y se aproximaron a la mesa, mientras Castro hacía sonar el timbre para avisar al mozo.

María asintió con un movimiento de cabeza, Jacobo tocó un timbre eléctrico, al que no acudió el camarero, sino los patrones del yate, Marenval y Tragomer.

Llamó al timbre y apareció el guardia.

Contó siete de quinientas pesetas y se los entregó, oprimiendo al mismo tiempo el timbre para que un dependiente extendiese el recibo.

Había vuelto a tomar su timbre de voz encantador, un poco velado, más conmovedor que todas las palabras, y la sonrisa de misteriosas promesas que la hacen irresistible cuando ella quiere serlo.

Tornó a bostezar y sus párpados se llenaron de agua; mareada por sus propios antojos y por aquel interminable desfile de sombras que recorrían el techo con sempiterno vaivén, apoyó un timbre; un prolongado repiqueteo metálico vibró en los aposentos interiores de la casa.

Temblón de pulso, hirió el timbre y, al asomar el criado, formuló la orden.

Sonó el timbre rabiosamente.

Barragán después de esquivarse llegó a la calle del Arenal y corrió derecho a la casa de Tristán, subió en cuatro saltos la escalera y apretó el timbre de la puerta hasta que vinieron a abrirle.

Era un poco más de las cinco de la tarde, cuando Juana se enderezó repentinamente; había vuelto a oír resonar el timbre del vestíbulo.

Su voz había adquirido un timbre siniestro, lúgubre que hacía estremecerse al estudiante.

Además hay que pagar 3,50 francos en concepto de conocimiento, timbre é impresos por cada envío.

(Suena un timbre.

Perdió, pues, del todo la cabeza el pobre viejo, lanzóse al timbre eléctrico, corrió luego a la puerta pidiendo socorro, y aporreando después la de Jacobo, gritó de nuevo: Au secours!...

Inmediatamente el inspector manejó el timbre de alarma, y el expreso paró.

Esta antigüedad unida al espíritu conservador y progresista a la vez de su propietario y administradores, marca un timbre de honor que casi pudiera llamarse gentilicio, si cupiera el concepto atribuído a la noble sangre de sus ganados.

No importadijo; yo, que quiero satisfacer abundantemente su afición á lo raro, echaré sobre esta primera cita toda clase de secretos: el enigma de la obscuridad que nos aisla, y también el misterio de las conversaciones musitadas, que nublan el verdadero timbre de la voz que nos habla y parecen venir de muy lejos.

Transcurrió un minuto; aún rechinaban los goznes de la puerta, cuando don Quintín oyó el timbre de una voz que le dejó trémulo de espanto; apenas sus labios acertaron a balbucear un nombre: ¡¡Es Frasquita!!

Sólo la idea de mirar a Cristeta cerca de sí, de contemplar su hermosura y oír el timbre de su voz, bastaba para que olvidase todo lo demás.

Devuelve cualquier sonido que á ti venga, sea el que fuere, reforzándolo y prestándole tu timbre.

El murmullo de la corriente adquiría poco a poco el timbre de trompa guerrera; y el susurro del viento parecía traer de las azules playas del pasado la voz de la tradición, henchida de heroicas gestas y de doradas leyendas... Éste es exclamaba el río sagrado del solar aragonés; el que fecundó las tierras conquistadas por nuestros antepasados; el que dió nombre a un gran pueblo y hoy simboliza aún toda su historia.

Nadie, en buena justicia, podrá quitar á esta noble raza un timbre que tanto la honra.

Vicente López se hallaba á su lado, reconocía diáfanamente el timbre de su voz, y con los ojos del alma veía sus gestos.

A mí con ingleses!... ¿Tú no sabes, Manolito, que todos los meses tengo que renovar el timbre de la puerta de mi casa porque lo gastan ellos de tanto tirar?...

Subieron los monstruos, arrastrándose, los peldaños de la escalera, y se pusieron á los piés del cuidador, quien hizo ver que uno de aquellos animales está domesticado, y aun repicaba el timbre á la voz de su señor.