181 oraciones de ejemplo con feliciana

¡Adiós, puercos! Vanse y salen TELLO y FELICIANA.

¡Ay, Feliciana, Que no sabes qué es amor, Ni has probado su rigor! FELIC.

Sale ELVIRA, huyendo de DON TELLO, y FELICIANA

¡Mira que te he de perder El respeto, Feliciana! FELIC.

[Vase FELICIANA.

¡Que con dos hombres no más Viniese! ¡Estraño valor! Sale FELICIANA, deteniendo a DON TELLO, y los criados.

Y vos, Feliciana, Seréis dama de la Reina, En tanto que os doy marido Conforme a vuestra nobleza.

Aquilano, joven de padres desconocidos, se enamora de Feliciana, hija del rey Bermudo de León.

Feliciana, presa de la desesperación, quiere también perder la vida, y sólo desiste de su propósito cediendo á las súplicas de sus doncellas.

También hay en esta comedia escenas burlescas, en que figuran dos jardineros, un criado de Aquilano y una criada de Feliciana.

¡Ay, señor, que tres enfermedades que tuve siendo niña me desmedraron! porque en Medina ni en Búrgos no habia quien se me comparase, pues en Zaragoza más ganaba yo que puta que fuese en aquel tiempo, que por excelencia me llevaron al publique de Valencia, y allí combatieron por cuatro rufianes y fuí libre, y desde entónces tomé reputacion, y si hubiese guardado lo ganado, ternía más riquezas que Feliciana.

PRUDENCIO.—Y como la Feliciana no reflexiona que a estas grandes figuras hay que aguantarlas sus genialidades, me temo un esasbruto.

PRUDENCIO.—Ponte a la puerta, y si viene la señá Feliciana nos avisas, no sea que nos sorprenda.

V DICHOS y FELICIANA en la puerta FELICIANA (Con ira al ver el cuadro.)—¡Maldita sea la pena! PRUDENCIO (Aterrado.)—¡La Feliciana! ANTOÑITA.—¡Mi madre! ACACIO.—¡El ama! PEPE.—¡Tablón! (Estas voces simultáneas.

ESCENA VI PRUDENCIO, FELICIANA, ACACIO y el PARROQUIANO que, después que lo afeitan, paga y se va PRUDENCIO.—¡Muy bonito!

FELICIANA (Exaltadísima.)—¡Basta! ¡Te creo! ¡Ese loco es capaz de todo!...

ANTOÑITA (Dentro, cantando.) Retírate por Dios, Pepito... Retírate por Dios, que grito... FELICIANA (Que se exalta más al oir a su hija.)—¡Sí, canta, canta... so gamberra! ¡Ya te daré yo a ti Pepito! (Llamando.

FELICIANA (Ya frenética.)—¡El tranvía! ¡Vaya, pues ahora mismo! ¡Ya me se ha llenado a el costal de ganas! (Furiosísima.

ANTOÑITA (Atemorizada.)—¡Pero, madre! CASILDO (Con extrañeza y terror.)—Señora madre... FELICIANA (Frenética.)—¡Córtate esa coleta inmediatamente! CASILDO (Aterrado.)—¡Rediez! ¿Pero qué dice usté? ¿Que me ampute?...

FELICIANA (Con furia.)—¡No hay quién! LEOVIGILDO.—No la echarán, porque yo desharé el traspaso devolviendo al señor Román las setecientas pesetas.

Ay! ¡ay, qué emoción! POLINIO (Que sigue mirando.)—¡Y qué buen público! ¡Va a estar lleno! PRUDENCIO.—¡Ay! ¡Aquí quisiá yo ver a la Feliciana, a ese ser egoísta y bárbaro, que estará a estas horas roncando en su cama muy tranquila! ¡Ay, qué temblor! ¡Ay, que no creí que era esto tan emocionante! (Se escuchan bastoneos y muestras de impaciencia en el público.

PRUDENCIO (Señalándole a los hijos.)—Pues mira el espetáculo; ésta recién gritada, éste recién cogido y yo recién ambas cosas; con la barbería perdida y sin atreverme a implorar de la Feliciana la miaja de acobijo que tanto despreciábamos.

ESCENA ÚLTIMA DICHOS, FELICIANA y el SERENO por el foro FELICIANA (Dentro, llamando.)—¡Pepeee! ¡Serenooo! PRUDENCIO.—¡Ay, callarse! ¿Esa voz?...

FELICIANA (Furiosa y gritando.)—¡Vaya usté a paseo, peazo animal! ¡Eso se le pregunta a una loba!

FELICIANA (Rechazándole bruscamente.)—¡Quita de ahí, majadero! PRUDENCIO.—Bueno, te lo daré dentro.

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