659 oraciones de ejemplo con hércules

Su impulso indirecto rompe y tritura cuanto ponen bajo el martillo-pilón y estira los metales pasados por el laminador; pero sabe también elegir y juntar los hilos casi imperceptibles, amalgamar los colores, afelpar las telas y realizar á la vez los más diversos trabajos, los que ni siquiera podía soñar un Hércules, y los que no podrían realizar los hábiles dedos de un Aracneo.

Pero lo más raro es que, arrastrado por su imaginación potente, la cual es como un Hércules atado con cadenas dentro de un calabozo y que forcejea por romper hierros y muros....

Currita, impulsada por el repostero de Butrón, llegaba a las columnas de Hércules de la celebridad femenina.

Parecía una Niobe colosal, y eso que no había tenido hijos: parecía un Hércules... hembra: parecía una matrona romana de las que aún hay ejemplares en el Trastévere.

Juan Ruiz vive aquí serquita, en la Alameda de Hércules... Bueno; pero si usted pudiera...

No quiero ni debo poner barreras, meta, ni a modo de columnas de Hércules al ingenio de los hombres, escribiendo non plus ultra en dichas columnas.

Cargado por Alejandro, que con el brazo libre que le quedaba, se abría paso como un Hércules, avanzábamos a tomar otra posición.

Allí están; ahí ha fondeado el Salto, allí el Pampero, más atrás el Hércules; aquel que viene andando todavía es el Pintos, y los otros dos barcos de la izquierda son de vela, el San Juan Bautista y el Río Bamba.

Como un ejemplo de las increibles atrocidades que manchaban aquel teatro, baste decir que un actor (criminal condenado á muerte) que representaba el papel de Hércules, fué quemado vivo cierto día delante de los espectadores.

Entre las obras, que enriquecieron á la literatura española de esta época, cuéntanse las traducciones de Virgilio y del Dante, y una titulada Los trabajos de Hércules, de la cual no se sabe con certeza si estaba escrita en verso, ó si era sólo un drama mitológico en prosa.

Otra estátua de Hércules de marmol moderna digo del mismo tamaño, también colocada en su nicho.

El tribuno Claudio lleva á Crisanto á un templo de Hércules para ofrecerle sacrificios.

No tardó en conocer y apreciar su talento el cardenal Hipólito de Este, hijo de Hércules I, el cual quiso que Ariosto formara parte de su alta servidumbre.

Observando aquel experto Príncipe que no consistia en la poesía solamente el mérito de nuestro poeta, tuvo á gran dicha confiarle las comisiones más delicadas, así suyas como de su hermano Alfonso, sucesor de su padre Hércules en el ducado de Ferrara.

Y vos, ¡oh Hipólito!, generoso descendiente de Hércules, ornato y esplendor de nuestro siglo, dignaos acoger complaciente este trabajo, única muestra de agradecimiento que le es dable ofreceros á vuestro humilde súbdito.

Habia dejado ya muy atrás la Europa, y se encontraba á gran distancia del monumento levantado por el invencible Hércules como aviso á los navegantes.

Las columnas de Hércules que, segun la fábula, fueron colocadas por aquel semi-dios en los montes Calpe y Avila á uno y otro lado del Estrecho de Gibraltar como fin de sus trabajos, y como límite de las tierras y mares conocidos.

Pero provocado Hércules al combate por el gigante, y advertido del encanto que hacia á Anteo invencible, le estrechó entre sus brazos y le ahogó levantándole del suelo.

Norandino quiso que fuera cabalgando á su lado en el tránsito al palacio, y le agasajó tanto y de tan diferentes modos, que tal vez hubiera prodigado menos honores al mismo Hércules ó á Marte.

Enfurecióse el Papa cuando se lo dijeron los agentes del Duque, y los colmó de improperios, calificando de mercader al propio Hércules, que de ello se dolió.

al culto de Hércules

Hace sus versos a su imagen y semejanza, bien vertebrados y musculosos; monta bien en Pegaso como domaría potros en la pampa; alza los cantos metálicos de sus poemas como un hércules sus esferas de hierro, y juega con ellos, haciendo gala de bíceps, potente y sanguíneo.

Su talla era superior a la estatura media, y tremendamente atlético; los brazos y el tronco eran, a la letra, los de un Hércules aprisionado en un sobretodo moderno; la parte inferior del rostro llevábala cubierta por una frondosa barba que le llegaba a la mitad del pecho.

Algunos han dicho que la cueva fué usada en los tiempos del paganismo como templo del dios Hércules, quien, según la tradición antigua, levantó la singular masa de rocas llamada ahora Gibraltar, y la montaña que hay enfrente, en las costas de Africa, como dos columnas que anunciasen a los tiempos venideros que había estado allí sin pasar más adelante.

Acaso más de cien leguas al Sur de dichos ríos, como defensa ó valladar puesto por la Naturaleza, se levanta y extiende, de mar á mar, la ingente cordillera del Cáucaso, donde, según la fábula griega, Júpiter amarró á Prometeo con cadenas de diamantes, y donde un buitre comía el hígado del titán filántropo; hasta que Hércules logró libertarle.

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