22 colocaciones para candelabro

Ana vio y oyó que en aquel traje grotesco Quintanar leía en voz alta, a la luz de un candelabro elástico clavado en la pared.

De propósito se empezó tarde la comida, y circulaban aún las dos sopas de hierbas y de puré, cuando los camareros cerraron las maderas de las ventanas y encendieron las bujías de los candelabros y los aparatos de gas.

Ya te podían haber dado la pareja completa de los candelabros de bronce... pero en aquella casa todo se hace con el mayor desorden... Las velas de colores dentro de los guarda-brisas hacen un efecto mágico.

No vivo, no puedo tener calma, me desvelo y me consumo... Paso las noches sin dormir pensando en la pachorra de Francisca, en la capilla, en el pobrecito San Juan roído, en los candelabros manchados, en los ratones, en la pequeñez de la casa para tales huéspedes...

En esta se habían prodigado las luces: dos bujías a los lados del piano vertical; sobre la consola, en los candelabros de zinc, otras cuatro de estearina rosa, acanaladas; en el velador central, entre los albums y estereóscopos, un gran quinqué con pantalla de papel picado.

Un pequeño altar ostentaba mil figuras de bulto y realce, alternando con estampas que sin duda habían pertenecido a libros, y en la delantera algunos pares de candelabros de plata antigua, sostenían velas de picada y filigranada cera, adornadas con papelitos, festones y otros primores de tijera.

El Gran Buda está rodeado de un jardín y tiene á sus espaldas los declives de tres colinas sombreadas por esos cedros japoneses, retorcidos armoniosamente en forma de candelabros verdes, que ornan los paisajes y estampas.

En mitad de la calle una hilera de candelabros eléctricos, y en último término, algo esfumado por la lejanía, un palacio blanco, el Congreso, con una cúpula esbelta que ocupaba gran parte del cielo visible entre la doble fila de casas.

dejándose caer en una silla, junto a la pequeña mesa aderezada ya para la cena, fijó su mirada en el blanco mantel, que resplandecía bajo las llamas del candelabro, y después de largo silencio, repuso: Aunque así fuera, es menester seguilles.

Allí no había amor, sino devoción, mucha devoción, como lo probaban los devocionarios y los pliegos de oraciones que se apilaban sobre la mesilla de noche al lado del candelabro de cristal.

Espera para ella los blancos palacios de mármol, las libreas galonadas de los lacayos, el oro de los candelabros, las sedas, en una palabra, la dulzura de la vida tal como puede concebirla su cabeza de negociante.

¡Pluguiera a Dios y a Santa Lucía que esto fuera pronto! No siendo quizás bastante el producto de los candelabros para allegar la cantidad que necesitaba, pues además del dinero de Torres, le hacía falta el del segundo plazo de Sobrino Hermanos, dispuso unir a las mencionadas piezas de plata los tornillos de brillantes que en las orejas llevaba, donativo de Agustín Caballero.

Se levantaban todas las colegialas para la misa del alba, y en el templo, a oscuras todavía, tres o cuatro cirios echaban un amarillento resplandor, que relucía en el reborde de algún candelabro o temblaba sobre la cara llorosa de la Virgen.

Era que por aquella región de su mente se extendía el recuerdo de los candelabros empeñados y del forzoso compromiso de redimirlos antes que Bringas recobrase la vista y, con ella, el mirar vigilante, la observación entrometida, la curiosidad implacable, policiaca, ratonil.

"Las ventanas que sacan el ojo al ras de la banqueta son de los comedores; esos que remedan balcones son de las grandes salas de alfombras turcas, de candelabros gigantes, de ensueños de porcelana y cristal, de oro y de sedas.

Cuando se trata de una familia rica, se habilita para este momento una habitación del cuarto bajo, y en ella se coloca un altar y varias filas de candelabros con velas alrededor del féretro.

» Y ella se levantó en seguida, y no encendió una sola, sino todas las velas de los ochenta candelabros del salón, y se volvió á su sitio.

Cogí dos antorchas de sus candelabros y dando una a Fortunato le escolté a través de una serie de habitaciones hasta el pasillo que conducía a los subterráneos.

Entre las flores del altar, cuasi frescas, apenas si empezaban á marchitarse las rosas, al calor de los candelabros ardientes.

metíase en la sacristía como si fuese su casa, abriendo la cesta de la cena sobre los cajones y alineando los comestibles entre candelabros y crucifijos.

Al frente avanza la cruz, entre candelabros sostenidos por monaguillos, lo mismo que en los pueblos católicos.

Dicha luz reproducía en el techo de la habitación el foco de los candelabros, con las sombras de su armadura, y esta imagen fantástica, temblando sobre la superficie blanca del cielo raso, atraía las miradas de la triste joven, que estaba tendida en una butaca con la cabeza echada hacia atrás.

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