39 Adjetivos para describir feas

Tenía finísimo tacto para tratar á los niños, que aunque de buena índole, eran, antes de caer en sus manos, voluntariosos, díscolos, y estaban llenos de los más feos resabios.

Andaba por allí Isabelita, y esta niña tenía la fea maña de contar todo lo que oía.

El mozo de Traiguerra que acometió a una vieja fea por suponerla el mismo demonio, después de oir un sermón de San Vicente, es absolutamente del mismo carácter que los posesionados del asuang referidos por el Sr. Villamor.

Plantaban en aquellos lugares cipreses y ciertas palmas silvestres, para que estuviesen acompañados y adornados los oratorios y altares, en lo cual remedaban á los gentiles pasados, poniendo aquellas arboledas y haciendo aquellas florestas artificiales que llamaban lucos, no por el fin que aquéllos, conviene á saber, para cometer allí de dia y de noche muchos feos pecados, sino para ornamento y en reverencia de los dioses que honraban.

Si; me la dió aquel viejo feo, feo, feo....

Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.

Los cuatro han olvidado que la hermosura, la gloria humana, las riquezas, los honores, el aplauso no sirven al fin para otra cosa que para los gusanos que todo se lo comen, y que cuantos afanes se pasen por lo que no sea el provecho del alma, son en beneficio de los mismos feos gusanos...

¡Antes ahora que después!regurgitó la fea de las feas, que, habiendo subido al desván, volvía espantada de los destrozos que en las cosas santas hiciera Felipe.

La imagen infernal no sólo le atenazaba sino que se le llevaba consigo, empujándole a profundidades negras abiertas por el delirio y pobladas de feos demonios.

«No me maravillo yo de que hubiera santos cuando las ocasiones de pecar eran escasas, cuando la mitad del género humano vivía dentro de conventos ó en feos páramos, y se veían á cada instante ejemplos que imitar; lo admiro ahora, cuando la libertad ha multiplicado los vicios, cuando todo el mundo hace lo que quiere, y encontramos rara vez casos ejemplares dignos de imitación.

Anochedijo la fea doncellame encargó que avisara al padre Claudio para que viniera a hablar con ella lo antes posible.

Alrededor del Jesús de quince años van juntándose, saliendo de las paredes de la cripta, que parece trasudarlos, docenas de chiquillos, otros Bambinos, pero feos, encanijados, sucios, envueltos en andrajos ó desnudos, mostrando la enteca anatomía.

El Corsario, mohino, fruncido y de malísimo talante, metió a bordo el pedrusco, lo desamarró y soltó de nuevo el aparejo al agua: después echó una terrible mirada a sus compañeros y murmuró: ¡Cochinos, si os hubierais visto en los apuros que yo,[9.8] no tendríais gana de bromas! Y se tendió de nuevo, gruñendo feos juramentos.

Al leer amores tan galanos y tan galanas dueñas en el libro, los que tengan mujer fea y las que tengan feos maridos, se entregarán al servicio de Dios, que es el Buen Amor, que pretende el libro.

Mientras el sacerdote decía sus preces con murmullo solemne, observé que Eduardito cambiaba vivas y risueñas miradas con Fernanda, la cual le sonreía con sus ojos bordeados de ojeras dilatadas y su feo diente mellado.

Las grietas son tan anchas y profundas en algunos sitios, que ofrecen sobrada capacidad para que en su seno se aniden las lagartijas, las salamanquesas asquerosas y los feos y medrosos murciélagos, y para que nazcan, se arraiguen y crezcan allí no pocas higueras bravías y hierbas y maleza.

A los tres o cuatro días de estar allí, el espíritu de Isidora se adaptaba mansamente a la regularidad placentera de la casa, a la poca luz, al olor de badana, a la vista de los feos objetos, y notaba en una tranquilidad, un gozo que hasta entonces le fueron desconocidos.

Pronto tuvo ocasión de dar en lo cierto, porque al abrir la puerta, y en el momento de salir, corriendo hacia nosotros con un palo en la mano, y centelleando de ira sus feos ojos, encaró con Montoria, y se detuvo amedrentado.

Casi rozando nuestras cabezas, volaban torpes bandadas de feos y negros pajarracos.

Tónica era para él como esas vírgenes de cabeza hermosísima, que bajo la deslumbrante vestidura sólo tienen para sostenerse tres feos palitroques.

Y aquí debemos advertir que hay feas de ¡Jesús!, de ¡Jesús María! y de ¡Jesús, María y José! Esta última (que es aquella que no tiene nariz, ó que la tiene de á tercia, y que es bizca, y jorobada, y coja, y cuyos dientes cuelgan fuera de los labios como los colmillos del elefante) vive libre y exenta de las mortales dudas, de los crueles engaños y de otros sinsabores propios y privativos de la fea perfecta, de la fea por antonomasia.

La entrada al templo, es una galera oscura y angosta; de distancia en distancia hay sobre una especie de altares, toscos nichos y en ellos unos ídolos, que verdaderamente faltan á la gente al respeto, de puro feos.

Nuestro espíritu, que su imagen mejora, á ella vuelve: queremos distraerla, agasajarla, protegerla contra los feos recuerdos, y si de noche sonríe dormida, pensamos que sobre su frente revuela nuestra última canción.

Á vueltas iban también los feos y raquíticos tomos de El Criticón, infamemente salidos de las prensas de Huesca y que no había leído nadie.

El espíritu moderno, utilitario é irreverente, había convertido el palacio en casa de vecindad, partiendo los dorados salones con feos tabiques; estableciendo cocinas en las arcadas afiligranadas del patio señorial; llenando de ropas puestas á secar las galerías de mármol, al que daban los siglos la transparencia ambarina del viejo marfil y reemplazando con baldosines los desgarrones del rico mosaico.

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