61 colocaciones para calaron

D. Julián se caló las gafas y se puso a leer, con una voz blanca de gola que tenía reservada para estas ocasiones, cierto capítulo en que se describían los sufrimientos de un niño perdido en las calles de París.

El Estudiante se puso las enaguas de la posadera y se ató un pañuelo en la cabeza, Bautista se caló un sombrero de copa que alguno encontró, no se sabe dónde, y cantaron ambos el dúo ingenuo de Vilinch, y la algazara fué tan grande que los cantores tuvieron que enmudecer porque el Cura gritó desde arriba que no le dejaban dormir en paz.

Los ricos y sedentarios 5 Se tornan con paso grave, Calado el ancho sombrero, Abrochados los gabanes; Y los clérigos y monjes Y los prelados y abades 10 Sacudiendo el leve polvo De capelos y sayales.

la gorra y marchad en silencio delante de nosotros, añadió aquel hombre calando de nuevo su visera.

Las olas saltaban sobre las peñas con tal fuerza que, al caer la espuma en copos blancos como nieve líquida, nos calaba la ropa.

Los guardias treparon ágilmente, calando la bayoneta, dispuestos á un combate cuerpo á cuerpo; el Carolino era el único que marchaba perezoso, con la mirada estraviada, sombría, pensando en el grito del hombre al caer derribado por su bala.

¡Oh! ¡Margarita! ¡Margarita! Coloreáronse febrilmente las mejillas del fraile, que tomó su manto, se caló la capucha y salió de la celda, siguiendo al gentilhombre.

Cuando acabó la sesión, quise picarle para que hablara segunda vez; pero no si caló mis intenciones; lo cierto es que dijo que me iba á cortar el pescuezo, añadiendo que no me descuidara.

Además, las empecatadas Cortes, decretando la abolición de los señoríos, habían cercenado las cuantiosas rentas de la catedral, adquiridas en los siglos en que los arzobispos de Toledo se calaban el casco y andaban con los moros a golpes de mandoble.

Castro Pérez se caló una gorra de terciopelo verde bordada de oro, a manera de fez, con una gran borla que colgaba hacia atrás y se balanceaba como un péndulo.

Mas no le fué posible; pues cuantos rodeaban por todas partes á Patroclo, se cubrían con los escudos y calaban las lanzas.

Mi tía Úrsula se calaba las antiparras y leía con gran detenimiento alguno de estos relatos, y los comentaba.

Esto le gustaba mucho también á Silda; y en cuanto Andrés calaba la sereña, ya estaba ella á su lado, muy calladita y con los ojos clavados en el aparejo.

Lo acabado de su factura, sin embargo, y el aviso al lector de no tocar verso alguno de su poema, cosa que no hizo por ninguna otra poesía suya, hace creer que tuvo por pretexto únicamente las jornadas más o menos angustiosas de su vida, pero que su mal de amores no fue de los únicos, ni de los que calan huesos.

Un negro borracho, sentado cerca de Manuel, saludaba el paso de alguna mujer guapa, gritando con una voz aniñada: ¡Olé ahí! ¡Vaya caló! Adiós, Manolooyó Manuel que le decían.

Un negro borracho, sentado cerca de Manuel, saludaba el paso de alguna mujer guapa, gritando con una voz aniñada: ¡Olé ahí! ¡Vaya caló! Adiós, Manolooyó Manuel que le decían.

Un poco más allá, en una barquichuela pequeña como un ataúd, vieron al tío Paloma junto á una fila de estacas, calando sus redes para recogerlas al día siguiente.

Además el gaucho, para correr en el monte, se cala guantes de cuero fabricados por él mismo, y un sombrero retobado de cuero por toda la copa.

Al fin, habiendo llegado gente de refresco en ayuda de los suecos, los imperiales, que ya habían perdido y ganado una vez las colinas, se pusieron en dispersión, arrojándose sobre la Infantería española que estaba plantada á sus espaldas; mas ésta caló las picas y recibió con ellas á los fugitivos, de modo que tuvieron que volver el rostro de nuevo al enemigo.

Guardé el ramo como el ladrón la robada presea, y miré a mi tití, calando la mirada hasta el fondo de los ojos.

Ansío convencer, á este único testigo consciente de mi vida privada (miss Annie no se cuenta, es una utilitaria, una práctica como Camila, pero al estilo peculiar de su raza sajona), de que guardo depositado y concentrado el ajenjo que destilaron los siglos en el espíritu del hombre; de que he calado la existencia; de que conozco la miseria absoluta de nuestro destino, y que, para , vale más el no ser que el ser.

No me sorprendeconfirmaba el sacerdotelo que usted dice... En mi ejercicio de auxiliar moribundos he visto que, aunque estén con el estertor, muchos no creen llegado su término... Y en esta enfermedad, lo que es en ésta... ¡nunca! Decírselo... ¡No hay fuerzas para decir una cosa así! Y por otra parte... yo no lo que piensa, yo no he calado su alma.

] [Nota 445: Los que de esto saben dirán si calaba mucho ó no el Arcipreste.

Y el público se cala al instante que es un buque pirata.

El órden luce en la mansion tranquila; »Mas si gira la puerta, y cala el viento »Y entre las hojas frágiles oscila, »Que caducas esparce con su aliento, »Ni sus versos recuerda la Sibila, »Ni á adornar torna el cóncavo aposento »Con las reliquias; y si ansioso vino, »Maldiciente se aleja el peregrino.

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