63 colocaciones para capellanes

Tiramos algunos platos al suelo, nos desabrochamos la camisa, cantamos a gritos y llamamos vieja y fea a la hermana del capellán.

En éstas y otras cosas pasaba el verano, época dichosa para algunos de los alumnos del capellán; mas no para Felipe y las demás víctimas, porque don José Ido siguió funcionando durante la canícula y don Pedro administrando coscorrones.

La aurora, que sólo tenía apoyado uno de sus rosados dedos en aquel rincón del orbe, se atrevió a alargar toda la manecita, y un resplandor alegre, puro, bañó las rocas pizarrosas, haciéndolas rebrillar cual bruñida plancha de acero, y entró en el cuarto del capellán, comiéndose la luz amarilla de los cirios.

Pero llegaron días de mayor cansancio; las digestiones no eran tan fáciles, y sobre este malestar vinieron unas melancolías tan negras que no era posible hacer salir de la boca del capellán una sola palabra.

Furioso, amenazador, enarbolaba don Pedro un arma extraña, una bota de acero, que se disponía a dejar caer sobre la cabeza del capellán.

Capítulo 7.º Del Castillo de la ALJAFERIA despues de la conquista, de Zaragoza por D. Alonso el Batallador: establecimiento de su capilla y dotacion de sus capellanes.

Al día siguiente, gracias a la febril actividad del niño y mediante algunos consejos del capellán para que pusiese cada personaje en su sitio, quedó el nacimiento colocado sobre una gran mesa en el cuarto de estudio.

¡Grave! ¡grave! ¡grave! ¿Es usted un hombre o no lo es, don Segis? La pregunta, aunque inocente, causa honda perturbación en el espíritu del capellán, a juzgar por la serie de muecas y ademanes descompuestos a que se entrega antes de pronunciar una palabra.

¡Se le hará, se le hará!afirmó doña Claudia, mirando embobada á su hijo, pues desde que empezaron aquellos desórdenes orgánicos, la madre no cesaba de leer atentamente á todas horas en la fisonomía del capellán, buscando la cifra de sus misteriosos males.

Quédese para otros el fundar en el predominio de la acción del hígado el genio violentísimo de nuestro capellán, y en el desarrollo del sistema vascular, así como en la superioridad de las funciones de nutrición sobre las de relación, la intensidad de sus anhelos, su fuerza de voluntad incontrastable.

Las señoras permanecían serias y disgustadas comprendiendo la venenosa intención del capellán de Sarrió.

Turbóse más Felipe observando que los ojos del capellán, al mirarle, no echaban llamas de ira.

San Prudencio va tomando fama de ser el refugio de los malos predicadores, y allí van los descreídos á reirse de la tartamudez del capellán y del acento italiano del Padre Paoletti.

El sillón era para el Magistral, los taburetes para los capellanes catequistas, y en los bancos se sentaban las niñas de siete a catorce años que aprendían la doctrina cristiana, más algo de liturgia, historia sagrada y cánticos religiosos.

La vista de tal hipoteca contristó a Julián, pues el buen clérigo empezaba a sentir la adhesión especial de los capellanes por las casas nobles en que entran; pero más le llenó de confusión encontrar entre los papelotes la documentación relativa a un pleitecillo de partijas, sostenido por don Alberto Moscoso, padre de don Pedro, con....

La desaparición del capellán de las monjas se efectuó sin escándalo.

Había sido cura de tropa, y a las monjas no les acababa de gustar la marcial diligencia de su capellán.

Le hacía copias de documentos al capellán mayor de las Descalzas.

Sonrió con dulzura al capellán, y le señaló una silla.

Los chicos se reunían en torno de uno o de otro, según sus aficiones; pero los más preferían los ejercicios gimnásticos del capellán.

Las cartas de la superiora y las embajadas del capellán, hicieron en vano esfuerzos por recobrar la oveja descarriada, mas no lograron que tornase al redil.

Pues volviendo a mis asuntos, digo que comenzó a germinar en mi mente una idea, y fue la de acometer de nuevo la vía del capellán del colegio para llegar hasta mi adorada Gloria.

Algunos detalles que me llamaron la atención, el capitán con uniforme de gala, la estola del capellán, los veinte soldados de ingenieros, ayudáronme a adivinar todos los detalles del drama...

Muy joven,contestó el duque;pero no habíamos de estar más tiempo sin capellán, y cuando el obispo le recomienda, bueno será.

Tuve el atrevimiento de pedir para él a mi tío el título de capellán del castillo, que poseía rentas considerables, y el Duque me concedió este favor.

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