Qué preposición usar con deleite
Nacido en uno muy pequeño de Andalucía tuve yo cierto amigo que, como llegase á ser personaje de gran suposición y de muchas campanillas, cifraba su mayor deleite en mandar á su pueblo todos los años un ejemplar de la Guía de forasteros, con registro en las varias páginas en que estaba estampado su nombre.
Al fin se arrancó á este deleite de los ojos para cumplir sus deberes de maestro.
Ilustre amigodijo el Padre de los Maestros con una voz untuosa, las señoras y señoritas aquí presentes me piden que interceda para que nuestro gran poeta nacional las deleite con algunos de sus versos inmortales.
¡Con tan liviano presupuesto se procuraba á la florida juventud santanderina el más apetitoso deleite de cuantos ofrecérsele podían! Saboreándole como un niño un caramelo, con temor de que se acabase, consumía cada baile de los cuatro ó cinco que se le daban en todo el verano; de modo que era una pena que desgarraba el alma ver en tales ocasiones aproximarse la noche.
Y don Alvaro responde: ¡Ta, ta, ta, ta, ta! Calvete, que ha pasado de zagalón a ser un mozo muy gentil y brioso, que es al mismo tiempo travieso y más malo que la quina, viendo que don Alvaro no puede quejarse de sus travesuras, ya que ni habla ni escribe, se deleita a menudo en ponerle furioso.
En esta prueba, ya mira el hombre al cantor y muestra algún deleite en oírle.
en que él debía seguir siendo su hermano, sin pensar, ó sin decir al menos que pensaba en otra cosa; y concibió con claridad, más que por el discurso y las razones, por los blandos cogotazos y por los tirones de orejas, toda la suavidad, hechizo, consistencia y deleite del amor espiritual que á Nicolasa le ligaba.
En el Principal se estrenaron los más notables dramas de la escuela romántica, las comedias más famosas de nuestro teatro antiguo, y aquellas inolvidables obras llamadas de magia, que tanto deleitaron al vulgo en la tercera década de nuestro siglo.
Era el sádico deleite del celoso que persiste en arañar su herida.
Don José tenía la costumbre de acostarse una hora más tarde que su señora y niñas, y esa hora la empleaba en leer La Correspondencia, deleite sin el cual no podía pasar, y después de hacer cigarrillos de papel, valiéndose de un aparato conocido, cilindro de madera lleno de agujeritos, donde se introduce el papel liado, y se cargan y atascan después de picadura.
Deleitaba á Rosalindo contándole sus andanzas en el Japón, su vida de marinero á bordo de la flota turca y sus expediciones siendo niño á la California, en compañía de su padre, cuando la fiebre del oro arrastraba allá á gentes de todos los países.
¿Qué mayor deleite para mí que esta ignorancia suya, que prestaba a cuanto yo le decía el aliciente de lo inaudito y la magia de lo no sabido, ni siquiera soñado?
Estoy seguro de que no logrará V. más que ver á Clara en la iglesia, con más angustia que deleite por parte de la pobre muchacha.
La chiquitina daba palmadas y sonreía con deleite al ver los juguetes que su padre le trajo.
La mirada de Desnoyers se paseó con deleite por el estudio.
Evidente prueba de la naturalidad, gracia y primor del estilo dan el interés y el deleite con que se lee la historia de Las de García Triz.
Alguna vez he escrito detalladamente sobre este almuerzo, en el cual la conversación inagotable de Castelar fué un deleite para mis oídos y para mi espíritu.
Mecida con deleite sobre las nubes irisadas del cielo aristocrático, no daba paz a la lengua.
El pico de un ave o el movimiento de una ola depone a las orillas del Paraná la simiente de un durazno, y de ahí el origen de esa abundancia de "fruta del monte", que nos deleita entre los meses de febrero y marzo.
Nos tendimos con deleite entre las mansas ondas del río, dejando reposar el cuerpo y teniendo por delante el más estupendo cuadro de la naturaleza.
El deleite a cada nuevo ía se acrecentaba hasta trocarse en verdadera angustia, aunque sabrosa, que obligaba a los espectadores a ir levantándose paulatinamente de los asientos, a golpes de consonante, y después del último verso volviéronse a sentar de sopetón, divinamente conturbados y desfallecidos, como mujer ardiente que ha sido gozada muchas veces en corto tiempo.
De innumerables dramas que se presentaron á esta competencia, oimos todavía algunos con gran deleite sobre nuestra escena; pero los de Calderón y Moreto, que ganaron entonces la primera reputación, son hoy, á pesar de sus defectos, nuestra delicia, y probablemente lo serán mientras no desdeñemos la voz halagüeña de las musas.