24 oraciones de ejemplo con raqueta

Racket, n. [ráket] Raqueta; baraunda, confusion.

Tennis, n. [ténis] Juego de raquetas.

Después de subir a su departamento para vestirse, las dos jóvenes reaparecieron en seguida, vestidas de piqué blanco, cubiertas con el indispensable canotier, y llevando bajo el brazo sus raquetas enfundadas en tela gris.

Huberto Martholl caminaba pensativo al lado de María Teresa, a quien había despojado de su raqueta y de su abrigo.

Algunas veces le oía llamar a nuestros gobernantes, jugadores de raqueta, comparando las leyes que las dos cámaras se envían diariamente una a otra, a volantes que los franceses, boquiabiertos, miran pasar con ojos plácidos, hasta el momento en que caen sobre sus respetables narices y se las aplastan.

Las raquetas van y vienen, manejadas por manos febriles.

¡Hace ya noventa y un años que juego a negro...! Vuelvo la cabeza y veo a un viejecito que empuja las fichas con una raqueta temblorosa.

Las raquetas de los empleados, miradas con ojos de perdidosos, parecen enormes... ¿Ha visto usted con lo que se sale ahora la baraja?exclama uno de los que habían puesto a encarnado.

Adolfo estuvo también muy expresivo: acompañóles hasta la entrada de la cañería, y allí reiteró á Buby su ofrecimiento de presentarlo en el Polo-Club, y le recomendó por tercera vez el uso de las raquetas J. Tate del núm. 12, ó á lo más del 12-1/2.

Eran las raquetas de los empleados, que barrían el paño verde, llevándose las monedas, las fichas, todos los despojos de la pérdida, chocando unas con otras las piezas de metal y las de falso hueso.

Las raquetas barrían el campo verde.

» Unos cuantos billetes de mil empujados por la raqueta de un croupier quedaron ante el príncipe, que permaneció impasible, guardando su gesto duro y autoritario.

Ellas, huesudas y distinguidas, con amplios escotes y largas colas, lanzaban un «¡oh!» de asombro cada vez que el croupier se llevaba con la raqueta las fuertes puestas, mientras ellos sacaban del bolsillo interior del smoking nuevos puñados de billetes, saludando su derrota con metálicas risas.

Recuerdo que en Londres, en uno de esos parques enormes que hay allá, por las tardes veía jugar á la raqueta á dos señores, uno gordo, bajito, con una gorrita en la cabeza y el otro flaco, esquelético, con levita y sombrero de paja.

La palabra se escapa, como el volante de una raqueta, describe en el aire una curva graciosa y cae en el blanco sin vacilar.

Entre el resplandor lunar y el vasto reflejo de la tierra blanca, la visión de los objetos cercanos es tan detallada y perfecta como de día; sacudida la nieve suelta por el huracán, los cantos de las rocas resplandecen; los árboles tienen aspecto de cactos cirios, y, de sus ramillas coaguladas en espesas raquetas anacaradas, cuelgan franjas y lambrequines de plata, cándidas filigranas que la vislumbre azul irisa vagamente.

Por otra parte, todo eso vale más que las ocupaciones generales de sus colegas: ver correr caballos flacos, fusilar pichones, agitar raquetas y disputarse pelotas, a la manera imperante de los ingleses, fomentar la cría de perros y entretenimiento de señoritas joviales.

Entreabiertas, grandes valvas que parecen abanicos, cactus y raquetas de lawn tennis.

Los jueves, por la noche, la raqueta del banquero sonaba más.

Y entre los escasos tipos frescos y desbordantes de vitalidad, pues los hay también, pasan, con sus raquetas de tennis o sobre sus patines rodantes, esos infantes y adolescentes raquíticos o minados por un mal interno y prematuro, como una fruta por su gusano.

Sobre ser tan pequeña la isla, aún queda espacio para un elegante paseo sobre el malecón; desde el cual, dirigiendo la vista del lado de la tierra, apercíbense hombres que se agitan en diversas direcciones, pelotas que describen giros parabólicos y raquetas que muy a menudo resignan sus poderes en la cara de su dueño.

Sólo comprendía ya la belleza con faldellín blanco, un jersey de vivos colores y una raqueta en la mano.

En la última cubierta juegan grupos de señoritas vestidas de blanco y raqueta en mano, interrumpiendo con risotadas los incidentes de su deporte.

Un croupier apilaba con la raqueta el dinero diseminado por los paños; otro lo recogía con el sable.

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