos por los preparativos de la merienda, prefiriendo la contemplación de las mesas á la del antiguo río de los Sauces y á escuchar el relato de las hazañas del joven oficial de la marina española.

No por eso había menos corros de baile y canto, menos puestos de rosquillas y jinetes, menos meriendas y comilonas.

y se ocultaban bajo los asientos; pero el hambre y otras necesidades les obligaban a denunciar su presencia a los viajeros, que acababan por compadecerse de estas andanzas, riendo de sus raras figuras, de sus coletas y capotes, socorriéndolos con los restos de sus meriendas.

* * * * * No tenía actualidad la tierra muchos días, el cielo era el que ofrecía su valle como un sitio de merienda ideal o como unas dunas donde cazar patos a la manera con que se cazan en las dunas terrenas.

Acaso estos pobres perros hambrientos que se alimentan con las sobras de las meriendas, sean una fuerza

Entretanto los mozos de andén nos cargan de maletas, de sombrereras, de portamantas, de cestas con merienda, de bultos de todos colores y formas, que van metiendo apresuradamente, y como a destajo, por las ventanillas.

Allí podemos verla de paseo amatorio, por la tarde, en la primavera, bajo las sombras paradisíacas de La Alhambra; ó en excursión higiénica, el verano, al amanecer, por la amenísima y misteriosa cuenca del Dauro ó Deoro, en busca de la fuente del Avellano; ó, en tren de merienda, por las fértiles huertas de los Callejones de Gracia, con presupuesto de cerezas, habas verdes ó lechugas, para engañar unos típicos bollos de pan de aceite.

Amigos de la mesa, del coche, de la comedia, de la merienda, de la huelga, del paseo, el día de la boda, en la privanza y en la prosperidad, me respondió Timón, el de Luciano, de ésos bien hallaréis hartos.

después todos los ilustres compañeros de merienda estaban de vuelta en la ciudad.

24 colocaciones para  merienda