28 colocaciones para mis

Conocía las amenazas de Pimentó, el cual, apoyado por toda la huerta, juraba que aquel trigo no había de segarlo su sembrador, y Batiste casi olvidaba á sus hijos para pensar en sus campos, en el oleaje verde que crecía y crecía bajo los rayos del sol y había de convertirse en rubios montones de mies.

Miró Batiste vagamente hacia la parte de la ciudad, volviendo su espalda á la barraca de Pimentó, que ahora se veía claramente, al quedar despojados los campos de las cortinas de mies que la ocultaban antes de la siega.

Alrededor, las medas ó altos montículos de mies remedaban las tiendas de un campamento ó la ranchería de una india.

Quiera Dios, que es el dueño de la mies, mover los corazones de muchos, para que multiplicándose los operarios, sea muchas veces más copioso el precioso fruto, que tan felizmente se coje.

La moza no contesta, distraída en el consuelo de llorar, y, siguiéndola por los estrechos viales de la mies, el pastor se preocupa meditando en los motivos del lloro.

Del peñón en la alta loma Semejando está que vuela, Como rápida paloma Que se lanza de un ciprés: Mas si el ojo se asegura De que inmoble está en la altura, Le parece una gacela Recostada entre una mies.

Don Pedro sonreía, guiñaba el ojo, dejaba escurrir suavemente el mallo sobre la paja, se atizaba el jarro de una sentada no sin decir antes «hasta verte, Jesús mío», y consumada esta segunda hazaña, que no se celebraba menos que la primera, echábase la chaqueta por los hombros, se encasquetaba el sombrero, y sentado en las gavillas de mies, fumaba como los otros trabajadores, pero con placer sereno é íntimo orgullo.

Del mermadísimo patrimonio de la tía Dolores no quedaban a la sazón más tierras de regadío que las dos hazas de mies adonde las mujeres se dirigían; y ya estas únicas parcelas estaban hipotecadas al tío Cristóbal, que nada quiso dar sobre el terreno de secano, las «hanegadas» de Abranadillo y Ñanazales, tendidas al otro lado del pueblo, y menesterosas de continuas huelgas por su mucha ruindad.

Aún supo esmerarse con paciente solicitud, escogiendo en el retamal las flores menos tristes; quería cubrir al muerto contra las moscas y el sol, y hacerle los honores de la mies con un poco de dulzura.

De ambos afanes pudiera suspirar el triste fugitivo del barbecho, buscando la ilusión de una mies, la gracia bienhechora de un arroyo y el caliente regazo de una aldea.

Soy blanco como la leche y rubio como la mies cuando la siegan.

38 Rogad pues al Señor de la mies, que envie obreros para su mies.

Pero sentíase generosa y valiente; pensaba, estremecida, en el troje oscuro del cementerio, doliéndose de la sentencia que acobardaba a Malgor, y se iba junto a él, muy solícita, cada tarde, paseando con lentitud a la orilla de la mies virginal.

Eran tan placenteras las señales del cielo, que la sequía se convirtió en seguro peligro para la escasa mies de Valdecruces, y bajo la férula del tío Cristóbal celebróse con toda exactitud el turno de regar, aprovechando el agua de los fugitivos arroyos.

Tratábase de un desafío á la cachurra, ó á la brilla, como también se dice; juego que se inaugura y cesa con las derrotas, porque sólo en las praderas de la mies puede jugarse, y vociferaban y se revolvían los muchachos de la pandilla sobre quién debía de arrimarse á quién para equilibrar con el posible acierto las fuerzas beligerantes.

Era casi la hora de su cita con Mariflor; y el trágico acontecimiento de la tarde parecía propicio a que la presencia del galán en la mies no inspirase desconfianzas.

Y A MI EL RABICANO Con un cielo luminoso, brillante como plata bruñida, llovía, llovía copiosa, incesantemente.

Había recibido la visita fuera de su casa por no tener dentro adecuado lugar, y se paseaban los dos hombres por una llosa cercada de abietes, hecha ya la recolección de su mies, con almiares de paja y los portillos en abertal.

Pero advierte que algunos, deslizándose entre sebes y hormazos, se confunden a la par de una aldea en los firmes renglones de una mies y mueren en los surcos, rectos y hondos, como trazo de una ferviente plegaria dirigida hacia Dios.

2 Y les decia: La mies á la verdad [es] mucha, mas los obreros pocos, por tanto rogád al Señor de la mies que envie obreros á su mies.

El campo, allá lejos y en lo hondo, ha perdido el verde excesivo, el color fresco de pradera; sembradíos de mies, grandes manchas pajizas, extensiones iguales, pardas, y elevándose en la inmensidad, los campanarios místicos de los pueblos.

Grano, semilla de la mies, fruta, etc.

Cuando Rogelio rinde la finísima senda de la mies y se asoma al campo baldío donde el cauce se tiende hacia el arroyo, un espectáculo de tremenda emoción le pasma y le sacude.

Ha nacido la mañana blanca y triste, con cara de llanto, y cuando la comitiva nupcial se dirige al templo, enfilada por la veredita estrecha de la mies, arrecia la brisa dura que desde el alba rueda por los caminos como una loca, deshojando flores y columpiando ramajes.

3 Su provisión [era] de las sementeras [que crecen] con las muchas aguas del Nilo, de la mies del río.

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