Qué preposición usar con señora
El dia 14 amaneció cercado de una multitud de indios el convento de la Merced, y para asegurar la presa se subieron á los techos, y entrando con el mayor desacato en la iglesia, la reconocieron toda, y hallando debajo del manto de Nuestra Señora de Dolores, á D. José Bullain, lo sacaron á empellones, y le dieron muerte.
Comprendo, amigo Ra-Ra, que le busquen con tanto ahinco las señoras del Consejo secreto.
Luego, las señoras con algunos hombres se fueron al salón.
El cura, que me daba todos estos informes, me decía: No conocí a mi virtuosa madre; pero tengo la ilusión de que debió parecerse a esta señora en el carácter, y de que si hubiera vivido habría tenido la misma serena y santa vejez que me hace ver en derredor de esa cabeza venerable una especie de aureola.
¡Quién diría que usted, señor don Gil Carrascosa, había de ser instrumento de perdición para esta pobre muchacha! ¡Yo, señora mía! No: ya sé que es sin querer, que á veces Dios permite que una persona buena sea, sin saberlo, causa de la perdición de otra.
"La condesa de T***, señora a quien Clementina odiaba de muerte por un desaire que en cierta ocasión le había hecho, andaba necesitada de dinero; se lo pidió al viejo banquero Z*** y éste se lo había otorgado mediante un rédito muy poco apetitoso para la deudora.
Elías estuvo un rato sin saber qué contestar; pero tenía muy alta idea de la cristiandad de aquella señora para vacilar en probar cuanto hacía.
En los malos momentos se conoce á los amigos; y ahora que tantos en el pueblo y fuera de él hablaban contra la señora por pura envidia, Manos Duras tenía el gusto de repetir que era él de siempre.
¿Pueden ir las señoras al Ayuntamiento?
Ferragut vió en el centro de un grupo de señoras á una jovencita inglesa, rubia, esbelta, elegante, que lloraba balbuceando explicaciones.
—Muchas gracias... muchas gracias—murmuró la señora sin separar el pañuelo de los ojos.
Ido y su mujer se deshacían en cumplidos y fueron escoltando a las señoras hasta la puerta de la calle.
Y cegadas por la vanidad herida, recordando sin duda las burlas que ellas habían dirigido a otras familias, turbábanse por momentos, creyendo ver miles de ojos rijos en ellas y que las señoras desde los carruajes las sonreían desdeñosamente, como si fuesen criadas disfrazadas.
Llegóse más, y entre ellos vio una gallarda señora sobre un palafrén o hacanea blanquísima, adornada de guarniciones verdes y con un sillón de plata.
¿Qué tiene de particular que una señora entre a cualquier hora del día en un portal de la calle de las Infantas?
Antes de verla, grandes poetas que la humanidad justamente reverencia, me habían puesto delante de las más espléndidas bellezas, ideales y magníficas señoras ante cuya hermosura paséme absorto muchas horas.
Todo cuanto tenía que prevenir y encarecer sobre el carácter y necesidades de la educanda, se lo había prevenido y encarecido ya cien veces a la señora bajo cuya dirección, amparo y vigilancia iba a ponerse Luz.
Después la orquesta tocó ruidosamente la Marcha nupcial, de Mendelssohn; crujieron las sillas al ser echadas atrás, abalanzáronse las señoras hacia la novia, y un zumbido de felicitaciones, formuladas á gritos, por encima de las cabezas, y de estrujones por quién llegaría antes, apagó el vibrar de las cuerdas y el sordo rugido del metal.
Capitán Tiago llegó el mismo día de la víspera: al besarle su hija la mano, él le regaló un hermoso relicario de oro con brillantes y esmeraldas, conteniendo una astilla de la barca de San Pedro, donde se había sentado Nuestra Señora durante la pesca.
Hay detalles en la cortesía ó buena educacion que varian con la moda: en tiempo de nuestros abuelos, por ejemplo, las señoras permanecian sentadas cuando un caballero entraba de visita y se despedia; hoy, la moda exige que las damas se pongan en pié para saludar, y si el visitante es anciano, que se le acompañe hasta la primera puerta.
Pues yo, amigo Pinedo, creo que los hombres deben tener también buenas formasmanifestó la pánfila señora de Calderón.
La única dificultad que había que vencer era la de pasar á poder de D. Casimiro, de modo tan natural, que apartase toda sospecha, una suma de cuatro millones, y hacer valer y constar, como era justo, este sacrificio cerca de Doña Blanca, para que la terrible señora reconociese á su hija por libre de toda obligación y por apta para recibir, en su día, los bienes todos de D. Valentín, como devolución, y no como herencia.
Señora suya sentada en el regazo de Sta.
Las largas filas de rosales, los macizos de plantas, toda esa jardinería mutilada y corregida por las tijeras del hortelano, reverdecía con el soplo cálido de la tarde y se cubría de flores, uniendo sus simples perfumes a la estela de esencias que dejaban las señoras tras su paso.
Salió el capitan Bartolomé Valero con una compañía de soldados, y hallada la familia errante la condujo á Santiago, donde se mitigó el pesar con el hallazgo de las señoras é hijos, ramas gloriosas en que hasta hoy se conserva su noble descendencia.