274 oraciones de ejemplo con tintero

si tuviera papel y tintero ... quizá cuatro renglones ... bien torcidos, como si me temblara el pulso ... y cuatro expresiones bien campanudas ...

"Matilde ..." sin adjetivo; cuando uno está muy agitado deben dejarse los adjetivos en el tintero.

Conque traiga usted papel y tintero, que vamos a escribir una carta, que puede ser la fortuna de usted.

Terciaron en la porfía, auxiliando a don Celso, sus cinco camaradas; y al cabo lograron reducir a don Simón, en el instante en que ponía Cuarterola sobre la mesa un tintero de cuerno con pluma de ave, y medio pliego de papel con lamparones de aceite.

Detalle fastuoso de aquel cerro de papeles: valioso tintero de plata, (sin uso, porque Castro Pérez se servía de uno de plomo) un verdadero tintero colonial, de oidor enriquecido, o de canónigo próximo a obispar, con una campanilla que le servía de tapa.

Detalle fastuoso de aquel cerro de papeles: valioso tintero de plata, (sin uso, porque Castro Pérez se servía de uno de plomo) un verdadero tintero colonial, de oidor enriquecido, o de canónigo próximo a obispar, con una campanilla que le servía de tapa.

Son las once de la noche, estoy solita en mi pieza, y con lápiz, porque olvidé traer el tintero y la pluma, te escribo estas lineas, muy de prisa, tan de prisa que no cuántos disparates estoy poniendo.

Valiéndoos de ese tintero de cuerno que traíais preparado me habéis hecho escribir a mi mujer para que entregue dos mil duros si no quiere que me ahorquen.

Un tintero le parecía horrible, a pesar de que su tío le demostró con ingeniosos argumentos, que servía para poner la tinta de escribir... la tinta de escribir.

» Se había fugado, emprendiendo a pie el regreso a Can Mallorquí; pero antes, como venganza, desgarró varios libros que el maestro tenía en gran estima, volcó el tintero sobre la mesa y escribió en las paredes vergonzosas inscripciones, con otras travesuras de mono en libertad.

Sentados frente a frente y listos para empezar la tarea, dijo Ricardo, golpeando con la pluma en el fondo del tintero, como si quisiera empaparla mejor: ¿Sabes, Lorenzo, que estoy con una preocupación?

No queriendo dar a entender que desconocía este enérgico modo de anunciarse, ni desairar el agasajo de quien sin duda había querido hacérmele más que mediano, dejándome torcido para todo el día, traté sólo de volverme por conocer quién fuese tan mi amigo para tratarme tan mal; pero mi castellano viejo es hombre que, cuando está de gracia, no se ha de dejar ninguna en el tintero.

Pero no lo digamos y quédese en el tintero para no hacer interminable este escrito.

Acababa de ver un tintero de cristal, enorme, con una esfera dorada a guisa de tapón.

Sentábase a la mesa, mojaba la pluma en el tintero, se acariciaba la frente; pero a su espalda cantaba la aguja al perforar el lienzo, crujían los corsés al amontonarse, zumbaban las moscas en torno de su cabeza, y el calor pesado y asfixiante cubría su piel de perlas de sudor.

El tintero, regalo de Feli, también había desaparecido.

En cambio ya se guardaría de equivocarse en dos pesetas al rendir cuentas: le habría arrojado el tintero á la cabeza.

Nada nos detiene entonces: el tintero queda vacío, el lápiz se rompe; no importa; seguimos adelante.

Hablando así, sentóse a una pequeña mesa donde había tintero y plumas, pero no se veía nada de papel.

No debo dejar en el tintero que en casa del anfitrión nos hicieron tomar champaña y finos licores, con la profusión y esplendidez que caracterizan al capitalista conocido.

Pónelos en orden el filósofo, porque tiene cada objeto, tintero, lápices, tijeras, reló, fosforero, plumas, adscrito á su lugar, y exclama: ¡Esfuerzos por salirse del escenario, por sacudirse de la verosimilitud, ley de nuestra tragicomedia! ¿Y qué hacer? ¿Qué hacer?

Las observaciones acerca de la teoría analítica de las probabilidades de Laplace, de mi pobre amigo, se van a quedar en el tintero.

Hay, pues, que dejar muchas cosas de España en el tintero, rebosante de buenas intenciones.

La idea de algo individual, de este tintero que tengo delante, de ese caballo que está a la puerta de casa, de ellos dos y no de otros cualesquiera individuos de su clase, es el hecho, el fenómeno mismo.

115 XXII.Varias cosillas que no debo dejar en el tintero, y la enfermedad de Eloísa.

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