91 Adverbios para describir cómo entregué

Al cerrar la noche fueron botellas cubiertas por el polvo de muchos años lo que entregó á los hombres que le parecían débiles.

Ella se entregó voluntariamente, resbalando por la suave cuesta de la costumbre; pero al recobrar la serenidad mostró un vago remordimiento.

Yo... me había entregado enteramente á Dorotea.

Sin responder a la salutación que le hice en la cocina, adonde había ido el infeliz desde la cama, me dijo, porque estábamos solos en aquel momento: Como ya habrás leído los papeles que te entregué ayer tarde, por lo menos el principal de todos, quiero, y así te lo mando, que no me hables una palabra ahora ni después ni nunca, de esos particulares ni de ningún otro que sea pariente de ellos.

Así es que doblé las puntas de mi pañuelo convirtiéndolo en un saco, dejé caer dentro una moneda, y, sin decir palabra, lo pasé al juez, quien añadió sencillamente otra moneda de oro de veinte pesos y la pasó a su vecino; cuando el pañuelo volvió a mis manos contenía una cantidad respetable que entregué inmediatamente a Hop-Sing.

En cambio, se entregaba libremente a los goces del amor platónico, buscando las ocasiones de dar satisfacción a los ojos con la imagen de su adorada.

El lago estaba en aquellos momentos absolutamente desierto, y nosotros, á pesar de los aires nacionales que silbaba de tiempo en tiempo el humilde batelero, íbamos completamente entregados á la suprema delicia de la contemplacion de la naturaleza, á cuyo poema se mezclaban los silenciosos himnos del amor y los recuerdos de la patria,esa dulce querida que no tiene sexo para sus adoradores.

Hoy se entregaban a un calavera rico, mañana a un señorito achulado, tal noche a un marido ajeno, tal otra a un pollancón estúpido; y total, alguna cena, algún traje, desempeñar a costa de uno lo que había de lucir con otro, y a la postre el rostro ajado y la juventud malbaratada: vida de moza mesonera, trajín constante, pocas propinas y vejez: mendiga.

Te has entregado, ciegamente, a un sentimiento que tal vez cualquier otra mujer te hubiera inspirado también.

La tía le enviaba todos los meses algunos duros para sus vicios, y como Perico no los tenía, de aquí que emplease tales cantidades en beneficio de su señorito, el cual no podía explicarse al sentarse a la mesa cómo con tres pesetas que diariamente entregaba a su asistente, comía casi con tanto regalo como el coronel del regimiento.

Barbarita era administradora general de puertas adentro, y su marido mismo, después que religiosamente le entregaba el dinero, no tenía que pensar en nada de la casa, como no fuese en los viajes de verano.

No lo esperaba; creía tener valor para no entregar jamás el cuerpo, aquel miserable cuerpo que era propiedad de don Víctor sin duda alguna.

Una hora después de mi llegada é instalación en la excelente Adams House (¡plan europeo!), fuí á entregar personalmente en la redacción del Pilot la única carta que de Buenos Aires traía para Boston, dejando dormir en mi maleta todas las demás, dirigidas á personajes encumbrados.

se quejaba, no admitía sofismas, allá en los adentros más nublados del turbado Bonis, que entre el sueño y la vigilia se entregaba, mitad por miedo, por desorientarla, como él se decía, mitad por una especie de voluptuosidad nueva y que juzgaba monstruosa, se entregaba a los arrebatos del amor físico, no con gran originalidad por cierto, pero con una espontaneidad que era lo que más le remordía en la citada conciencia de amante.

Los dos criados que estaban antes en el recibimiento y un maître d'hôtel con cadena de plata y patillas de diplomático viejo parecían defender el tesoro del centro de la mesa, dignándose entregar únicamente lo que estaba en los bordes de ella.

Y de tal modo, que se ha permitido escribir á mi sobrina una esquelita, que Herminia me entregó, naturalmente, sin abrir ... Está escrita con un buen estilo la tal esquela ...

Cuando el jefe del tren llevó los que Melchor humildemente le entregó, el convoy llegaba a su estación terminal.

Antes del duelo le había entregado igualmente todo el dinero que tenía en su alojamiento.

Y ahora que usted es hipócrita, falsa, egoísta, peor que todas las demás...» Ella me dejaba hablar: vano era mi intento de sublevarla, de hacer que se sintiera ofendida: «Pero un día acabará usted misma por romper esa su hipócrita fidelidad,» agregué, «para caer en brazos de su nuevo amante... si acaso no se ha entregado usted ya a él...

Mauregato, usurpador del trono de los Reyes de Asturias, ha celebrado un pacto con los moros, con arreglo al cual ha de entregar anualmente al Califa de Córdoba cien doncellas cristianas de las más hermosas.

Ponía el viejo devoto el mayor cuidado en la administración de los bienes de su amigo, y éste tenía tal confianza en él, que apenas si dirigía una mirada indiferente a los extractos de cuentas que mensualmente le entregaba.

Escribió el vale para el administrador y me lo entregó silenciosamente con una sonrisa burlona que me hizo adivinar lo que en aquel momento pensaba de .

Pero él no se entregaba fácilmente.

Amor, que no dispensa de amar al que es amado, hizo que me entregara vivamente al placer de que se embriagaba éste, que, como ves, no me abandona nunca.

» Y diciendo esto le entregué respetuosamente el fatal papel que se me había encargado.

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